martes, 1 de julio de 2008

EPILOGO

Juan no tuvo mucho que decir, y unos quince minutos después de hablarme acerca de los nuevos planes que traía su grupo de Humanidades en la Facultad, para el cual solicitaban mi ayuda, se había quedado sin más cosas profesionales que consultarme.
Yo, por supuesto, no dejé escapar la oportunidad de hacerle ver lo tanto que había avanzado en mi vida después de seis meses sin vernos, y creo que hasta inventé cosas que no eran del todo cierta. Aún así, para él era el ser con más felicidad en el mundo. Déjemosle que se lo crea. Obvio.
Pero la situación dio un giro significativo cuando Lucas arribó en mi casa esa noche. Sobretodo porque el muy tarado jamás supo que Juan era Juan. Es decir, sabía que era alguien que yo conocía, pero jamás se imaginó que estaba hablando con la persona que tantas veces había sido mencionada en nuestras charlas. A veces me sorprendía por lo hueco que podía llegar a ser mi amigo.
Por supuesto, a la historia se comenzó a poner más desorientada cuando Leo también llegó a mi casa y los vio a ambos. Aquello ya era un circo, aunque ni Juan ni Lucas sabían de la existencia del otro, pero Leo y yo entendimos todo con sólo lanzarnos una mirada.
- Te dejo con tus dos mejores amigos - me dijo, una hora después, mientras lo acompañaba a la puerta. - Esta imagen es totalmente descolocante.
- Dímelo a mí - respondí. - Pero bueno, no sé por qué Juan todavía está aquí cuando lo que me dijo, terminó en una brecha de 3 minutos.
Leo tampoco tenía ganas de meditar sobre el asunto. Él tenía sus propios problemas y resulta que eran más graves que aquella bizarra situación.
Finalmente los chicos partieron cuando el Sol estaba por salir. En ese momento, Lucas cayó en la cuenta de quién se trataba.
- Mañana hablamos - dijo, subiéndose al auto.
No sé si había enojado, pero en ese momento no tenía ni idea de lo mucho que me solucionaría la vida aquella aparición de Juan. Mi vínculo con Lucas daría un giro inesperado y agradable. Algo que ni yo mismo lo habría planeado mejor.
- ¿Qué es lo que estaba haciendo acá? - me preguntó Lucas, sorprendido, aunque no enojado, dos días después.
- Vino a hablarme de algunas cosas de la facultad - comenté. - De todos modos fue divertido. Extrañaba cuando charlábamos y charlábamos de todo.
- ¿Y piensan volver a verse?
- No lo sé - respondí, sinceramente. - Tal vez. Tal vez no.
Y en ese momento pasó algo mágico. Lucas apagó el monitor de mi computadora, se dio media vuelta y me dijo: "Vamos a hablar."
Y vaya que hablamos toda la noche. De diferentes cosas. De nuestros miedos, nuestras ilusiones y de un millón y medio de cosas más que pudimos haber compartido desde hace meses. Finalmente lo hacíamos ahora. Juan lo había logrado.
En esos días sentí como si me hubiera vuelto a reconquistar por aquello. Por la comunicación.
Para cuando, entonces, un viernes me llegó la notificación de que ingresaba a trabajar ese lunes, que justo coincidió con un día en donde me encontraba enfermo, hizo que todos fueran a visitarme a mi casa y que todos se quedaran allí. Inclusive Lucas que volvió cuando todos se fueron solamente para que hablemos de la vida.
Ese día, finalmente respiré.
Estaba todo bien con todo el mundo. Con mis amigos, que tanto esfuerzo hice por no aceptarlos, ahora los quería como mis hermanos. Tobías, Marcelo, Pablo, Guillermina, Julieta, Jessica y demás, ya formaban parte de mi existencia y mi punto social más importante. Finalmente me sentía parte de algo.
Ese día, miré la ventana despidiendo al auto de Lucas que se marchaba junto con él. Y junto con él, mi mejor amigo y mi último día de libertad eterna.
Sonreí.
Hace tiempo no lo hacía.
Finalmente, el mundo estaba bien y yo, como parte del mundo, me sentía bien también.

lunes, 30 de junio de 2008

LA HISTORIA SIGUE

Ya pasó un mes.
Muchas cosas cambiaron.
Estamos ante

lunes, 2 de junio de 2008

Yo Pensé


Con el tiempo he crecido.

He madurado, un poco, al menos.

Quizá no lo suficiente.

Pero no tenía ganas de hacer un drama.

Era mejor así.

Pasarlo bien.

Y uno nunca se llega a imaginar

lo bien que la puede pasar

cuando sucede algo

que no se espera.

190. Mensajes Inútiles

Ocurrió un lunes, hace una semana del día de hoy. La noche y el frío me habían envuelto y eran mis acompañantes de regreso a mi hogar después de un día de facultad normal. Cuando en eso, un mensaje recibido a mi celular me indica que alguien me estaba buscando.

"¿Estás en tu casa?"

Eso era todo. Número desconocido. Respondí con un particular "¿Quién eres?", porque todo dependía de quién se trataba el saber si yo me encontraba en mi casa o no. Pero antes de recibir la respuesta pude hacerme una sospecha de quién se trataría.

Sucedió hace dos semanas atrás, cuando por chat nos encontramos con Juan y me pasó su nuevo número de teléfono, que por supuesto nunca agendé, dado que pensé que jamás lo iba a necesitar utilizar de nuevo. Pero, ¿sería?

"Soy Juan". Fue nuevamente su gran respuesta.

Sabía que si preguntaba si me encontraba en mi casa era porque quería venir a verme, ya que dudo que de repente le haya despertado el instinto maternal para saber si todas las veces volvía a mi casa bien después de la facultad.

"Ah, nunca agendé tu nuevo número, como te darás cuenta. Sí, ya estoy llegando a mi casa."

Tampoco se lo iba a hacer fácil. Que luche. Je.

Así que me senté a comer y a mirar un poco de televisión, cuando veinte minutos después llegó nuevamente una respuesta.

"Si no puedes o no quieres, lo entiendo, pero me gustaría hablar contigo sobre el proyecto que tenemos en Humanidades. O también te lo puedo contar por chat."

Era algo que tranquilamente me podía contar por chat, me lo imaginaba. Pero como sé que su orgullo era excesivo y que hacer aquello le estaba costando horrores, preferí no mandar mi parte altanera pero aún así no ceder con facilidad.

"Como quieras. ¿Tú quieres venir a mi casa?"

Dos segundos después.

"Si se puede".

Si hubiera empezado por ahí nos hubiéramos ahorrado como tres mensajes cada uno.

"Sí, claro, ven. Estoy en mi casa."

Así fue como diez minutos después la puerta de mi casa recibió el anuncio de que alguien se encontraba del otro lado. Sin el menor sentimiento en mi interior, abrí la puerta y al mirarlo, solamente hice un ademán, mientras que mi cabeza pensó "pasa, extraño".

189. Y Siguió

Después de ese mundo ficticio donde nos introducimos, los días que continuaron, mi vínculo con Lucas se iba deteriorando a cada paso que dábamos. Era como si cada cosa que él tuviera que decirme a mí me cayera mal.

No sabía cómo pero era algo que había logrado. Me pregunté si quizá había cruzado la línea. Si era algo de lo que visiblemente ya no había ninguna forma de arreglarse. Pero como Sebastián me había encargado la incómoda tarea de tener que avisarle cuándo sería nuestra próxima sesión de Rol, agarré mi celular y di el gran paso, justo en ese día en donde ya ni nos hablábamos.

- ¿Estás ofendido conmigo o victimizado de alguna forma? - pregunté.

- Y sí - respondió, haciéndose el herido. - Si me trataste muy mal todo este tiempo. No sé qué es lo que te anda pasando.

Para ser sincero, y eso es algo que nunca se lo comenté, desde el momento en que quedó en mi habitación cuando toda mi familia me esperaba fuera y que él no haya querido salir, fue como una raya importante en mi estandar de tolerancia que Lucas cruzó pensando que no me importaría.

- De acuerdo, no hablaremos de esto - dije, poniéndole fin a un debate al que no pensaba participar. - Te llamo para comunicarte que el sábado jugaremos, si es que tu enojo hacia mi persona se te va.

- Sí, ya se me fue - reconoció. - Yo sabía que tú me ibas a llamar cuando se te vaya la bronca conmigo.

Ni siquiera le interesaba saber cuál era mi bronca. Bien, Lucas, un punto a tu favor. Cada vez estábamos más lejos de la Amistad Modelo de cada uno.

Sin embargo, las cosas siguieron su ritmo y volvieron lentamente a la normalidad. Hasta que el lunes, todo cambió.

El lunes, reapareció Juan. Y Lucas se vio demasiado perjudicado con su presencia.

jueves, 22 de mayo de 2008

188. La Campaña

Sebastián arribó a mi casa a las 2 de la tarde casi al mismo momento en el que Lucas llegó. Mi vínculo con él ya era malo, practicamente, pero sentí que iba a pasar desapercibido. Cuatro días después descubriría que no fue así y que Lucas se dio cuenta de lo mal que lo estaba tratando, pero ya veremos con el tiempo cómo se desarrolló esa historia.

Ana y Jessica también llegaron a horarios y comenzaron la preparación de sus personajes. Inventar nombre. Saber qué raza serían. Qué clase de guerreros. Todo estaba a libre elección.

Si bien estuvimos toda la siesta juntos, a la noche recién comenzaría la nueva campaña que lideraría Sebastián. Estaba entusiasmado. Tanto como todo el resto, dado la espectativa que había.

Pablo, Tobías y Marcelo llegaron más tarde, pero de todos modos hicieron sus personajes y así fue como los ocho ya estábamos predispuestos a las órdenes de Sebastián.

Sebastián, sería el Master.

Pablo, todavía no decidió nombre y dado que en la primera noche no se encontraría, no valía la pena hacer mensión sobre él en el juego.

Guillermina, sería la mujer más bella del mundo (los dados le dieron esa fortuna), una paladín de nombre Ariadna.

Tobías, Sedd, un mago que se llevaría mal conmigo en el futuro.

Ana sería Lira, Julieta sería Carrie (por Bradshow) y Lucas será Ikaros. Estos tres serían también guerreros guardianes de un rey.

Y por último nos encontrábamos Marcelo (Wiro), que sería el clérigo del asunto y yo, Gaara (por Naruto) un mago misterioso y de alineación maligna.

El juego comenzó y todos nos pusimos a nuestros puestos. Estábamos a punto de ingresar a un mundo lleno de caos y de terror que sólo existe en la ficción de nuestras mentes. Que suerte tendríamos si el real fuera así también.

sábado, 17 de mayo de 2008

187. El Resumen de la Semana 2

Una semana después, mi vínculo con Lucas se volvió nuevamente favorable, lo cual era señal de nuevos problemas entre nosotros. Si bien intenté evitar crearme un apego emocional, el hecho de estar junto con él hacía que la situación se vuelva aburrida, rutinaria e irritante.

Lucas comenzó a tener aires de sólo importarle y compartir conmigo las cosas que le interesaban a él, y cada vez que yo quería mostrar algo (por ejemplo, un video en youtube) lanzaba un quejido como si perder esos dos minutos viendo un video sea un homicidio a su ocupado tiempo. Terminó por explotar la noche que lo invité a cenar por el festejo del cumpleaños de mi padre... vino a mi casa, pero no salió de mi habitación. Definitivamente, sólo se compraba un boleto al olvido.

Por otro lado, Guillermina tuvo su viaje gracias a karate (al que Pablo no pudo ir) y hasta recibió un trofeo.

Mientras tanto, Sebastián y Camila iban de mal a peor. El martes por la noche, hicieron planes, pero como mi amiga tuvo la visita sorpresa de su antiguo novio, le mintió a Sebastián diciéndole que su abuela había enfermado y debía pasar la noche cuidándola. Sebastián, que daba muestras de ser una persona adorable, se preocupó demasiado al punto de mandarle mensajes y llamarla para saber cómo estaba una abuela que ni siquiera fue visitada. El ex novio de Camila entonces llamó a Sebastián y comenzó a insultarlo para que deje de molestarla. ¡Y se armó gran desastre entre los tres!

Pero ya que de Sebastián hablamos, la buena noticia es que empezaríamos una campaña de Rol este sábado. Lucas, Tobías, Pablo, Ana, Jessica, Guillermina y yo estamos avisados para jugar.

Y por último, acabo de recibir una propuesta de trabajo muy importante que estoy pensando seriamente en aceptar, debido a que es una oferta única y además la paga es espectacular. ¿Lo único malo? Lucas y yo dejaríamos directamente de vincularnos, porque mi tiempo estaría dividido entre la facultad y el trabajo, por lo que directamente no tendría tiempo para él.

Si tan sólo me hubiera dado un motivo... Una razón verdadera para que esto no suceda así. Pero no. Lucas prefiere callar. Prefiere dejarme ir.

Que estúpido.

sábado, 10 de mayo de 2008

186. Planes de Sábado

La siesta de aquél sábado luego de un día de accidentes me encontró con Camila, sentados en la vereda de su casa, hablando acerca de Sebastián y los sentimientos de ambos. La chica seguía fiel a su postura de no dejarlo volver a enamorarla, ya que después de todo había sufrido demasiado por él y con toda la guerra psicológica que éste le hizo, como el hecho de ir a llorarle por su novia cuando acababa de serle infiel. Además, Camila sigue apostando la teoría de que ella podría correr la misma suerte que corrió su actual novia, que le sea infiel y que, de un día para otro, como si nada, la saque de su vida.

La noche anterior con Lucas, Jessica y Julieta no duró mucho. Julieta tenía cosas que hacer con su hermano, Jessica tenía que trabajar al día siguiente y Lucas iba a ir a una disco a hacer relaciones públicas con su trabajo. Nunca entendí esa parte, pero de todos modos, iba a estar ocupado. Así que para eso de las dos de la madrugada, Leo vino a mi casa a contarme que se peleó con su novia por estar siempre pendiente en su mundo.

Y aquella tarde, habíamos quedado en volver a reunirnos. Esta vez no había intenciones de jugar al TEG, ya que la semana pasada decidimos darnos un tiempo de ese juego, por lo rutinario que se estaba volviendo. Así que lo cambiamos por cartas u otras cosas que se nos irían ocurriendo.

Llamé a Lucas para comentarle que la Tarde de Series se vio suspendida por un viaje que Ana tuvo que hacer a última hora.

- Que raro Ana cambiándonos los planes - dijo, como si necesitara quejarse de algo.

- ¿Cuándo más nos cambió las planes? - pregunté, sorprendido.

- Y... una vez - respondió, visiblemente no pensaba que yo iba a hacer incapié en su comentario.

- Disculpa, pero eres tú el que hace mucho tiempo no se reune con nosotros para las Tardes de Serie - reproché. - Tú eres el que siempre está ocupado.

- Yo estoy trabajando - se defendió.

- Sí, en una disco - terminé su oración, en un tono bastante cínico.

- No fui a la disco anoche - me corrigió. - No sabía que hacer y salí a dar unas vueltas. Por suerte me encontré a unos amigos y sí, finalmente terminé yendo a otra disco, pero no fue por trabajo.

- Me alegro - dije, sin darle la mínima atención. - Hoy a la noche jugamos en la casa de Ana, si quieres ir, ve.

Esto último lo dije casi sin meditarlo, porque increíblemente me había olvidado que Lucas también era parte de los planes del fin de semana. No sé por qué extraño suceso ni siquiera lo tuve en cuenta. Aquello fue algo para meditar.

Lucas prometió ir, así que corté la comunicación, y mi primer pensamiento fue el de que estuvo libre pero de todos modos no me tuvo en cuenta a mí para hacer algo.

Ni siquiera sé por qué me sorprendía.

Yo Pensé


A veces me pongo a pensar.

Extraño esos detalles.

Y a veces extraño el extrañarlos.

No quise ser un cínico.

No quiero ser frío.

La situación es la que obliga.

Es la forma más segura

de no volver a lastimarme.

185. Sin Graves Lesiones

Aterrorizado por la idea de tener que ir por primera vez a una estación de policía, aunque sea para presentar una exposición, decido llamar a mi abogado personal para que me indique cómo salir de aquella situación en la que, literalmente, el Sol nos metió. Nunca pensé que diría una oración como la que acabo de escribir.

- Te esperaré en la comisaría - me dijo el hombre, tranquilamente.

Se subió a su auto y yo me quedé a esperar a que mi padre venga a buscarme. Estaba realmente muy calmado, pero el shock empezó a dar paso al fuerte dolor de mi brazo que tenía por haber intentado hacer que mi moto no cayera.

Cuando llegó mi padre fuimos a la comisaría, y con cierto terror había descubierto que no teníamos los datos de la persona que me chocó y que jamás se presentó a declarar. Era muy posible que nunca se hiciera cargo de los gastos tampoco.

- Esas son cosas que tienes que saber de un primer momento - me dijo mi padre. - Cuando te chocan (que esperemos que no vuelva a suceder, claro), tienes que tomar los datos de la persona o por lo menos la patente y modelo del auto.

- Lo tendré en cuenta la próxima vez que sufra un accidente - comenté, en forma descortez.

Ciertamente, la idea de que todos se preocupen en criticar mi poca reacción ante un accidente me estaba poniendo de mal humor. Pensé en que se lo podría contar a Lucas, pero como es lógico, estaría de acuerdo con todo el mundo y nuevamente me criticaría, por lo cual no valía la pena decírselo. En mis apuntes personales anoté que necesitaba encontrar a alguien que no me juzgara por cada acción que tomo.

Así que ya perdido mi día de clases, fui directamente a la casa de Julieta, donde Jessica y Lucas se harían presente más tarde. Mi brazo me dolía demasiado pero mi pierna permitía que hiciera un par de pasos sin causarme ninguna desagradable sensación.

Sin mencionar el accidente de entrada, Julieta me comentó algo que me dejó preocupado. Algo que sucedió el martes antes de que Lucas fuera a verme.

- Estábamos en la casa de Guillermina y entonces tú lo llamas a Lucas cuando él te lo pidió - me contó, desglosando la historia. - Y una vez que terminó de hablar contigo dijo 'me tengo que ir a la casa de mi ex novia'... y todos se rieron. Yo no entendí, pero pedí explicaciones y sólo me dijeron 'después te lo contamos'.

Aquello tenía que tener una explicación lógica, claro. No creo que Lucas haya llegado a una idiotez de tanta magnitud.

184. Accidente

Preparándome para salir a la Universidad en mi motocicleta, me pregunté si esa teoría mía de que cada día de mayo sería más emocionante que el anterior, o que por lo menos habría pequeños detalles al día que me harían sentir vivo, era sólo la utopía generada por mis ansias de que me sucedan cosas emocionantes, o si realmente estaba pasando.

Me hizo recordar mucho a la escena de Grey's Anatomy, donde Meredith comenta que tuvo un presentimiento y Derek le responde "si esperas lo necesario, sucede"... y luego una bomba casi la mata. Me reía pensando en que yo me encontraría en medio de una bomba y que justamente Lucas sea mi Dr. Encanto. Créanme, físicamente son muy distintos.

De todos modos, estábamos por terminar de grabar un trabajo especial en base a una idea que tuvimos a principios de año esa noche en la casa de Julieta, por lo que eran necesaria las apariciones de Lucas y de Jessica para completar. Así que pensando en que tendríamos una activa noche por delante, marché rumbo a la facultad.

Me detuve en una esquina, con el sol de frente (en un momento donde está tan potente que nubla la visión) y dejé pasar a los autos que circulaban con más rapidez. Cuando de repente... un impacto. Alguien por detrás choca contra mí y sólo sentí el ruido del farol trasero haciéndose cruicas en el medio de la calle.

Logré agarrar la moto con tanta bruzquedad para no caerme que mi brazo derecho ardió con un dolor no calculado. El pedal de la moto se incrustó en mi pierna derecha, pero logré mantenerme de pie. De repente, todo estuvo en calma.

Todos los presentes giraron a vernos. La gente que atendía los negocios de las esquinas salieron a la vereda, pero no me importaba. El shock de aquél choque me había dejado mudo por un instante y me limité a sonreír por no creer que algo así me esté pasando.

Dentro del auto que me había chocado había un hombre ya mayor. Estaba más asustado que yo, por lo que una parte de mí sintió algo de pena.

- ¿Estás bien? - me preguntó.

- Estoy bien - respondí, apreciando la parte trasera de mi moto totalmente destruída. - ¿No me vio?

- El Sol - respondió. - No me permitió verte.

Era una teoría bastante acertada. Me indicó que nos sentáramos en la esquina y eso hicimos. Visiblemente ninguno de los dos estaba acostumbrado a aquellas situaciones, porque no sabíamos muy bien qué cosas teníamos que hacer.

- No sé cómo arreglar esto - reconoció. - ¿Cuánto crees que saldrá arreglar tu moto?

- No lo sé - respondí. - Vamos a un taller de un amigo de mis padres. Él puede decirme cuánto costará.

El hombre estaba totalmente predispuesto a no salir corriendo, cosa que agradecí con gusto porque en ese momento no sabía muy bien para qué dirección correr. Mi brazo ardía por dentro, pero no me importó. Aquello era algo trascendente.

Ya en el taller, a unas pocas cuadras donde fue el incidente, el amigo de mis padres vio los daños y fue a sacar cálculos. Afortunadamente siempre me cobra a costo de base, por lo que sabía que no aumentaría a un precio incalculado, pero la cifra de $200 pareció asustar a aquél hombre, que aterrorizado, tomó consciencia y dijo:

- Creo que es conveniente que haga una exposición en la policía - remarcó. - Iré a hacer la denuncia.

183. Días de Mayo

El mes de mayo fue algo rarísimo, porque contrariamente a lo que caer en la rutina significa, había algo que día tras día lo hacía diferente... y emocionante. Aquí va un pequeño recuento de las cosas sobresalientes que sucedieron día tras día:

Jueves, 1 de Mayo de 2008:

Lucas viene a hablarme con la pura y exclusiva razón de decirme que soy un dramático exagerado y que en nuestra amistad nada cambió.

Viernes, 2 de Mayo de 2008:

El grupo de Interpretación al que pertenecíamos Juan y yo, habla conmigo para pedirme la elaboración de unos textos que ellos luego pudieran representar. Cabe destacar que con el grupo no hablo desde que Juan y yo rompimos, y que en aquella reunión él estaba ausente.

Sábado, 3 de Mayo de 2008:

Camila y Sebastián tienen una discusión en mi casa, haciéndome pasar un momento incómodo, que se recordará como una noche emocionante y digna de catástrofe como hace tiempo no se vivía.

Domingo, 4 de Mayo de 2008:

Logro ver el capítulo donde la Dra. Montgomery regresa al Hospital de Seattle.

Lunes, 5 de Mayo de 2008:

Adrenalina por un exámen que apenas me deja dormir. Al hacerlo, descubro que era más sencillo de lo que parecía, por lo cual busco la menor ayuda para unir conceptos y gracias a eso demorar más de dos horas terminándolo, cuando el resto de mis compañeros lo hicieron en veinte minutos.

Martes, 6 de Mayo de 2008:

Adrenalina por saber la nota de aquél examen en donde me esmeré tanto en hacer. Descubro que aprobé, pero jamás obtuve el resultado. No sé qué clase de profesor corrije un examen pero no pone nota. En fin.

Miércoles, 8 de Mayo de 2008:

Descubro que mi televisor puede darme los subtítulos de los canales de aire. Sé que parece una tontería, pero descubrirlo fue un hallazgo muy emocionante.

Jueves, 9 de Mayo de 2008:

Juan quiere volver a hablarme, pero pese a que esto no modifica en nada mi versión del mundo, sí lo hace el hecho de enterarme que estuvo hablando bien de mí. Es más, según la información que Ana pudo recolectar, fue él quien aconsejó mi nombre para los textos que quieren representar, dado que dice que tengo facilidad para escribir.

Así que tal vez he caido en una rutina, pero nadie puede discutirme que, sin querer, el mes se ha puesto verdaderamente emocionante. Afortunadamente, faltan más de 20 días para que termine.

viernes, 9 de mayo de 2008

182. A un Número de Distancia

Cuatro días después las cosas continuaban a un ritmo bastante normal y equilibrado. No había sucedido nada emocionante ni digno de análisis, por lo cual, y pese a que fue una sorpresa descubrirlo, una parte de mí se alegraba decaer en una rutina, porque estaba un poco cansado de mis cambios de humor, y por lo menos, hasta el momento, me sentía psicológicamente estable.

Finalmente, Camila le pidió un tiempo a Sebastián para meditar qué es lo que iba a hacer de su vida, pero que él deje de hacerse tantos problemas y que se tome un poco más de tiempo ya que recién acaba de salir de una relación y ella no quería ser el rebusque que usaría para no estar solo.

Mi vínculo con Lucas creció, ya que volvimos a pasar tiempo juntos, pero una parte mía ya no lo quería como antes. Al haberse alejado sin dar explicaciones, hizo que se asesine en mí el cariño que le tenía y por más que ahora esté presente, no olvidaba que ni siquiera tenía la cortesía de responderme los mensajes.

Así que analizando todo esos detalles, fue que me encontraba en una tarde de jueves compartiendo una clase con Ana.

- Lo vi a Juan - dijo ella, como con temor de contarme la historia. - Hace dos días.

- ¿Y qué tal? - pregunté, sin interesarme en el tema.

- Está bien, intercambiamos números de teléfono - respondió. - ¿A ti te importaría que le de tu número? Porque cambió de celular y no tiene los números que antes tenía.

- Patricio tiene mi número - respondí.

- Pero tú también cambiaste de celular - me recordó Ana.

- Sí, pero no cambié mi número - le contesté, como si nunca hubiera notado que ella me seguía escribiendo al número de siempre y yo seguía respondiéndole.

- Es verdad - se lamentó, sintiéndose algo tonta. - ¿Y... te molestaría que alguna vez hagamos planes con él?

- Como si ahora necesitas mi permiso para incluirlo en nuestros planes - dije, en referencia a la vez que lo había invitado cuando yo iba a ir a verla. - No me afecta ni modifica mi existencia.

Era cierto. Juan era un capítulo cerrado en mi vida que no me interesaba volver a abrir. Por el momento, estaba muy seguro que dejaría de buscar al amor perfecto y dejaría, por primera vez, que me encuentre a mí. Sé que tarde o temprano aparecería.

jueves, 8 de mayo de 2008

181. Sebastián Defiende

Pablo y Lucas estaban completamente emocionados por la llegada de Sebastián a mi casa. Se lo notó por la forma de sonreírme y yo, visiblemente, estaba por ahogarme en un momento terriblmente incómodo para sobrellevar, como si en todo el maldito día no hubieran pasado ya mil cosas.

Afortunadamente, la noche fue calma, aunque en parte. Sebastián decía algún comentario y Camila lo maltrataba, o lo trataba de estúpido, por lo cual el chico sólo agachaba la cabeza y no le respondía. Me hizo recordar mucho a mi situación actual con Lucas, por lo cual casi termino pegándole en la cara a Camila, aunque no tenía nada que ver con mi historia.

Finalmente, esos detalles se repitieron muchas veces en todo lo que duró la charla grupal, por lo que decido agarrar a Pablo de la remera y arrastrarlo hacia mí.

- ¿Viniste a mi casa porque tenías ganas de que veamos algo como... Grey's Anatomy o alguna serie, verdad? - pregunté, totalmente irritado.

- ¡Sí! - exclamó, vigoroso, mi amigo.

- Dios te bendiga.

Así que gracias a ese detalle, finalmente logré que las aguas se calmen y todos vimos un capítulo de Grey's Anatomy, pese a que ni Camila ni Sebastián entendían la historia. Lucas, como siempre, se limitó a quedarse en la computadora jugando al póker.

- Estamos por ver la serie - le comenté a Lucas. - ¿Puedes bajar el volumen del juego?

- ¿Acaso no ves que estoy haciendo eso? - me respondió, tan simpático como siempre.

- No puedo lidiar con tanta histeria - le dije a Sebastián, al tener esa respuesta.

- ¡Tú eres el histérico! - me gritó Lucas, desde el otro extremo de mi habitación.

- No, Lucas - interrumpió Sebastián, para mi sorpresa. - Él te habló bien. Tú fuiste el que contestó mal.

Lucas no le respondió, por lo cual, una parte de mí se sintió increíblemente feliz que se diera cuenta la clase de situaciones que diariamente tengo que soportar. Hizo más que eso, en realidad. La intromición de Sebastián logró que yo fuera el que se de cuenta. Nuevamente, algo en mí se despertó. Una vaga sensación que nunca antes tuve. Unas grandes ganas de Lucas, por quien estuve toda la semana mal por su desapareción, esta vez desaparezca de verdad.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Yo Pensé


No sé si esto durará.

He creído en tantas cosas

que al final sólo existieron en mi mente.

Pero por el momento

voy a someterme a esta teoría

de que por ahora, todo está bien.

Necesito tener esa sensación.

Ese equilibrio.

Esa seguridad.

No puedo soportar más penas.

Simplemente...

no lo resistiría.

180. Camila y su Visión

Lucas y yo nos encontrábamos en mi casa cuando afortunadamente aparece Pablo y comienzan a hablar entre ellos. Ya no toleraba pasar más tiempo a solas con aquél muchacho, y quería aclarar mi cabeza antes de comenzar a hacer un drama, por lo que la llegada (aunque tardía) de Pablo me vino como anillo al dedo.

Aún así, eso de tener frente a mí a dos fantasías sexuales no duró mucho tiempo, porque, aunque era previsible, Camila fue a visitarme a mi casa, como hace bastante tiempo no sucedía. Creo que quería también obtener algo de información sobre Sebastián y nadie mejor que "su nuevo mejor amigo" como para otorgársela.

- Quiere estar contigo - le conté, como si no fuera obvio. - Dijo que quiere luchar por ti y que no va a descanzar. También mencionó que esto no es un capricho.

- Es que yo no siento nada por él - dijo ella, con algo de resignación. - Hace unos años atrás yo me moría de amor y sufrí demasiado, y ahora de repente le surgió este amor por mí... pero una parte me dice que ya es demasiado tarde. Ni siquiera me parece atractivo físicamente. Ni siquiera me agrada el solamente estar hablando con él. Como que me aburre.

Entendía lo que Camila sentía, porque era practicamente la misma sensación que yo tuve. Nada más que en lugar de ella, sé que había hecho las cosas mal porque se guardó toda su angustia y depresión sin que Sebastián se haya enterado hasta hace unas semanas atrás. Sebastián dijo que si ella, tal vez, mencionaba todo lo que sucedía, la historia podría haber sido distinta.

No opino igual, pero creo que es la mentalidad que Sebastián utiliza para no ser el culpable de la tragedia que está viviendo.

Pablo y Lucas se encontraban a unos metros de nosotros intentando entrar en su mundo y no meterse en el que Camila y yo estábamos viviendo, pero cada tanto veía que Lucas me lanzaba una mirada intrigante acerca de cómo me iba en el plan de hablar con la muchacha.

Y entonces, en medio de eso, un auto tocó bocina en las afuera de mi casa.

- Por Dios, debe ser Sebastián - me dijo la chica, mirándome.

Y en efecto, era él. La cosa se iba a poner demasiado interesante.

martes, 6 de mayo de 2008

179. No Basta

Volvíamos de la casa de Ana en silencio. Era como si el paisaje y una música tarareada era lo que ocupaba el espacio donde tendrían que ir las palabras. Ninguno de los dos tenía intenciones de alzar la bandera blanca primero. Yo conocía mis motivos, pero no sabía los de él. Sin embargo, uno de los dos debía romper el silencio.

- ¿Qué fue lo que me dijiste anoche en el chat? - pregunté.

- Tú preguntaste si este alejamiento, que yo en ningún momento sentí que lo fuera, se debió a lo que hablamos la última vez - comentó, como si la conversación no tuviera la mínima transcendencia. - Yo sólo respondí que tal vez sí. No lo sé.

Y aquí nos adentramos en una charla donde nada quedó claro. A medida que Lucas comenzaba a hablar, todo se volvía más y más confuso. Supongo que quiso explicarme algo, pero no fue absolutamente para nada didáctico.

En el medio de ese debate, que no nos estaba llevando a ningún lado, como la mayoría de nuestras conversaciones, recibí un mensaje de Pablo preguntándome si iba a estar en mi casa más tarde, a lo que le respondí que por favor fuera porque estaba con Lucas y él tenía que rescatarme de esa situación.

- El tema es que todo fue un asunto de casualidad - continuó Lucas, como queriendo echarle la culpa al destino de todo lo que pasó en la semana. - Tú me dices eso y yo comienzo a trabajar mucho. No fue a propósito. No me alejé de ti.

Si bien su respuesta era la más lógica que me había dado, algo en mi interior tenía muchas preguntas sin respuestas. Aquello no fue el destino. Realmente se alejó y noté que no tenía el valor de reconocerlo.

- Si yo me sintiera incómodo contigo, no estaría teniendo este debate - continuó, como si me leyera la mente. - Directamente me hubiera tomado la molestia de irme sin decirte nada. Cosa que puede llegar a pasar si te sigues comportando como una niña histérica de quince años.

Ah, bueno. ¿Ahora yo era el histérico? Él puede molestarme todas las veces que quiera o gritarme por teléfono por no ir a una fiesta, pero yo soy un histérico porque noté que se alejó una semana. No dije nada, no tenía ganas de seguir peleando, ni tenía intenciones de aceptar su pie a la discordia. Estaba provocándome. Eso es lo que buscaba.

Guardé silencio y continuamos el camino a mi casa. Fingí que todo estaba aclarado y que esa situación no se volvería a repetir. No fue una promesa para él, de hecho. Yo sabía que no volvería a suceder porque su explicación no fue suficiente.

178. La Aparición de Lucas

Al día siguiente, Ana y yo estábamos por someternos a nuestra segunda Tarde de Serie, sin Lucas. La muchacha sabía que nuestro vínculo ya no era el mismo durante el transcurso de la semana, pero de todos modos, si bien también le parecía muy extraña la situación, no presentó demasiadas opiniones, cosa que agradecí, porque no me encontraba de humor como para tener una Tarde de Series pensando en cómo resolver mi vida con mi amigo.

Lo que no podía dejar de pensar es en su hipótesis de que todo estaba bien conmigo, y al día siguiente en el chat ni siquiera me dirigió la palabra. Y para una persona con trastornos con el tema del abandono, aquello provocó un quiebre demasiado importante en mí, pese a que a simple vista es solamente un detalle mínimo e infantil.

Pero a los diez minutos de la hora acordada para la reunión, Lucas me mandó un mensaje.

"¿Ya están reunidos?"

Algo confundido porque jamás pensé que daría señales de vida, decido responder.

"Sí, estamos en mi casa. ¿Vienes o no?"

Dos minutos después, su respuesta:

"No, pregunto de chistoso que soy, ¡hueco! Sí, voy en un rato. Empiecen con Lost."

Y ahí estaba otra demostración de afecto de parte de mi amigo Lucas. Es increíble como ese muchacho se empeñaba en alejarme cada vez más de él. Y me lo tomo personal, porque dudo mucho que Lucas le responda de esa manera a su alma gemela, Sebastián. Por lo que tengo todo el derecho del mundo de sentirme algo indignado.

De todos modos, la Tarde de Serie se vio interrumpida por un llamado de la madre de Ana, quien le pidió a su hija que vaya a su casa a ver a sus abuelos que habían llegado de visita desde otra ciudad. Así que nuevamente me vi en la obligación de mandarle un mensaje a mi amigo avisándole el cambio de planes.

"Suspendemos la Tarde de Series. Esta noche hay TEG. Si quieres ir, avisa."

Pero justo cuando estábamos marchándonos de mi casa, Lucas aparece caminando. Ya había llegado y finalmente, luego de una semana (sin contar lo dormido que me encontraba el jueves) volvía a verlo.

- Hola, chicos - saludó, sacándose los auriculares de su Z6. - ¿Qué es lo que sucede?

Ana comenzó a relatarle la historia, en el camino, sobre por qué nuestra reunión fue suspendida. Por mi parte, no me nacía hablar con Lucas, y por lo pronto, él ni siquiera lo notaba.

lunes, 5 de mayo de 2008

177. El Fin de un Misterio

Pablo llegó a mi casa y vio a Sebastián, calificándolo de una sorpresa agradable e inesperada. Ciertamente, jamás nadie se imaginaría que yo hubiera estado pasando una noche hablando con Sebastián. Pero repitamos una y otra vez el hecho de que esto se produjo gracias a mi vínculo con Camila.

- ¿Hacen algo todos hoy? - preguntó Pablo. - ¿Lucas dijo algo?

- Pregúntale a Oliver - sugirió Sebastián.

Como en ese momento me encontraba fumando, la reacción de querer tirarle con algo en la cara a Sebastián se vio desvinculada porque comencé a toser.

- Pero seguramente nos juntaremos a jugar al póker - continuó Sebastián, riéndose de mí porque yo estaba asfixiándome por el humo. - Para colmo de males, no puedo beber alcohol. Ni siquiera puedo beber gaseosa. ¡Estoy volviéndome loco! Voy a tener que estar a cigarrillos y a agua mineral toda la noche. Moriré de un cáncer de pulmón, pero al menos cumpliré con las condiciones que me dijeron los médicos.

Entonces Sebastián, sin solucionar nada su vida amorosa con Camila, ha decidido marcharse, prometiéndole a Pablo llamarlo cuando sepa cuáles son los planes para la noche.

Ahora había llegado el momento de la verdad. Siendo honesto, lo primero que pensé cuando Pablo me mencionó que su visita sería secreta, fue que Jessica pudo interferir en el medio de nosotros y también comenzar a molestarlo, como hacía con Lucas y conmigo. Y dado que muchas veces Pablo da muestras de ser el típico caso del heterosexual confundido que se siente amenazado por el bisexual declarado, no me sorprendería tampoco que la cosa vaya por ese rumbo.

Así que me senté al lado de Pablo y crucé mis brazos, listo para escuchar su historia.

- ¿Por qué tenía que ser un secreto? - pregunté, haciendo referencia a lo que me había dicho el día anterior.

- Ah, eso - respondió, como quitándole importancia. - Sucede que quería venir a tu casa, pero a la vez mi novia quería que esté con ella. Entonces pensaba pasar un rato de tiempo y luego inventar una excusa que me iría a dormir para poder venir aquí, porque de otro modo ella me haría una escena.

Así que la cosa era más simple de lo esperado. Fue algo estúpido de mi parte haber creado una novela de un hecho que era más sencillo de lo que parecía, pero al menos, ahora había un signo de interrogación que dejó de existir. Y eso... ya era algo.

176. Hace Dos Años y un Día

Sebastián se encontraba frente a mí en aquella noche fresca de viernes. Su reciente apego hacia mi persona, no tenía otro motivo más que el agradecer mi vínculo con Camila. Yo era consciente de todo eso, pero de todos modos tenía que echarle una mano. O quizá, como vi que resultó después mi conversación, darle una soga para que pueda ahorcarse tranquilo.

- Ella dijo que tuviste tu oportunidad y la dejaste ir - comenté, contando lo que Camila había dicho al respecto del repentino interés de Sebastián porque vuelvan a estar juntos. - Hace dos años ella se moría de amor por ti. La eliminaste de tu MSN. La borraste de tu directorio del celular. ¡Hasta dejaste de saludarla cuando la cruzabas por la calle!

- Sé que está enojada, pero eso no quita...

- Además, tiene ganas de destruirte - lo interrumpí, recordando de a poco la conversación, que en su momento me pareció un delirio, que tuve con Camila. - Y no considero que ella sea una mala persona, porque tiene todos los motivos del mundo por el cual tiene antojos de matarte. Fuiste cruel.

Sebastián dudó un poco en cual sería su próxima respuesta. Estaba claro que aquella situación lo molestaba. Al mismo tiempo, Pablo me mandó un mensaje preguntándome si estaba ocupado o no. Le respondí que estaba libre y que podía pasar por mi casa, dado que la repentina ausencia de Lucas en mi vida hacía que... realmente esté libre.

- No sé qué hacer - dijo finalmente Sebastián, cuando pudo formular palabras. - ¿Por qué no eres capaz de darme una buena noticia? Yo sé que quise luchar por ella con muchas espectativas que ahora se vieron reducidas, pero de todos modos quiero seguir intentándolo.

- Has como quieras, Sebastián - le dije, resignado a que aquella batalla no se iba a ganar. - Sólo quiero que entiendas que ella no tiene intenciones de querer algo contigo. Siento ser la persona que te esté dejando sin ilusiones, pero es mi trabajo como tu amigo también.

Era extraño. Sebastián no era una mala persona después de todo, pero aún así había algo en mi interior que impedía que pudiera sentir pena por él.

Tal vez porque yo no soy de los que dejan escapar la oportunidad, por eso suele ser hasta gratificante ver a alguien sufriendo por haberla dejado ir.

Yo Pensé


La soledad se convierte en mi amiga.

La odio.

Quisiera que se marchara.

Pero es la que siempre está.

Ojalá hubiera una cura para esto.

sábado, 3 de mayo de 2008

175. La Historia de Sebastián

Tengo que reconocerlo públicamente, Sebastián jamás fue mi persona favorita. Más allá de su actitud de niño lindo, que mezclaba una inocencia de la cual nunca creí que fuera real, en ese momento no estaba en condiciones de ponerme a juzgar, por lo que olvidé todos los reproches que me había creado contra su persona y mantuvimos una conversación abierta y sincera.

- Estoy un poco desquiciado - me confesó, inciando la charla. - Hoy recién contestó uno de mis mensajes. Sé que ella está en la ciudad también y le pedí que por lo menos nos encontráramos a tomar algo. El problema es que no puedo tomar nada. Resultó ser que tengo apendicitis, pero todavía no encuentran qué es lo que me pasa, por lo que no puedo tomar alcohol, ni gaseosas ni nada dulce. Estoy viviendo a dieta, prácticamente. Y le mandé un mensaje a Lucas preguntándole "¿qué pasó con Oliver?" y él me respondió "después te cuento".

Bien, entonces el chico estaba mal por amor a Camila, estaba con un problema médico del cual se ignoraba su significado y había hecho el acto más estúpido del mundo. Merecía morir, definitivamente.

- ¿Qué hiciste qué? - pregunté, como si de repente me hubiera llamado la atención la charla. - ¡Te pedí que no te metieras en el medio!

- Es que me moría de intriga - reconoció, el muy cararrota. - Siempre que vengo, tú y Lucas tienen un problema distinto. Esta vez parece que es serio, por la forma en que me lo dijo.

- De acuerdo, de acuerdo - lo detuve, intentando meditar mi próximo paso. - Te voy a contar lo que me dijo Camila con una condición. Que no hables con Lucas de mí.

- Hecho - prometió.

Es impresionante lo bajo que puedo llegar a caer para influir sobre las personas, pero no podía arriesgarme a que Lucas le contara a Sebastián toda la verdad. Sabía cuál era la fuente del problema, pero no creía que Lucas se lo contaría a todo el resto. Lo cual es algo infantil que me sorprenda, dado que ya hizo lo mismo una vez.

Pero de todos modos no podía permitir que eso suceda. O por lo menos, iba a quedarme tranquilo de que haría todo lo posible por evitarlo.

Y no es que tenga temor de que Lucas hablara sobre lo que pasó. Lo que me daba más temor es que era algo que sé que no íbamos a superar y, entonces, sería practicamente darlo por muerto... literalmente.

174. Los Dos On Line

Al día siguiente, después de finalizar un arduo día de universidad, habíamos pactado con Ana juntarnos a nuestras Tardes de Series. Y sólo quedaba la opción de avisarle a Lucas, con quien me estuve resistiendo todo el día las ganas de mandarle un mensaje para preguntarle si había viajado o no. Finalmente mi voluntad había vencido y fue totalmente productivo que lo hiciera, porque cuando llegué a mi casa y me conecté, vi a Lucas on line. No habló.

YO: Hola.

LUCAS: Hey, hola.

YO: ¿Viajaste al final?

LUCAS: No, no voy a ir.

YO: ¿Y dónde estás ahora?

LUCAS: En el ciber de Tobías. Mientras él y Marcelo arreglan unas máquinas, yo me dedico a chatear.

Ah, bueno. Damos por entendido que la charla de anoche fue gastar saliva en palabras baratas, porque directamente ya dejé de existir en los planes del fin de semana. Bien, y por si las cosas no podían empeorar, en la otra ventana Sebastián habló conmigo.

SEBASTIAN: Estoy en la ciudad, en veinte minutos voy para tu casa.

Aquello era extraño, pero no necesitábamos deliberar demasiado para descubrir que el repentino interés de Sebastián por visitarme tenía más que ver con el hecho de que necesitaba información de Camila que con el hecho de que yo me había distanciado de Lucas.

De todos modos, volví hacia mi conversación con Lucas.

YO: Mañana nos juntaremos a una tarde de series, a eso de las cuatro. Si quieres venir, estás avisado.

LUCAS: Bueno. Yo veré qué hago.

Por el amor de Dios. Aquella situación me estaba sacando de quicio. ¡Estaba muy enojado!

YO: Después sería interesante analizar la hipótesis sobre en qué momento directamente dejamos de tener planes.

LUCAS: Vale.

En ese momento tuve ganas de arrancarle los ojos con una cuchara para que le doliera más.

YO: Pregunta, esto que está pasando ¿tiene relación a nuestra última conversación, verdad? No estás por encima del hecho, ¿cierto?

LUCAS: No lo sé.

YO: Entonces ¿decidiste apartarte?

LUCAS: No. Tiempo.

YO: Hubiera preferido que te tomes la molestia de charlarlo conmigo y encontrar una solución antes que hagas esta estupidez que estás haciendo.

LUCAS: Me voy, Oliver. Nos vemos mañana. Adiós.

Y se desconectó. Estaba tan furioso que jamás me percaté, hasta un par de minutos después, que Sebastián ya estaba en la puerta de mi casa.

173. Visita de Medianoche

Aquella noche quedé en esperar a Pablo, que me había lanzado un gran interrogante a mi vida. "Iré a tu casa, pero mantén mi llegada en secreto." Y aquello sí, podría decirse que era un misterio completamente ilógico. ¿Ahora mi amistad con Pablo debía ser un secreto? ¿Por qué?

Pero de todos modos, Pablo me mandó un mensaje diciéndome que tenía un partido de póker y que eso iba a imposibilitar su llegada. Así que completamente resignado, comencé la guerra cotidiana de intentar expulsar a mi perro de mi cama para que yo pudiera acostarme tranquilo, cuando en eso, recibo un mensaje de Lucas.

"¿Estás en tu casa?"

Y viendo que mi perro gruñía cuando yo lo quería empujar, me dedico a contestarle el mensaje.

"Sí, ¿qué necesitas?"

Dos minutos después, no sé cómo, pero Lucas estaba en la puerta de mi casa. Intenté ser lo más cordial posible, así que me dibujé una sonrisa de buen anfitrión mientras concentraba mi ira en seguir intentando dejar mi cama libre de animales.

- Así que aquí está el ofendido - dijo, en un tono sarcástico.

- ¿Disculpa?

- Si yo no aparezco es porque estoy trabajando - me respondió, como si la víctima fuera él. - No es porque yo no quiero.

Pude haber retrucado a esa respuesta recordando detalles en donde directamente no estaba trabajando y aún así no fue capaz de aparecer, pero no tenía intenciones de luchar por algo que ya di por perdido, así que lo dejé continuar.

Lucas comenzó a contarme toda su vida de la semana y, por supuesto, no mencionó otra cosa que lo del trabajo. Sus partidas de póker en la casa de Tobías pasaron totalmente inadvertidas en la conversación y como a esa hora el sueño me había atacado a un nivel bastante importante, tampoco podía formular las palabras. Preferí echarle la culpa al sueño, en realidad, y no al hecho de que no me esperaba aquella situación.

Una vez que terminó de hablar, se levantó y se dirigió hacia la puerta. Momento en el que se me encienden las lamparitas.

- ¡Espera! - dije, enfurecido. - No eches la culpa de que yo fui el que dramatizó todo esto. Tú ni siquiera me respondías los mensajes. Y si lo hacías, jugabas con los monosílabos y más de eso no obtenía de tu parte.

- ¡Es que así le respondía a todo el mundo porque estaba ocupado! - me reprochó.

- ¡Me lo hubieras dicho! - exclamé. - Si me hubieras dicho que estabas ocupado nos hubiéramos ahorrado todo este drama.

- Te conozco - respondió, con aires altaneros. - Si te hubiera dicho que estaba ocupado, tú me hubieras respondido algo así como "claro, ahora te haces el ocupado." Si te conozco, sé que no me hubieras creído.

En parte tenía razón con esa historia. No lo hubiera creído, como tampoco creí la cantidad de excusas que acababa de escuchar. Era como si hubiera tenido el tiempo y la molestia de elaborar toda una historia para que concuerde con su ausencia durante toda la semana.

Prometió llamar si es que no viajaba, y no sé por qué algo en mí quería saber que eso iba a ser cierto. Tal vez, porque después de todo, por lo menos tenía que creer en algo de aquella conversación. Pero no me dediqué a pensar en eso el resto de la noche, preferí concentrar mis energías en seguir intentando sacar a mi perro de mi cama.

172. Confirmado

Sorpresivamente, por la tarde de jueves, recibo un mensaje de Jessica que me preguntaba qué es lo que estaba haciendo, por lo que respondo que es un buen momento para que podamos hablar. Así que estaba a punto de marchar hacia su encuentro, cuando otra persona menos esperaba decide reaparecer, Lucas.

"¿Dónde estás? ¿Estás en tu casa?"

Increíble. Pero de todos modos, pese a que resultaba bastante extraño, decido mandarle un mensaje.

"Estoy por ir a ver a Jessica. Si quieres ir conmigo, avísame."

A los pocos minutos respondió, y no fue justamente la respuesta correcta.

"No, era para llevarte unos folletos que Ana me había pedido, porque viajo mañana nuevamente. Pero no importa, tal vez después se lo lleve yo. Me tengo que ir a la oficina. Nos vemos."

Ah, bueno. Que emocionante. Porque aquél mensaje era uno de esos típicos mensajes en donde me hablaba para pedirme algo relacionado con su empresa. Podría estar hirviendo de la bronca, pero una parte mía no se sorprendía por esos detalles. Ya había dado a Lucas por muerto, por lo cual lo que hiciera un cadáver no me afectaba demasiado.

De todos modos, decido confirmar mi teoría.

"Es decir, ¿tú y yo no vamos a volver a lo que era antes, verdad?"

Y sin esperar una respuesta, me marché a ver a Jessica. Inesperadamente reconoció que estaba algo histérica el sábado anterior pero que eso ya había pasado y si bien jamás hubo una disculpa de por medio, tampoco era necesario. No podía darme el lujo de seguir perdiendo a la gente que me rodeaba.

Esa tarde fuimos a ver a Guillermina, y de repente me encontraba con las dos personas que me hicieron enojar en el transcurso de la semana. No hubo rivalidades. No hubo drama. Todo se solucionó por sí solo.

Pero la no respuesta de Lucas a mi pregunta hizo que confirmara lo que estaba pensando. Esta vez algo había muerto... y lo peor es que era algo de ambos lados.

viernes, 2 de mayo de 2008

171. Resumen de la Semana

Después de lo que Guillermina comienza a repartir como una ola de chismes jugosos, como el hecho de mi relación amorosa oculta con Lucas (que ojalá fuera cierto), me enojé con ella de una forma tan gigantezca que dejé de hablarle a partir de ese momento. Mi relación con Lucas estaba en crisis por lo tanto, lo que menos necesitaba es personas que pudieran ponerle sal a la herida.

Pero dos días después he decidido volver a hablarle (una vez que la ira ya se me pasó), dado a que me di cuenta que no me podía dar el lujo de seguir perdiendo a las personas que me rodeaban. Y visto que Guillermina tampoco podía darse ese privilegio, ha decidido hablarme como si nada hubiera pasado.

Me quedaba la intriga sobre Jessica, que el fin de semana anterior estuvo totalmente insoportable con respecto al tema, por lo que también opté por la bandera blanca y mandé mi mensaje de tregua preguntando cuándo podíamos volver a hablar. Afortunadamente ella respondió positivamente también, así que ya estaban casi todos los pasos realizados.

Por otro lado, Sebastián siguió el consejo que Lucas le dio cuando se encontraron el fin de semana y rompió con su novia actual para comenzar su relación con Camila. El problema fue que Camila jamás tuvo intenciones de volver con Sebastián, lo cual hizo que el chico (en una noche donde tenía un principio de apendicitis) quiera cruzarse toda la ciudad para ir hasta su casa a gritarle (aunque con amor) que la amaba. Por supuesto, Camila le dijo que si hacía eso nunca más le iba a volver a hablar en su vida, pero creo que era por miedo a que su apendicitis explote cuando esté haciendo eso y luega sienta cargo de consciencia si Sebastián moría en su casa.

Finalmente, la abuela de Karen y Laura tuvo una recaída y mis dos amigas tuvieron que pasar el primer día de mayo en la Clínica, sabiendo la suerte que correría la mujer. Resulta que tiene que someterse a una operación por una fisura en la cadera, pero afortunadamente no hay nada que indique que su vida corre peligro.

Sin señales de vida de Lucas, he decidido darlo por perdido. Muerto y enterrado. Es lo mejor para todos. Me duele en el alma, pero he decidido continuar con mi vida.

Cerrado por Derribo


Hay que empezar todo de nuevo. Dejar de lado el amor. Volver a vivir. Dejar de creer en los príncipes y princesas. Este es el mundo real.

Si el mundo fuera perfecto, en estos momentos estaría entrelazado en mis sábanas con la persona que quiero estar. Pero he decidido resignarme. Dejar de luchar. Las cosas ahora ya son así.

Voy a dejar de esperar que la vida sonría o que la suerte me encuentre.

He decidido aceptar todo tal cual está y vivir con eso, me guste o no.

A partir de este momento todas mis emociones, mis ilusiones y mi corazón... están cerrados por derribo.


Visitas 5º Parte: 303

miércoles, 30 de abril de 2008

Yo Pensé


Hasta siempre, compañero.

Nuestra historia se acabó.

Hasta siempre, amigo mío,

ya no hay sitio para dos.

martes, 29 de abril de 2008

170. ...a Peor

Lucas había regresado a la ciudad y me mandó un mensaje preguntándome a qué hora salía de la facultad para que pudiera ir a mi casa. Decido mandarle un mensaje.

"Yo te llamo cuando me encuentre en mi casa. ¡Y acabo de encontrar quien asesine a Guillermina!"

En ese momento me di cuenta que Lucas ignoraba todo lo que sucedió en su ausencia. Los chistes de Jessica, los comentarios de Guillermina y, sumado a eso, mi error de inconsciente con una campera. Sí, eran cosas sobre las cuales le tenía que poner al corriente esa noche.

"De acuerdo, tú me llamas. ¿Y por qué quieren matar a Guillermina?"

Tal vez era mejor contárselo ahora que después. De todos modos le iba a detallar aquella noche.

"Porque comenzó a inventar que tú y yo tenemos un romance y que Iván se acuesta con travestis por un amor no correspondido hacia Jonatan."

Nunca me respondió. Aquello estaba dando mala espina. Por si fuera poco, los mensajes de Guillermina estaba arribando a mi celular y tampoco eran ejemplos de algo agradable.

"Me acabo de encontrar con tu mejor amiga Jessica. ¡Juntas te vamos a destruir!"

Ese mensaje terminó por colmar mi poca paciencia. Sabía que estaba a punto de dar un golpe bajo, pero era la única carta que me quedaba por jugar.

"Hagan lo que quieran, no me importa. Se nota que quieres sobresalir para que el próximo año te tengan en cuenta para invitarte al cumpleaños de Cristobal."

Sé que fui un perro, pero me sentí muy bien al decirlo. Guillermina se había enojado y quizá eso también pudo provocar un error, porque cuando regresé a mi casa y le escribí a Lucas avisándole, él respondió muy amablemente:

"Es difícil que pueda ir, estoy en la casa de Tobías."

Y a los dos segundos de recibir ese mensaje, recibí otro mensaje de Jessica.

"No te preocupes, Lucas está aquí. Sé que es lo que estás pensando en este momento."

Por Dios. Esto ya no era lógico. Era como una especie de complot en mi contra que no sabían cuanto daño estaban causando.

Pero algo ya estaba seguro, entre Lucas y yo algo se había roto. Y ahora no quedaba otra cosa más que volver a empezar.

No sé si fui la víctima o fui el culpable. Quizá un poco de ambos. Pero interpreté mal las señales, creyendo que esta vez la historia iba a sonreirme. Y nunca me di cuenta que la vida no es para los débiles que creen en los finales felices.

Todo estaba muerto. Todo había llegado a su final.

169. De Mal...

La que más parecía andar bailando de alegría por el asunto de haber confundido el nombre de Tobías con el de Lucas, era Guillermina. Y lo demostró cuando Iván, que está en otra ciudad, inició una charla con ella para que la muchacha pudiera contarle acerca del romance oculto entre Lucas y yo.

Aquello era para asesinarla. Pero el ataque de Guillermina sólo fue empeorando, porque parecía que sus ganas de destruír la reputación y vida de las personas no solamente terminaba conmigo, sino que también se había transmitido a Iván, cuando comenzó a publicar la teoría de que al chico le gustaban los travestis y tenía un amor reprimido hacia Pablo.

Pero por si fuera poco, un compañero de facultad la conoce a Guillermina de sus clases de karate. Así que se me ocurrió un sensillo plan, que podría ser efectivo.

- ¿En las clases de karate, hay alguna forma de que "sin querer" puedas causarle un daño cerebral a una persona? - le pregunté a Miguel.

- No lo sé - respondió. - Existe la posibilidad, aunque tendría que estar bien pensando. ¿Por qué?

- Porque te ruego que lo hagas con Guillermina - le supliqué.

- ¿Qué tiene de malo esa chica? - preguntó Miguel, como si estuviera sorprendido de que alguien quiera arrancarle los pulmones. - Yo la conozco hace dos años y es una persona bastante centrada.

Es obvio que no la conoce muy bien que digamos.

- Digamos que metió en problemas a más de uno - respondí. - Por favor, tienes que hacerlo. Si quieres te traigo una petición firmada por, al menos, treinta personas para mañana.

Miguel se río de mi comentario desesperado. Yo no podía ver qué le encontraba de gracioso.

- Lo pensaré, lo pensaré - me dijo, y se giró para entrar en clase.

Totalmente feliz y emocionado, decido que llegó el momento de decirle a Guillermina que había encontrado un aliado para mí.

"Encontré a quien "sin querer" te haga daño en tu próxima clase de karate."

Dos minutos después, Guillermina me mandó su respuesta. Ironicamente, no era la que yo esperaba.

"Miguel no me haría daño a mí, sin embargo, encontré un buen aliado que puede torturarte en tu facultad."

Diablos.

domingo, 27 de abril de 2008

168. El Error de la Campera

Dos días después, mi vínculo con Lucas sufrió una transformación bastante importante. De repente ya dejó de responder mis mensajes sin sentido y las pocas veces que se conectó, las conversaciones eran superficiales y no se explayaban demasiado. Pero lo peor fue enterarme, gracias a él, que "nuestra amistad pende de un hilo."

Una fiesta en la casa de Jessica fue el detonante para que las cosas se compliquen todavía más. Con la ausencia de Lucas, todo el mundo se había reunido a celebrar el fin de semana hablando de cosas triviales y sin sentido. Jessica, Julieta, Guillermina, Tobías, Leo y Pablo eran mi compañía en aquella noche, en donde lo que menos necesitaba era pensar en aquella persona que estaba perdiendo. Que se iba lentamente y no sabía cómo retenerlo.

Jessica, por su parte, me torturaba con Lucas. Sé que al principio eran solamente chistes infundados que buscaban causar una amplia gama de diversión, pero luego el asunto se volvió denso. Yo no podía decir nada sin que Jessica viera que mis acciones eran consecuentes de Lucas, y del hecho de que "me había dejado".

El frío, de repente, comenzó a atacarnos, más que nosotros estábamos en la interperie, y Tobías, que ese día andaba de mal humor, comenzó a titiritar.

Lo que hice a continuación fue un error. Un error que nos da la moraleja que nunca hay que tener el complejo del buen samaritano, porque esto puede causar que todo se desmorone.

Miré a Tobías que se estaba congelando e, inocentemente, le ofrecí:

- ¿Quieres mi campera, Lucas?

Justo en el momento en que todos estaban en silencio. Todos me escucharon. Todos se ríeron. Y yo había dejado en evidencia el secreto que hace tiempo intento proteger. Que estúpido que fui.

167. La Charla Final

Lucas me miró con una visión de sorpresa. Estaba claro que más allá de todas las sospechas que podría llegar a haber tenido alguna vez, jamás se hubiera imaginado que tan directamente se lo diría.

- Estoy intentando solucionar este problema - continué con la historia. - Sé que está mal. Que es un error. Pensaba contártelo cuando se me pasara, pero hoy estoy en esos días de debilidad extrema donde necesito desahogarme, y lamento mucho que la persona de la que te hablo sea la única persona que me puede escuchar.

Lucas encendió un cigarrillo. Aquél momento no era una situación de nervios, para mi sorpresa. Simplemente me encontraba resignado, como un niño que reconoce que le fue mal en el colegio y no puede evitar su castigo. Ya esperaba cualquier cosa.

- Te diré que esto no me sorprende - me mencionó.

- No espera que te sorprenda tampoco - dije, encogiéndome en hombros. - Tú siempre lo sabes todo.

- Tus acciones hablan más que tus palabras - me dijo. - En cierto modo, lo sabía.

Aquello debía de ser un chiste. ¿Y él? ¿Y todo lo que él hizo? ¿Acaso no podía ser considerado como acciones que hablan más que palabras? ¿Acaso solamente yo me inventé toda una historia que no existía pero él tuvo la fortuna de estar acertado? Es increíble. Esto sólo me pasa a mí.

- Y si lo sabías, ¿no pudiste ahorrarme la tortura de sufrir en silencio? - pregunté, a punto de pegarle. - No era más fácil que me lo preguntaras y así me ahorraba la molestia de no saber qué hacer.

- Es que no estaba muy seguro - respondió. - Pero tuve la duda.

- Lamento mucho que esto suceda - dije, volviéndome a poner en la misma posición de no observarlo. - Lo siento mucho. No quería que esto tuviera este final.

- Ahora todo lo que suceda depende de ti - me dijo, sin mirarme esta vez. - Tú tienes que decidir qué es lo que quieres hacer.

La conversación se vio interrumpida por Tobías y Marcelo que terminaron apareciendo en mi casa para buscar a Lucas. Entonces se marchó y yo lo único que pensaba era en todo el tiempo perdido, persiguiendo un conejo blanco que nunca existió.

166. Las Peleas de la Noche

- Me enferman las personas que hacen suyos los problemas ajenos - me dijo Lucas, mientras hablaba con Sebastián.

- Y a mí me molestan las personas que son defensoras de pobres y ausentes - retruqué. - ¿Lo ves? Estamos en la misma situación.

El ambiente se estaba poniendo un poco tenso. Aquello estaba definitivamente destinado a terminar mal. Asfixia. Impotencia. Ganas de llorar y desaparecer.

- Además, admite que todo esto es porque ataqué a Sebastián - volví a decir. - Porque si fuera otra persona a la que le hubiera hecho esto, no me saltarías a atacarme.

- ¡Claro que sí! - me contestó, enojado. - Se nota que no me conoces. Que suerte que no te hago hacer un test sobre mí porque perderías.

- Entonces, ¿le dijiste a Sebastián que tu postura sobre lo que está haciendo está mal? - pregunté, cruzándome de brazos. - ¿Vas a defender tus ideales ante él? ¿Ya lo hiciste?

- ¡Todavía no tuve tiempo! - me respondió, enojado, y comenzó a hablar con él.

Lancé un sonoro suspiro de enfado. Pero la cosa ojalá hubiera terminado allí. Siguió empeorando cada vez más, porque al instante Tobías se hizo presente en mi casa.

- ¿Qué hace Tobías aquí? - pregunté, antes de que el muchacho llegara con nosotros.

- Me preguntó dónde estaba y le dije que estaba aquí - dijo, como si nada.

¡Aquello ya era el colmo! ¡Estaba por asesinarlo! Tenía tanta bronca en mi poder que el único beneficio que veía en el momento era romperle la cara contra la pared y dejarlo desangrarse hasta morir. ¡Había vuelto a hacer lo mismo de siempre! ¿Acaso tenía algún desperfecto en el cerebro que le impedía ser una persona coherente? ¿O acaso yo pedía mucho?

Por suerte, la estadía de Tobías no duró demasiado porque al llegar a mi casa se enteró que tenía que ir a buscar a Marcelo de la casa de Guillermina (quien ahora ya había vuelto a hablarme bien), por lo cual se marchó resignado.

Momento que aproveché para agarrar a Lucas del cuello con toda la rabia contenida.

- ¿Por qué lo volviste a hacer? - pregunté, irritado.

- ¡No me acordé! - dijo, como si bastara como defenza. - Estaba concentrado en la computadora y no te lo dije.

