sábado, 3 de mayo de 2008

173. Visita de Medianoche

Aquella noche quedé en esperar a Pablo, que me había lanzado un gran interrogante a mi vida. "Iré a tu casa, pero mantén mi llegada en secreto." Y aquello sí, podría decirse que era un misterio completamente ilógico. ¿Ahora mi amistad con Pablo debía ser un secreto? ¿Por qué?

Pero de todos modos, Pablo me mandó un mensaje diciéndome que tenía un partido de póker y que eso iba a imposibilitar su llegada. Así que completamente resignado, comencé la guerra cotidiana de intentar expulsar a mi perro de mi cama para que yo pudiera acostarme tranquilo, cuando en eso, recibo un mensaje de Lucas.

"¿Estás en tu casa?"

Y viendo que mi perro gruñía cuando yo lo quería empujar, me dedico a contestarle el mensaje.

"Sí, ¿qué necesitas?"

Dos minutos después, no sé cómo, pero Lucas estaba en la puerta de mi casa. Intenté ser lo más cordial posible, así que me dibujé una sonrisa de buen anfitrión mientras concentraba mi ira en seguir intentando dejar mi cama libre de animales.

- Así que aquí está el ofendido - dijo, en un tono sarcástico.

- ¿Disculpa?

- Si yo no aparezco es porque estoy trabajando - me respondió, como si la víctima fuera él. - No es porque yo no quiero.

Pude haber retrucado a esa respuesta recordando detalles en donde directamente no estaba trabajando y aún así no fue capaz de aparecer, pero no tenía intenciones de luchar por algo que ya di por perdido, así que lo dejé continuar.

Lucas comenzó a contarme toda su vida de la semana y, por supuesto, no mencionó otra cosa que lo del trabajo. Sus partidas de póker en la casa de Tobías pasaron totalmente inadvertidas en la conversación y como a esa hora el sueño me había atacado a un nivel bastante importante, tampoco podía formular las palabras. Preferí echarle la culpa al sueño, en realidad, y no al hecho de que no me esperaba aquella situación.

Una vez que terminó de hablar, se levantó y se dirigió hacia la puerta. Momento en el que se me encienden las lamparitas.

- ¡Espera! - dije, enfurecido. - No eches la culpa de que yo fui el que dramatizó todo esto. Tú ni siquiera me respondías los mensajes. Y si lo hacías, jugabas con los monosílabos y más de eso no obtenía de tu parte.

- ¡Es que así le respondía a todo el mundo porque estaba ocupado! - me reprochó.

- ¡Me lo hubieras dicho! - exclamé. - Si me hubieras dicho que estabas ocupado nos hubiéramos ahorrado todo este drama.

- Te conozco - respondió, con aires altaneros. - Si te hubiera dicho que estaba ocupado, tú me hubieras respondido algo así como "claro, ahora te haces el ocupado." Si te conozco, sé que no me hubieras creído.

En parte tenía razón con esa historia. No lo hubiera creído, como tampoco creí la cantidad de excusas que acababa de escuchar. Era como si hubiera tenido el tiempo y la molestia de elaborar toda una historia para que concuerde con su ausencia durante toda la semana.

Prometió llamar si es que no viajaba, y no sé por qué algo en mí quería saber que eso iba a ser cierto. Tal vez, porque después de todo, por lo menos tenía que creer en algo de aquella conversación. Pero no me dediqué a pensar en eso el resto de la noche, preferí concentrar mis energías en seguir intentando sacar a mi perro de mi cama.

0 Culpables: