lunes, 2 de junio de 2008

190. Mensajes Inútiles

Ocurrió un lunes, hace una semana del día de hoy. La noche y el frío me habían envuelto y eran mis acompañantes de regreso a mi hogar después de un día de facultad normal. Cuando en eso, un mensaje recibido a mi celular me indica que alguien me estaba buscando.

"¿Estás en tu casa?"

Eso era todo. Número desconocido. Respondí con un particular "¿Quién eres?", porque todo dependía de quién se trataba el saber si yo me encontraba en mi casa o no. Pero antes de recibir la respuesta pude hacerme una sospecha de quién se trataría.

Sucedió hace dos semanas atrás, cuando por chat nos encontramos con Juan y me pasó su nuevo número de teléfono, que por supuesto nunca agendé, dado que pensé que jamás lo iba a necesitar utilizar de nuevo. Pero, ¿sería?

"Soy Juan". Fue nuevamente su gran respuesta.

Sabía que si preguntaba si me encontraba en mi casa era porque quería venir a verme, ya que dudo que de repente le haya despertado el instinto maternal para saber si todas las veces volvía a mi casa bien después de la facultad.

"Ah, nunca agendé tu nuevo número, como te darás cuenta. Sí, ya estoy llegando a mi casa."

Tampoco se lo iba a hacer fácil. Que luche. Je.

Así que me senté a comer y a mirar un poco de televisión, cuando veinte minutos después llegó nuevamente una respuesta.

"Si no puedes o no quieres, lo entiendo, pero me gustaría hablar contigo sobre el proyecto que tenemos en Humanidades. O también te lo puedo contar por chat."

Era algo que tranquilamente me podía contar por chat, me lo imaginaba. Pero como sé que su orgullo era excesivo y que hacer aquello le estaba costando horrores, preferí no mandar mi parte altanera pero aún así no ceder con facilidad.

"Como quieras. ¿Tú quieres venir a mi casa?"

Dos segundos después.

"Si se puede".

Si hubiera empezado por ahí nos hubiéramos ahorrado como tres mensajes cada uno.

"Sí, claro, ven. Estoy en mi casa."

Así fue como diez minutos después la puerta de mi casa recibió el anuncio de que alguien se encontraba del otro lado. Sin el menor sentimiento en mi interior, abrí la puerta y al mirarlo, solamente hice un ademán, mientras que mi cabeza pensó "pasa, extraño".

0 Culpables: