La tarde se estaba pasando lentamente entre charlas no muy productivas con Julieta cuando mi celular vuelve a
sonar, pero me cortan antes de que pudiera atender. Al ver en el Registro de Llamadas perdidas, veo el nombre de Lucas. Esperaba que no haya ido a mi casa, porque sino estaría en la vereda como un perro, porque nadie le abriría la puerta.

- ¿Qué sucede? - pregunté, atendiendo.
- ¡Escúchame! - me grito, emocionado, del otro lado. - Cristobal me dijo que invite a todo el mundo, por lo cual te estoy invitando a ir. A ti, a Ana, a todos los que encuentres. Pero sé que tú no vas a querer ir.
- Como es obvio - dije, dándole la razón.
- ¡No puedes ser así siempre! - se quejó, gritándome, del otro lado. - ¡Nunca quieres salir! ¿Por qué? ¿Por qué siempre te tienes que apartar?
- Tú no tienes derecho a hacerme una escena - le respondí, aunque con gusto por tener una conversación de esa índole. - Si recordáramos, tú fuiste el que me canceló a mí por ir a un cumpleaños. Así que si alguien tiene que ofenderse, ¡soy yo! Porque mi amigo Pablo, que también tiene que ir a dicho cumpleaños, se va a tomar el tiempo de ir a jugar al TEG.
Lo sé. Siendo consciente de la rivalidad entre Pablo y Lucas, aquello fue un golpe bajo. Un golpe que iba directamente a conseguir un objetivo...
- Sí, lo sé, Pablo ya me lo contó todo por teléfono - reprochó. - Porque él sí me llama, no como tú, que me dices que me vas a llamar todos los días ahora que mi número es gratis, pero nunca lo haces.
...que lo consiguió con honores.
Aquello tenía un sentido inesperado. Pablo se lo había comentado a Lucas, acerca de mi invitación para que vaya a jugar al TEG. Lucas, tal vez inconscientemente, quiso simplemente marcar terreno. Y yo no sabía cómo demostrarle que lo tenía.
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