miércoles, 7 de mayo de 2008

180. Camila y su Visión

Lucas y yo nos encontrábamos en mi casa cuando afortunadamente aparece Pablo y comienzan a hablar entre ellos. Ya no toleraba pasar más tiempo a solas con aquél muchacho, y quería aclarar mi cabeza antes de comenzar a hacer un drama, por lo que la llegada (aunque tardía) de Pablo me vino como anillo al dedo.

Aún así, eso de tener frente a mí a dos fantasías sexuales no duró mucho tiempo, porque, aunque era previsible, Camila fue a visitarme a mi casa, como hace bastante tiempo no sucedía. Creo que quería también obtener algo de información sobre Sebastián y nadie mejor que "su nuevo mejor amigo" como para otorgársela.

- Quiere estar contigo - le conté, como si no fuera obvio. - Dijo que quiere luchar por ti y que no va a descanzar. También mencionó que esto no es un capricho.

- Es que yo no siento nada por él - dijo ella, con algo de resignación. - Hace unos años atrás yo me moría de amor y sufrí demasiado, y ahora de repente le surgió este amor por mí... pero una parte me dice que ya es demasiado tarde. Ni siquiera me parece atractivo físicamente. Ni siquiera me agrada el solamente estar hablando con él. Como que me aburre.

Entendía lo que Camila sentía, porque era practicamente la misma sensación que yo tuve. Nada más que en lugar de ella, sé que había hecho las cosas mal porque se guardó toda su angustia y depresión sin que Sebastián se haya enterado hasta hace unas semanas atrás. Sebastián dijo que si ella, tal vez, mencionaba todo lo que sucedía, la historia podría haber sido distinta.

No opino igual, pero creo que es la mentalidad que Sebastián utiliza para no ser el culpable de la tragedia que está viviendo.

Pablo y Lucas se encontraban a unos metros de nosotros intentando entrar en su mundo y no meterse en el que Camila y yo estábamos viviendo, pero cada tanto veía que Lucas me lanzaba una mirada intrigante acerca de cómo me iba en el plan de hablar con la muchacha.

Y entonces, en medio de eso, un auto tocó bocina en las afuera de mi casa.

- Por Dios, debe ser Sebastián - me dijo la chica, mirándome.

Y en efecto, era él. La cosa se iba a poner demasiado interesante.

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