138. Besos por Celular

Al día siguiente, cuando volví de un día en donde afortunadamente no llamé la atención en la facultad, Lucas fue a visitarme, como es de costumbre. Estaba con un poco de fiebre, por lo cual me parecía totalmente divertida la idea de que sea él el que tuviera revolcándose del dolor, como yo lo estuve hace dos semanas atrás.

La charla hubiera sido de esas en donde sólo nos reunimos por el puro gusto (?) de vernos sino fuera porque algo pasó. Algo que, extrañamente y pese a lo grave que resulta, no me llamó la atención tampoco.

Betiana se conectó por el MSN y Lucas enloqueció queriendo hablar con ella.

De acuerdo, esto no es el asunto para darle importancia, sino que es lo que pasó después.

Leí que Lucas le dijo: "Tengo que pasarte las fotos cuando estuvimos juntos, que las tengo en mi celular". Por si esta ironía no fuera suficiente, lo más chistoso de todo fue que como su Motorola Z6 no es encontrado por mi puerto USB (por más que anteriormente estuvimos horas intentándolo), primero me las tenía que mandar a mi celular Vía Bluetooth para que yo las pudiera descagar y luego, de allí, pasarlas a mi computadora para que él pudiera mandárselas por e-mail.

Es decir que por más que yo me marchara y dejara a Lucas que se arreglara solo con los dos celulares, tarde o temprano yo tendría que ver esas fotos, debido a que él no se iba a tomar la molestia de borrarlas (el muy bastardo).

Así que vi un beso entre Betiana y Lucas fotografiado con 2 megapixels. Afortunadamente Lucas salió anti-fotogénico por lo que su cara en realidad parecía una batata gigante, lo cual hacía que la foto en lugar de romántica, fuera graciosa. Pero con claridad se podía ver los dos labios chocando. El estómago se me revolvió y tuve ganas de vomitar, aunque no sé si fue por asco o por envidia.

Pero ojalá esa tortura psicológica no declarada hubiera terminado allí. No. Vi cuando Lucas escribió a Betiana "y también te pasaré una foto hot". ¡Una foto HOT! ¡De él!

Entre los parámetros de lo sensual para Lucas ingresa una foto de él de pie, con remera y boxer. Podría asegurar que el muy desgraciado quiere matarme de un infarto, o que algún día me agarre una locura y termine violándolo, porque aquello era realmente absurdo.

Lo único bueno es que Betiana se burló de su fotografía sensual, lo que hacía que le quite gravedad al asunto que en mi cabeza estaba viviendo, mientras que yo fingía no verla o que me provocaba rechazo, cuando en realidad me hubiera encantado ser el que se la tomara. Sobretodo por la morboza fantasía de lo que seguiría después de tomar la foto.

La cosa es que tuve que borrar la foto de mi celular, pero en algún lugar de mi computadora quedó guardada, porque aquella sería una foto que podría llorar mucho si algún día la perdiera.