Lo solté y me recosté en mi cama mirando el techo. Aquello ya era demasiado. Era un día digno para el olvido. Entonces noté que me observaba.

- Perdón - me dijo, con una entonación de haberse dado cuenta que hizo mal.

Bien, ya era algo. Para Lucas reconocer que estaba equivocado era casi tan difícil como lograr que yo tenga un día de paz y felicidad, por lo cual le di méritos por el esfuerzo.

Había llegado el momento. Todo ya estaba perdido y en ese momento me di cuenta que sólo había una carta por jugar. La carta de la verdad.

Me senté a su lado cerca de la computadora y llamé su atención.

- Esto no sonará agradable pero tengo que contártelo - se lo dije, sin mirarlo a los ojos. - En contra de mi voluntad, creo que hace un tiempo comencé a sentir algo por ti.

Yo Pensé


Yo quería cambiar el mundo

pero el mundo es como es.

viernes, 25 de abril de 2008

165. Los Sucesos

Lista de Sucesos que Armaron la Desesperación:

* Contrariamente a lo que yo había sospechado, Federico, mi profesor, apenas me dirigió la palabra al día siguiente. ¿Por qué es importante? Porque era parte de la fantasía. Era el único motivo con el que podía olvidarme de lo que sentía por Lucas. Era importante. Era fundamental para mi vida, por más que nunca suceda nada entre nosotros, que la fantasía siguiera teniendo efecto. La droga que necesitaba para olvidarme de la cruel realidad.

* Estuve durante dos días haciendo un trabajo hasta darme el lujo de poder decir que era excelente, para que a todo el mundo le guste... menos a la profesora. Resultó ser que no era lo que ella me pidió que hiciera y yo, sin poder contenerme, hice un elaborado trabajo cuando no era necesario, y parece que eso está mal. Otro motivo de depresión instantánea.

* Lucas llegó a mi casa me sorprendió con la noticia de que viajaría a la casa de su jefa, donde es amigo del hijo y también gusta mucho de la hermana de éste. Iría por todo el fin de semana y volvería para el lunes, donde comenzarían las clases de Secretariado Jurídico donde todos nos inscribimos. Pero de todos modos se iría por tres días y la noticia me la estaba desayunando como si nada.

* Cuando Sebastián apareció en la sesión de Lucas, pasó un hecho bastante extraño.

SEBASTIAN: ¿Dónde estás?

Entonces Lucas hizo un gesto dudoso con las manos y me miró como si buscara alguna respuesta en mí.

- ¿Le digo que estoy aquí o no?

- ¿Por qué le tendrías que mentir?

Esa fue una de las grandes preguntas que Lucas jamás me pudo responder. ¿Por qué mentiría acerca de dónde se encontraba? ¿En qué hacía la diferencia? ¿Qué es lo que había detrás? Aquellas situaciones me estaban cansando.

* Sebastián contó la historia de la confusión que sentía por dos mujeres. Una su novia y la otra, una persona que quiso en el pasado y ahora volvió a sentir algo. Lo cual, su problema central era saber qué haría de su vida. ¿Con cuál de las dos se quedaba? Porque no podía seguir con las dos.

De más está decir que eso colmó mi poca paciencia hacia Sebastián, dado que la otra muchacha era mi amiga Candela. Esto hizo que comenzara a insultarlo por chat por la atrocidad que estaba haciendo de jugar con dos personas por su puro egoísmo. Grave error dejarme influenciar por mis emociones.

Porque aquí se haría presente una de las tres peleas de la noche.

164. Desesperación

El momento había llegado. Las horas pasaron de prisa en esa noche de jueves. La historia todavía está un poco sin armar.
Sólo hay daño.
Heridas.
Muertes.
Las señales se terminaron.
La asfixia tomó lugar.
La verdad salió a la luz.
Sólo encontró oscuridad.
Sólo encontré oscuridad.

Me encontraba al lado de Lucas, en una silla. Él se encontraba en otra, prestándome toda la atención. Quedaba poco tiempo. En cualquier momento Tobías y Marcelo entrarían en mi dormitorio y se lo llevarían. Era el momento.

- Hay cosas que uno no puede controlar - dije, sin ser capaz de mirarlo. - Hay cosas que son errores inevitables. Hace un tiempo atrás que siento algo por ti.

La conversación continuó normal, pero hablamos de este tema. Él lo sabía. Ya no había vuelta atrás.

No sé si está bien lo que hice. La noche pasó demasiado rápido. Nunca lo vi venir.

Sólo recuerdo el momento. La angustia. La desesperación. Las ganas increíbles de llorar y desear no existir. No le encontraba el sentido. No era por Lucas. No era por lo que dijo después. Era por mí. Era por lo que yo quise crear y nunca existió.

Pero voy a molestarme en contar cómo empezó todo este trágico día. Cómo fue que las cosas hicieron que esto terminara teniendo este desenlace tan trágico. Cómo fue que la última gota de esperanza y respiración me fue tomada de las manos.

Eran las 3 de la mañana cuando todo sucedió. Todo comenzó 9 horas antes.

El día que nunca tuvo que haber existido.

El día que no tuve que despertarme.

El día que hice que mi vida sea una pesadilla.

El día que mi corazón, citando a Sabina, comenzó a cerrarse por derribo.

El día en que el sueño se hizo real.

Y la realidad... desesperante.

jueves, 24 de abril de 2008

163. La Historia Planificada

Cuando esa noche volví a ver a Lucas, terminé de hacer unos trabajos prácticos mientras él se dedicaba a jugar al PKR en la computadora. Finalmente me cuenta que tuvo unos problemas con una amiga suya.

- No sé muy bien qué pasó pero me acusa de algo que yo no hice - declaró, algo molesto. - Me dice que yo le conté a su hermana cosas de ella y que por eso la hermana le pegó. Cosas así. No entendí mucho, pero yo ni siquiera hablo con su hermana. Así que no sé de qué va esta historia.

Lógico que no pudimos avanzar mucho en la investigación de ese problema porque, bueno, para empezar no teníamos idea de lo que sucedía y su amiga no se lo quería contar. Mientras tanto, yo le estaba contando mi hazaña con el profesor.

- Pero tu profesor está casado, ¿no? - me preguntó.

- Sí, ¿crees que será feliz con su esposa? - pregunté, interesado. - Por Dios, esto no va a ser una buena etapa, definitivamente. Pero, ¿por qué la vida me lo pondría enfrente si no es para tener sexo con él?

- Pero ¿para qué quieres tener sexo? - preguntó. - Si solamente será eso y luego... nada.

No supe que responderle porque no sabía a qué venía ese comentario. ¿Acaso él conocía a una persona que podría estar conmigo y con ganas de una relación seria? ¿Acaso era otra indirecta? No. No tenía que hacerme más ilusiones con respecto a ese tema. Pero aún así, era otra cosa de Lucas que me hacía meditar mucho. ¿Por qué me hacía esto? ¿Por qué tenía esa costumbre?

- Escucha - dije, saliendo del apuro. - Tengo la historia de mi vida planificada. Primero, Federico y yo tendremos sexo y lo haremos continuamente. Pero meses después, descubriré que tiene esposa.

- Pero si tú ya sabes...

- Sí, ya sé, ya sé que tiene esposa - lo interrumpí. - Pero él no sabe que yo sé. De todos modos, él la eligirá a ella y no a mí. Entonces yo entraré en una gran depresión que durará mucho tiempo, mientras que en ese intermedio tendré que sobrevivir a una bomba que va a explotar en la Universidad, sólo para que después él tenga sexo conmigo nuevamente y la deje a su mujer cuando descubra que lo ha vuelto a engañar con su mejor amigo.

- Esta historia es vagamente similiar a la de...

- Entonces nosotros dos podremos estar juntos - interrumpí nuevamente. - Hasta que mi madre descubra que soy un ordinario, y esa depresión me lleve a no querer nadar cuando caiga en el mar después de querer salvarle la vida a una persona que sufre una herida en la pierna. Bien, como la ciudad no da a ningún mar, tendrá que ser en la laguna que está cerca de aquí. Sólo tenemos que conseguir que choquen dos barcos. El problema sería, ¿cómo conseguimos meter dos barcos en esa laguna?

- Oliver, estás realmente...

- Luego él se metererá en la laguna a salvarme - continué, sin dejarlo hablar. - Pero me dirá que está cansado de respirar por mí y se alejará. Yo querré estar con él, pero en eso la nueva esposa de mi padre morirá a mi cuidado y mi padre me echará la culpa de matarla. Entonces yo quedaré muy traumado y no tendré ganas de aceptar formalizar con Federico.

- Por Dios, esto es absurdo, tienes que...

- Aún así, todo se complicará cuando aparezca mi media hermana, a quien yo no le querré hablar porque mi padre la eligió a ella - volví a interrumpir. - Federico me dirá que se quiere casar conmigo y yo no estaré seguro porque en el pasado él me dejó por su esposa. Y hasta ahí no más sé cómo irá la historia porque recién mañana dan los nuevos capítulos de Grey's Anatomy.

Lucas tuvo ganas de pegarme, creo, porque dejó de hablarme en ese momento. El resto de la noche fue tranquilo, pero sin embargo las hormonas estaban descontroladas en mí. Lo quería. Lo deseaba. Tenía ganas de abrazarlo, de acostarme con él, de amarlo. ¿Por qué? ¿Por qué me da esos comentarios que me vuelven a hacer dudar? ¿Realmente me quiere o no?

La incertidumbre me estaba matando lentamente.