martes, 29 de abril de 2008

170. ...a Peor

Lucas había regresado a la ciudad y me mandó un mensaje preguntándome a qué hora salía de la facultad para que pudiera ir a mi casa. Decido mandarle un mensaje.

"Yo te llamo cuando me encuentre en mi casa. ¡Y acabo de encontrar quien asesine a Guillermina!"

En ese momento me di cuenta que Lucas ignoraba todo lo que sucedió en su ausencia. Los chistes de Jessica, los comentarios de Guillermina y, sumado a eso, mi error de inconsciente con una campera. Sí, eran cosas sobre las cuales le tenía que poner al corriente esa noche.

"De acuerdo, tú me llamas. ¿Y por qué quieren matar a Guillermina?"

Tal vez era mejor contárselo ahora que después. De todos modos le iba a detallar aquella noche.

"Porque comenzó a inventar que tú y yo tenemos un romance y que Iván se acuesta con travestis por un amor no correspondido hacia Jonatan."

Nunca me respondió. Aquello estaba dando mala espina. Por si fuera poco, los mensajes de Guillermina estaba arribando a mi celular y tampoco eran ejemplos de algo agradable.

"Me acabo de encontrar con tu mejor amiga Jessica. ¡Juntas te vamos a destruir!"

Ese mensaje terminó por colmar mi poca paciencia. Sabía que estaba a punto de dar un golpe bajo, pero era la única carta que me quedaba por jugar.

"Hagan lo que quieran, no me importa. Se nota que quieres sobresalir para que el próximo año te tengan en cuenta para invitarte al cumpleaños de Cristobal."

Sé que fui un perro, pero me sentí muy bien al decirlo. Guillermina se había enojado y quizá eso también pudo provocar un error, porque cuando regresé a mi casa y le escribí a Lucas avisándole, él respondió muy amablemente:

"Es difícil que pueda ir, estoy en la casa de Tobías."

Y a los dos segundos de recibir ese mensaje, recibí otro mensaje de Jessica.

"No te preocupes, Lucas está aquí. Sé que es lo que estás pensando en este momento."

Por Dios. Esto ya no era lógico. Era como una especie de complot en mi contra que no sabían cuanto daño estaban causando.

Pero algo ya estaba seguro, entre Lucas y yo algo se había roto. Y ahora no quedaba otra cosa más que volver a empezar.

No sé si fui la víctima o fui el culpable. Quizá un poco de ambos. Pero interpreté mal las señales, creyendo que esta vez la historia iba a sonreirme. Y nunca me di cuenta que la vida no es para los débiles que creen en los finales felices.

Todo estaba muerto. Todo había llegado a su final.

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