Finalmente Karen había decidido cocinar una suerte de alas de pollo al horno, mientras propuso que Candela y Laura hicieran una ensalada de papas con huevo. De pronto, notó que a la mesa le faltaban los vasos y los cubiertos, mientras que para ese entonces Lucas y yo ya nos encontrábamos fumando en el patio.

- No te alteres - dije, apagando mi cigarrillo e ingresando a la casa. - Aunque no es por nada, pero Roberto y Sofía no es que colaboraron mucho en esto.
- ¡Yo tengo inmunidad! - me gritó Sofía desde el otro extremo de la habitación.
- ¡Y yo... estoy con ella! - me gritó Roberto, sin nada mejor con qué defenderse.
- No hay problema - me tranquilizó Karen, dándome los vasos para poder ponerlos en la mesa. - Ellos serán los encargados de juntar todo y lavar los platos.
- ¡Pero yo tengo inmunidad! - se quejó Sofía, que parecía que tenía oídos superpoderosos.
Una hora después la mesa estaba servida y Lucas, Karen, Roberto, Sofía, Laura, Candela, el padre de Karen y yo nos disponíamos a disfrutar del almuerzo más extraño de todos. El problema de almorzar ahí es que como Karen es de familia muy religiosa, siempre está acostumbrada a bendecir la mesa. Una actitud que, en el caso de Lucas y el mío, no tenemos.
- Bien, ahora como Lucas es el nuevo integrante, que sea él quien bendiga estos alimentos - dijo Karen, de pronto, haciendo que Lucas se atragante con su gaseosa y comience a toser.
- ¿Yo? - preguntó, con los ojos llenos de lágrimas, aunque no por la emoción del honor que le fue concedido.
- Estaremos años hasta que él se decida y yo me estoy muriendo de hambre - le dije a Karen, viendo que aquella situación podría extenderse mucho. - ¡Que alguien bendiga esta maldita mesa!
- Bien, que lo hagan los que hoy cumplen un mes juntos - dijo, entonces Karen, mirando a Sofía y a Roberto, que estaban sentados juntos frente a ella.
- Ustedes son los que deberían orar por nosotros - se quejó Sofía, quien dejó muy en claro que no le gustaba hacer nada. - ¡Yo tengo inmunidad!
Finalmente, Roberto tomó la dirección y él hizo una extensa oración al Señor sobre lo agradecido que se encontraba por la comida compartida y por el mes que estaba junto a su chica. No sé por qué directamente no comenzó a contar el día por día desde que están juntos en la misma oración. Creo que solamente eso le faltó.
Así fue como almorzamos y luego ya Lucas y yo nos encontrábamos regresando a casa. Fue un día extenso y, después de todo, la pasé bastante bien.
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