miércoles, 23 de abril de 2008

158. ¿Y qué Esperaba?

Aquello no podía estar sucediendo. Aquello tenía que ser un chiste cruel y sin sentido. Aquello era una dura y cruel distorción de lo que yo esperaba que sucediera. Aunque, a decir verdad, ¿qué esperaba que suceda?

Cuando Pete se enteró que Addison (en Private Practice) tuvo un sueño erótico con él, él se burló de ella y la persiguió para que se lo contara. En ese caso era porque Pete sí sentía algo por Addison. ¿Acaso, por un momento estúpido, llegué a creer que aquí sucedería lo mismo?

Es decir, ¿por qué yo, siendo tan realista, pensé que estaba viviendo en una novela?

Me sentí un estúpido. Un estúpido que acaba de decirle, aunque de una forma (muy) rebuscada, a su amigo que sentía algo por él. Me sentía un estúpido que había tirado una piedra y ahora estaba escondido en su cama, cubierto por una frazada de pies a cabeza. No me atrevía a moverme. No me atrevía a respirar. Lógico, tuve que hacerlo cuando sentí que me estaba asfixiando, pero en aquél momento deseé que algo me teletransportara a miles de kilómetros. Quería huir. Quería huir por ser tan infantil de creer que mi vida tendría un final feliz. Quería huir por haber interpretado que un estúpido test era la señal que necesitaba para dar pie a la acción. Quería huir por haber imaginado que Lucas iba a preguntarme algo sobre el tema y luego desarrollaríamos un análisis en donde quizá yo termine siendo sincero. ¡Quizá hasta le mostraba este blog!

¿Cómo pude imaginar que saldría de pie? ¿Cómo pude tener esperanzas? ¿En qué diablos estaba pensando?

Los minutos pasaban y nada sucedía. Nada que me diera a entender que Lucas iba a indagar en el tema. Nada que lleve a pensar que esto iba a salir bien. De repente, mi visión positiva de la humanidad se evaporó por completo. El único rayo de esperanza que iluminaba mis días había desaparecido y aquella gran depresión había regresado. Sentí la asfixia. Sentí las ganas de llorar. Aquello realmente dolía. Más que lo que Lucio hizo, más que volver a encontrarme con Candela, más que descubrir que Hugo buscaba a una amiga. Aquello, de todos esos males, era el peor.

En ese momento se me vino a la cabeza Eleonora y su historia patéticamente similar a la mía. Si ella no lo consiguió con Tobías, ¿cómo llegué a imaginar que yo lo iba a conseguir con Lucas? ¿Cómo diablos pude pensar eso?

Pero no había tiempo de lamentaciones, tenía que arreglarlo. Media hora más tarde prendí un cigarrillo y volví a caminar en círculos por mi habitación.

- Escucha, quiero aclarar que esto no significó nada - respondí. - Es decir, fue sólo un sueño. Me puse a analizar por qué lo tuve y tal vez es porque mi vida está tan desequilibrada que tú eres lo único estable para mí. No quiere decir absolutamente nada más que...

- Oliver, te entiendo - me interrumpió Lucas, sin dejar de jugar. - Son sólo sueños. No les des tanta importancia.

- De acuerdo - respondí, y vi que era el momento oportuno de demostrar que no me importaba. - Si te sirve de consuelo, estuviste fabuloso.

- No, no me sirve de mucho - respondió, sonriendo.

- Que lástima, a mí sí - dije, y volví a acostarme.

Fingí dormí pero no lo conseguí. Tenía el corazón destrozado.

0 Culpables: