lunes, 5 de mayo de 2008

176. Hace Dos Años y un Día

Sebastián se encontraba frente a mí en aquella noche fresca de viernes. Su reciente apego hacia mi persona, no tenía otro motivo más que el agradecer mi vínculo con Camila. Yo era consciente de todo eso, pero de todos modos tenía que echarle una mano. O quizá, como vi que resultó después mi conversación, darle una soga para que pueda ahorcarse tranquilo.

- Ella dijo que tuviste tu oportunidad y la dejaste ir - comenté, contando lo que Camila había dicho al respecto del repentino interés de Sebastián porque vuelvan a estar juntos. - Hace dos años ella se moría de amor por ti. La eliminaste de tu MSN. La borraste de tu directorio del celular. ¡Hasta dejaste de saludarla cuando la cruzabas por la calle!

- Sé que está enojada, pero eso no quita...

- Además, tiene ganas de destruirte - lo interrumpí, recordando de a poco la conversación, que en su momento me pareció un delirio, que tuve con Camila. - Y no considero que ella sea una mala persona, porque tiene todos los motivos del mundo por el cual tiene antojos de matarte. Fuiste cruel.

Sebastián dudó un poco en cual sería su próxima respuesta. Estaba claro que aquella situación lo molestaba. Al mismo tiempo, Pablo me mandó un mensaje preguntándome si estaba ocupado o no. Le respondí que estaba libre y que podía pasar por mi casa, dado que la repentina ausencia de Lucas en mi vida hacía que... realmente esté libre.

- No sé qué hacer - dijo finalmente Sebastián, cuando pudo formular palabras. - ¿Por qué no eres capaz de darme una buena noticia? Yo sé que quise luchar por ella con muchas espectativas que ahora se vieron reducidas, pero de todos modos quiero seguir intentándolo.

- Has como quieras, Sebastián - le dije, resignado a que aquella batalla no se iba a ganar. - Sólo quiero que entiendas que ella no tiene intenciones de querer algo contigo. Siento ser la persona que te esté dejando sin ilusiones, pero es mi trabajo como tu amigo también.

Era extraño. Sebastián no era una mala persona después de todo, pero aún así había algo en mi interior que impedía que pudiera sentir pena por él.

Tal vez porque yo no soy de los que dejan escapar la oportunidad, por eso suele ser hasta gratificante ver a alguien sufriendo por haberla dejado ir.

0 Culpables: