martes, 1 de julio de 2008

EPILOGO

Juan no tuvo mucho que decir, y unos quince minutos después de hablarme acerca de los nuevos planes que traía su grupo de Humanidades en la Facultad, para el cual solicitaban mi ayuda, se había quedado sin más cosas profesionales que consultarme.
Yo, por supuesto, no dejé escapar la oportunidad de hacerle ver lo tanto que había avanzado en mi vida después de seis meses sin vernos, y creo que hasta inventé cosas que no eran del todo cierta. Aún así, para él era el ser con más felicidad en el mundo. Déjemosle que se lo crea. Obvio.
Pero la situación dio un giro significativo cuando Lucas arribó en mi casa esa noche. Sobretodo porque el muy tarado jamás supo que Juan era Juan. Es decir, sabía que era alguien que yo conocía, pero jamás se imaginó que estaba hablando con la persona que tantas veces había sido mencionada en nuestras charlas. A veces me sorprendía por lo hueco que podía llegar a ser mi amigo.
Por supuesto, a la historia se comenzó a poner más desorientada cuando Leo también llegó a mi casa y los vio a ambos. Aquello ya era un circo, aunque ni Juan ni Lucas sabían de la existencia del otro, pero Leo y yo entendimos todo con sólo lanzarnos una mirada.
- Te dejo con tus dos mejores amigos - me dijo, una hora después, mientras lo acompañaba a la puerta. - Esta imagen es totalmente descolocante.
- Dímelo a mí - respondí. - Pero bueno, no sé por qué Juan todavía está aquí cuando lo que me dijo, terminó en una brecha de 3 minutos.
Leo tampoco tenía ganas de meditar sobre el asunto. Él tenía sus propios problemas y resulta que eran más graves que aquella bizarra situación.
Finalmente los chicos partieron cuando el Sol estaba por salir. En ese momento, Lucas cayó en la cuenta de quién se trataba.
- Mañana hablamos - dijo, subiéndose al auto.
No sé si había enojado, pero en ese momento no tenía ni idea de lo mucho que me solucionaría la vida aquella aparición de Juan. Mi vínculo con Lucas daría un giro inesperado y agradable. Algo que ni yo mismo lo habría planeado mejor.
- ¿Qué es lo que estaba haciendo acá? - me preguntó Lucas, sorprendido, aunque no enojado, dos días después.
- Vino a hablarme de algunas cosas de la facultad - comenté. - De todos modos fue divertido. Extrañaba cuando charlábamos y charlábamos de todo.
- ¿Y piensan volver a verse?
- No lo sé - respondí, sinceramente. - Tal vez. Tal vez no.
Y en ese momento pasó algo mágico. Lucas apagó el monitor de mi computadora, se dio media vuelta y me dijo: "Vamos a hablar."
Y vaya que hablamos toda la noche. De diferentes cosas. De nuestros miedos, nuestras ilusiones y de un millón y medio de cosas más que pudimos haber compartido desde hace meses. Finalmente lo hacíamos ahora. Juan lo había logrado.
En esos días sentí como si me hubiera vuelto a reconquistar por aquello. Por la comunicación.
Para cuando, entonces, un viernes me llegó la notificación de que ingresaba a trabajar ese lunes, que justo coincidió con un día en donde me encontraba enfermo, hizo que todos fueran a visitarme a mi casa y que todos se quedaran allí. Inclusive Lucas que volvió cuando todos se fueron solamente para que hablemos de la vida.
Ese día, finalmente respiré.
Estaba todo bien con todo el mundo. Con mis amigos, que tanto esfuerzo hice por no aceptarlos, ahora los quería como mis hermanos. Tobías, Marcelo, Pablo, Guillermina, Julieta, Jessica y demás, ya formaban parte de mi existencia y mi punto social más importante. Finalmente me sentía parte de algo.
Ese día, miré la ventana despidiendo al auto de Lucas que se marchaba junto con él. Y junto con él, mi mejor amigo y mi último día de libertad eterna.
Sonreí.
Hace tiempo no lo hacía.
Finalmente, el mundo estaba bien y yo, como parte del mundo, me sentía bien también.

lunes, 30 de junio de 2008

LA HISTORIA SIGUE

Ya pasó un mes.
Muchas cosas cambiaron.
Estamos ante

lunes, 2 de junio de 2008

Yo Pensé


Con el tiempo he crecido.

He madurado, un poco, al menos.

Quizá no lo suficiente.

Pero no tenía ganas de hacer un drama.

Era mejor así.

Pasarlo bien.

Y uno nunca se llega a imaginar

lo bien que la puede pasar

cuando sucede algo

que no se espera.

190. Mensajes Inútiles

Ocurrió un lunes, hace una semana del día de hoy. La noche y el frío me habían envuelto y eran mis acompañantes de regreso a mi hogar después de un día de facultad normal. Cuando en eso, un mensaje recibido a mi celular me indica que alguien me estaba buscando.

"¿Estás en tu casa?"

Eso era todo. Número desconocido. Respondí con un particular "¿Quién eres?", porque todo dependía de quién se trataba el saber si yo me encontraba en mi casa o no. Pero antes de recibir la respuesta pude hacerme una sospecha de quién se trataría.

Sucedió hace dos semanas atrás, cuando por chat nos encontramos con Juan y me pasó su nuevo número de teléfono, que por supuesto nunca agendé, dado que pensé que jamás lo iba a necesitar utilizar de nuevo. Pero, ¿sería?

"Soy Juan". Fue nuevamente su gran respuesta.

Sabía que si preguntaba si me encontraba en mi casa era porque quería venir a verme, ya que dudo que de repente le haya despertado el instinto maternal para saber si todas las veces volvía a mi casa bien después de la facultad.

"Ah, nunca agendé tu nuevo número, como te darás cuenta. Sí, ya estoy llegando a mi casa."

Tampoco se lo iba a hacer fácil. Que luche. Je.

Así que me senté a comer y a mirar un poco de televisión, cuando veinte minutos después llegó nuevamente una respuesta.

"Si no puedes o no quieres, lo entiendo, pero me gustaría hablar contigo sobre el proyecto que tenemos en Humanidades. O también te lo puedo contar por chat."

Era algo que tranquilamente me podía contar por chat, me lo imaginaba. Pero como sé que su orgullo era excesivo y que hacer aquello le estaba costando horrores, preferí no mandar mi parte altanera pero aún así no ceder con facilidad.

"Como quieras. ¿Tú quieres venir a mi casa?"

Dos segundos después.

"Si se puede".

Si hubiera empezado por ahí nos hubiéramos ahorrado como tres mensajes cada uno.

"Sí, claro, ven. Estoy en mi casa."

Así fue como diez minutos después la puerta de mi casa recibió el anuncio de que alguien se encontraba del otro lado. Sin el menor sentimiento en mi interior, abrí la puerta y al mirarlo, solamente hice un ademán, mientras que mi cabeza pensó "pasa, extraño".

189. Y Siguió

Después de ese mundo ficticio donde nos introducimos, los días que continuaron, mi vínculo con Lucas se iba deteriorando a cada paso que dábamos. Era como si cada cosa que él tuviera que decirme a mí me cayera mal.

No sabía cómo pero era algo que había logrado. Me pregunté si quizá había cruzado la línea. Si era algo de lo que visiblemente ya no había ninguna forma de arreglarse. Pero como Sebastián me había encargado la incómoda tarea de tener que avisarle cuándo sería nuestra próxima sesión de Rol, agarré mi celular y di el gran paso, justo en ese día en donde ya ni nos hablábamos.

- ¿Estás ofendido conmigo o victimizado de alguna forma? - pregunté.

- Y sí - respondió, haciéndose el herido. - Si me trataste muy mal todo este tiempo. No sé qué es lo que te anda pasando.

Para ser sincero, y eso es algo que nunca se lo comenté, desde el momento en que quedó en mi habitación cuando toda mi familia me esperaba fuera y que él no haya querido salir, fue como una raya importante en mi estandar de tolerancia que Lucas cruzó pensando que no me importaría.

- De acuerdo, no hablaremos de esto - dije, poniéndole fin a un debate al que no pensaba participar. - Te llamo para comunicarte que el sábado jugaremos, si es que tu enojo hacia mi persona se te va.

- Sí, ya se me fue - reconoció. - Yo sabía que tú me ibas a llamar cuando se te vaya la bronca conmigo.

Ni siquiera le interesaba saber cuál era mi bronca. Bien, Lucas, un punto a tu favor. Cada vez estábamos más lejos de la Amistad Modelo de cada uno.

Sin embargo, las cosas siguieron su ritmo y volvieron lentamente a la normalidad. Hasta que el lunes, todo cambió.

El lunes, reapareció Juan. Y Lucas se vio demasiado perjudicado con su presencia.

jueves, 22 de mayo de 2008

188. La Campaña

Sebastián arribó a mi casa a las 2 de la tarde casi al mismo momento en el que Lucas llegó. Mi vínculo con él ya era malo, practicamente, pero sentí que iba a pasar desapercibido. Cuatro días después descubriría que no fue así y que Lucas se dio cuenta de lo mal que lo estaba tratando, pero ya veremos con el tiempo cómo se desarrolló esa historia.

Ana y Jessica también llegaron a horarios y comenzaron la preparación de sus personajes. Inventar nombre. Saber qué raza serían. Qué clase de guerreros. Todo estaba a libre elección.

Si bien estuvimos toda la siesta juntos, a la noche recién comenzaría la nueva campaña que lideraría Sebastián. Estaba entusiasmado. Tanto como todo el resto, dado la espectativa que había.

Pablo, Tobías y Marcelo llegaron más tarde, pero de todos modos hicieron sus personajes y así fue como los ocho ya estábamos predispuestos a las órdenes de Sebastián.

Sebastián, sería el Master.

Pablo, todavía no decidió nombre y dado que en la primera noche no se encontraría, no valía la pena hacer mensión sobre él en el juego.

Guillermina, sería la mujer más bella del mundo (los dados le dieron esa fortuna), una paladín de nombre Ariadna.

Tobías, Sedd, un mago que se llevaría mal conmigo en el futuro.

Ana sería Lira, Julieta sería Carrie (por Bradshow) y Lucas será Ikaros. Estos tres serían también guerreros guardianes de un rey.

Y por último nos encontrábamos Marcelo (Wiro), que sería el clérigo del asunto y yo, Gaara (por Naruto) un mago misterioso y de alineación maligna.

El juego comenzó y todos nos pusimos a nuestros puestos. Estábamos a punto de ingresar a un mundo lleno de caos y de terror que sólo existe en la ficción de nuestras mentes. Que suerte tendríamos si el real fuera así también.

sábado, 17 de mayo de 2008

187. El Resumen de la Semana 2

Una semana después, mi vínculo con Lucas se volvió nuevamente favorable, lo cual era señal de nuevos problemas entre nosotros. Si bien intenté evitar crearme un apego emocional, el hecho de estar junto con él hacía que la situación se vuelva aburrida, rutinaria e irritante.

Lucas comenzó a tener aires de sólo importarle y compartir conmigo las cosas que le interesaban a él, y cada vez que yo quería mostrar algo (por ejemplo, un video en youtube) lanzaba un quejido como si perder esos dos minutos viendo un video sea un homicidio a su ocupado tiempo. Terminó por explotar la noche que lo invité a cenar por el festejo del cumpleaños de mi padre... vino a mi casa, pero no salió de mi habitación. Definitivamente, sólo se compraba un boleto al olvido.

Por otro lado, Guillermina tuvo su viaje gracias a karate (al que Pablo no pudo ir) y hasta recibió un trofeo.

Mientras tanto, Sebastián y Camila iban de mal a peor. El martes por la noche, hicieron planes, pero como mi amiga tuvo la visita sorpresa de su antiguo novio, le mintió a Sebastián diciéndole que su abuela había enfermado y debía pasar la noche cuidándola. Sebastián, que daba muestras de ser una persona adorable, se preocupó demasiado al punto de mandarle mensajes y llamarla para saber cómo estaba una abuela que ni siquiera fue visitada. El ex novio de Camila entonces llamó a Sebastián y comenzó a insultarlo para que deje de molestarla. ¡Y se armó gran desastre entre los tres!

Pero ya que de Sebastián hablamos, la buena noticia es que empezaríamos una campaña de Rol este sábado. Lucas, Tobías, Pablo, Ana, Jessica, Guillermina y yo estamos avisados para jugar.

Y por último, acabo de recibir una propuesta de trabajo muy importante que estoy pensando seriamente en aceptar, debido a que es una oferta única y además la paga es espectacular. ¿Lo único malo? Lucas y yo dejaríamos directamente de vincularnos, porque mi tiempo estaría dividido entre la facultad y el trabajo, por lo que directamente no tendría tiempo para él.

Si tan sólo me hubiera dado un motivo... Una razón verdadera para que esto no suceda así. Pero no. Lucas prefiere callar. Prefiere dejarme ir.

Que estúpido.

sábado, 10 de mayo de 2008

186. Planes de Sábado

La siesta de aquél sábado luego de un día de accidentes me encontró con Camila, sentados en la vereda de su casa, hablando acerca de Sebastián y los sentimientos de ambos. La chica seguía fiel a su postura de no dejarlo volver a enamorarla, ya que después de todo había sufrido demasiado por él y con toda la guerra psicológica que éste le hizo, como el hecho de ir a llorarle por su novia cuando acababa de serle infiel. Además, Camila sigue apostando la teoría de que ella podría correr la misma suerte que corrió su actual novia, que le sea infiel y que, de un día para otro, como si nada, la saque de su vida.

La noche anterior con Lucas, Jessica y Julieta no duró mucho. Julieta tenía cosas que hacer con su hermano, Jessica tenía que trabajar al día siguiente y Lucas iba a ir a una disco a hacer relaciones públicas con su trabajo. Nunca entendí esa parte, pero de todos modos, iba a estar ocupado. Así que para eso de las dos de la madrugada, Leo vino a mi casa a contarme que se peleó con su novia por estar siempre pendiente en su mundo.

Y aquella tarde, habíamos quedado en volver a reunirnos. Esta vez no había intenciones de jugar al TEG, ya que la semana pasada decidimos darnos un tiempo de ese juego, por lo rutinario que se estaba volviendo. Así que lo cambiamos por cartas u otras cosas que se nos irían ocurriendo.

Llamé a Lucas para comentarle que la Tarde de Series se vio suspendida por un viaje que Ana tuvo que hacer a última hora.

- Que raro Ana cambiándonos los planes - dijo, como si necesitara quejarse de algo.

- ¿Cuándo más nos cambió las planes? - pregunté, sorprendido.

- Y... una vez - respondió, visiblemente no pensaba que yo iba a hacer incapié en su comentario.

- Disculpa, pero eres tú el que hace mucho tiempo no se reune con nosotros para las Tardes de Serie - reproché. - Tú eres el que siempre está ocupado.

- Yo estoy trabajando - se defendió.

- Sí, en una disco - terminé su oración, en un tono bastante cínico.

- No fui a la disco anoche - me corrigió. - No sabía que hacer y salí a dar unas vueltas. Por suerte me encontré a unos amigos y sí, finalmente terminé yendo a otra disco, pero no fue por trabajo.

- Me alegro - dije, sin darle la mínima atención. - Hoy a la noche jugamos en la casa de Ana, si quieres ir, ve.

Esto último lo dije casi sin meditarlo, porque increíblemente me había olvidado que Lucas también era parte de los planes del fin de semana. No sé por qué extraño suceso ni siquiera lo tuve en cuenta. Aquello fue algo para meditar.

Lucas prometió ir, así que corté la comunicación, y mi primer pensamiento fue el de que estuvo libre pero de todos modos no me tuvo en cuenta a mí para hacer algo.

Ni siquiera sé por qué me sorprendía.

Yo Pensé


A veces me pongo a pensar.

Extraño esos detalles.

Y a veces extraño el extrañarlos.

No quise ser un cínico.

No quiero ser frío.

La situación es la que obliga.

Es la forma más segura

de no volver a lastimarme.

185. Sin Graves Lesiones

Aterrorizado por la idea de tener que ir por primera vez a una estación de policía, aunque sea para presentar una exposición, decido llamar a mi abogado personal para que me indique cómo salir de aquella situación en la que, literalmente, el Sol nos metió. Nunca pensé que diría una oración como la que acabo de escribir.

- Te esperaré en la comisaría - me dijo el hombre, tranquilamente.

Se subió a su auto y yo me quedé a esperar a que mi padre venga a buscarme. Estaba realmente muy calmado, pero el shock empezó a dar paso al fuerte dolor de mi brazo que tenía por haber intentado hacer que mi moto no cayera.

Cuando llegó mi padre fuimos a la comisaría, y con cierto terror había descubierto que no teníamos los datos de la persona que me chocó y que jamás se presentó a declarar. Era muy posible que nunca se hiciera cargo de los gastos tampoco.

- Esas son cosas que tienes que saber de un primer momento - me dijo mi padre. - Cuando te chocan (que esperemos que no vuelva a suceder, claro), tienes que tomar los datos de la persona o por lo menos la patente y modelo del auto.

- Lo tendré en cuenta la próxima vez que sufra un accidente - comenté, en forma descortez.

Ciertamente, la idea de que todos se preocupen en criticar mi poca reacción ante un accidente me estaba poniendo de mal humor. Pensé en que se lo podría contar a Lucas, pero como es lógico, estaría de acuerdo con todo el mundo y nuevamente me criticaría, por lo cual no valía la pena decírselo. En mis apuntes personales anoté que necesitaba encontrar a alguien que no me juzgara por cada acción que tomo.

Así que ya perdido mi día de clases, fui directamente a la casa de Julieta, donde Jessica y Lucas se harían presente más tarde. Mi brazo me dolía demasiado pero mi pierna permitía que hiciera un par de pasos sin causarme ninguna desagradable sensación.

Sin mencionar el accidente de entrada, Julieta me comentó algo que me dejó preocupado. Algo que sucedió el martes antes de que Lucas fuera a verme.

- Estábamos en la casa de Guillermina y entonces tú lo llamas a Lucas cuando él te lo pidió - me contó, desglosando la historia. - Y una vez que terminó de hablar contigo dijo 'me tengo que ir a la casa de mi ex novia'... y todos se rieron. Yo no entendí, pero pedí explicaciones y sólo me dijeron 'después te lo contamos'.

Aquello tenía que tener una explicación lógica, claro. No creo que Lucas haya llegado a una idiotez de tanta magnitud.

184. Accidente

Preparándome para salir a la Universidad en mi motocicleta, me pregunté si esa teoría mía de que cada día de mayo sería más emocionante que el anterior, o que por lo menos habría pequeños detalles al día que me harían sentir vivo, era sólo la utopía generada por mis ansias de que me sucedan cosas emocionantes, o si realmente estaba pasando.

Me hizo recordar mucho a la escena de Grey's Anatomy, donde Meredith comenta que tuvo un presentimiento y Derek le responde "si esperas lo necesario, sucede"... y luego una bomba casi la mata. Me reía pensando en que yo me encontraría en medio de una bomba y que justamente Lucas sea mi Dr. Encanto. Créanme, físicamente son muy distintos.

De todos modos, estábamos por terminar de grabar un trabajo especial en base a una idea que tuvimos a principios de año esa noche en la casa de Julieta, por lo que eran necesaria las apariciones de Lucas y de Jessica para completar. Así que pensando en que tendríamos una activa noche por delante, marché rumbo a la facultad.

Me detuve en una esquina, con el sol de frente (en un momento donde está tan potente que nubla la visión) y dejé pasar a los autos que circulaban con más rapidez. Cuando de repente... un impacto. Alguien por detrás choca contra mí y sólo sentí el ruido del farol trasero haciéndose cruicas en el medio de la calle.

Logré agarrar la moto con tanta bruzquedad para no caerme que mi brazo derecho ardió con un dolor no calculado. El pedal de la moto se incrustó en mi pierna derecha, pero logré mantenerme de pie. De repente, todo estuvo en calma.

Todos los presentes giraron a vernos. La gente que atendía los negocios de las esquinas salieron a la vereda, pero no me importaba. El shock de aquél choque me había dejado mudo por un instante y me limité a sonreír por no creer que algo así me esté pasando.

Dentro del auto que me había chocado había un hombre ya mayor. Estaba más asustado que yo, por lo que una parte de mí sintió algo de pena.

- ¿Estás bien? - me preguntó.

- Estoy bien - respondí, apreciando la parte trasera de mi moto totalmente destruída. - ¿No me vio?

- El Sol - respondió. - No me permitió verte.

Era una teoría bastante acertada. Me indicó que nos sentáramos en la esquina y eso hicimos. Visiblemente ninguno de los dos estaba acostumbrado a aquellas situaciones, porque no sabíamos muy bien qué cosas teníamos que hacer.

- No sé cómo arreglar esto - reconoció. - ¿Cuánto crees que saldrá arreglar tu moto?

- No lo sé - respondí. - Vamos a un taller de un amigo de mis padres. Él puede decirme cuánto costará.

El hombre estaba totalmente predispuesto a no salir corriendo, cosa que agradecí con gusto porque en ese momento no sabía muy bien para qué dirección correr. Mi brazo ardía por dentro, pero no me importó. Aquello era algo trascendente.

Ya en el taller, a unas pocas cuadras donde fue el incidente, el amigo de mis padres vio los daños y fue a sacar cálculos. Afortunadamente siempre me cobra a costo de base, por lo que sabía que no aumentaría a un precio incalculado, pero la cifra de $200 pareció asustar a aquél hombre, que aterrorizado, tomó consciencia y dijo:

- Creo que es conveniente que haga una exposición en la policía - remarcó. - Iré a hacer la denuncia.

183. Días de Mayo

El mes de mayo fue algo rarísimo, porque contrariamente a lo que caer en la rutina significa, había algo que día tras día lo hacía diferente... y emocionante. Aquí va un pequeño recuento de las cosas sobresalientes que sucedieron día tras día:

Jueves, 1 de Mayo de 2008:

Lucas viene a hablarme con la pura y exclusiva razón de decirme que soy un dramático exagerado y que en nuestra amistad nada cambió.

Viernes, 2 de Mayo de 2008:

El grupo de Interpretación al que pertenecíamos Juan y yo, habla conmigo para pedirme la elaboración de unos textos que ellos luego pudieran representar. Cabe destacar que con el grupo no hablo desde que Juan y yo rompimos, y que en aquella reunión él estaba ausente.

Sábado, 3 de Mayo de 2008:

Camila y Sebastián tienen una discusión en mi casa, haciéndome pasar un momento incómodo, que se recordará como una noche emocionante y digna de catástrofe como hace tiempo no se vivía.

Domingo, 4 de Mayo de 2008:

Logro ver el capítulo donde la Dra. Montgomery regresa al Hospital de Seattle.

Lunes, 5 de Mayo de 2008:

Adrenalina por un exámen que apenas me deja dormir. Al hacerlo, descubro que era más sencillo de lo que parecía, por lo cual busco la menor ayuda para unir conceptos y gracias a eso demorar más de dos horas terminándolo, cuando el resto de mis compañeros lo hicieron en veinte minutos.

Martes, 6 de Mayo de 2008:

Adrenalina por saber la nota de aquél examen en donde me esmeré tanto en hacer. Descubro que aprobé, pero jamás obtuve el resultado. No sé qué clase de profesor corrije un examen pero no pone nota. En fin.

Miércoles, 8 de Mayo de 2008:

Descubro que mi televisor puede darme los subtítulos de los canales de aire. Sé que parece una tontería, pero descubrirlo fue un hallazgo muy emocionante.

Jueves, 9 de Mayo de 2008:

Juan quiere volver a hablarme, pero pese a que esto no modifica en nada mi versión del mundo, sí lo hace el hecho de enterarme que estuvo hablando bien de mí. Es más, según la información que Ana pudo recolectar, fue él quien aconsejó mi nombre para los textos que quieren representar, dado que dice que tengo facilidad para escribir.

Así que tal vez he caido en una rutina, pero nadie puede discutirme que, sin querer, el mes se ha puesto verdaderamente emocionante. Afortunadamente, faltan más de 20 días para que termine.

viernes, 9 de mayo de 2008

182. A un Número de Distancia

Cuatro días después las cosas continuaban a un ritmo bastante normal y equilibrado. No había sucedido nada emocionante ni digno de análisis, por lo cual, y pese a que fue una sorpresa descubrirlo, una parte de mí se alegraba decaer en una rutina, porque estaba un poco cansado de mis cambios de humor, y por lo menos, hasta el momento, me sentía psicológicamente estable.

Finalmente, Camila le pidió un tiempo a Sebastián para meditar qué es lo que iba a hacer de su vida, pero que él deje de hacerse tantos problemas y que se tome un poco más de tiempo ya que recién acaba de salir de una relación y ella no quería ser el rebusque que usaría para no estar solo.

Mi vínculo con Lucas creció, ya que volvimos a pasar tiempo juntos, pero una parte mía ya no lo quería como antes. Al haberse alejado sin dar explicaciones, hizo que se asesine en mí el cariño que le tenía y por más que ahora esté presente, no olvidaba que ni siquiera tenía la cortesía de responderme los mensajes.

Así que analizando todo esos detalles, fue que me encontraba en una tarde de jueves compartiendo una clase con Ana.

- Lo vi a Juan - dijo ella, como con temor de contarme la historia. - Hace dos días.

- ¿Y qué tal? - pregunté, sin interesarme en el tema.

- Está bien, intercambiamos números de teléfono - respondió. - ¿A ti te importaría que le de tu número? Porque cambió de celular y no tiene los números que antes tenía.

- Patricio tiene mi número - respondí.

- Pero tú también cambiaste de celular - me recordó Ana.

- Sí, pero no cambié mi número - le contesté, como si nunca hubiera notado que ella me seguía escribiendo al número de siempre y yo seguía respondiéndole.

- Es verdad - se lamentó, sintiéndose algo tonta. - ¿Y... te molestaría que alguna vez hagamos planes con él?

- Como si ahora necesitas mi permiso para incluirlo en nuestros planes - dije, en referencia a la vez que lo había invitado cuando yo iba a ir a verla. - No me afecta ni modifica mi existencia.

Era cierto. Juan era un capítulo cerrado en mi vida que no me interesaba volver a abrir. Por el momento, estaba muy seguro que dejaría de buscar al amor perfecto y dejaría, por primera vez, que me encuentre a mí. Sé que tarde o temprano aparecería.