viernes, 4 de abril de 2008

126. La Asfixia



- No es que ella haya regresado por completo - continuó contándome Lucas, en referencia a Betiana. - Vino a la ciudad por unas horas y me escribió diciéndome que tenía 40 minutos libres, así que nos fuimos a un bar a tomar una cerveza. Intentamos hablar de todo. Hablamos de ti, también. Pero en fin, quedamos en que iré a visitarla a su ciudad uno de estos días.


Lucas estaba realmente emocionado. Hablaba rápidamente y de forma muy feliz, que ni siquiera le molestaba contar esa historia delante de Maya, quien se fue al cabo de diez minutos por no entender nada de la conversación. Maya quedó en escribirme para avisarme sobre la operación de su madre.


- Pero no pasó nada más que eso - me dijo Lucas. - Simplemente nos dimos un beso para despedirnos. Pero te soy sincero: me hizo muy bien verla. La extrañaba mucho.


Sonriendo, y por supuesto con el corazón destrozado, lo único que frenaba mi impulso de largarme a llorar en ese momento era que me ponía a pensar en mis "touch & go". Yo también los tenía. Es cierto, ellos no significaban mucho para mí, pero de todos modos, ameritaba a que no me encontraba tan solo en el mundo, como realmente me sentía en esa conversación.


Traté de que mis emociones se vieran opacadas y me puse una máscara de felicidad. Ni siquiera me nacía ese querer saber de qué hablaron. Sabía que las palabras que se podrían haber dicho me destrozarían por completo.


Con la excusa de ir a bañarme, me alejé de mi habitación y dejé que Lucas se conecte a su sesión o se distraiga jugando al PKR. Creo que fue un gran error, porque el chico parecía estar en su día de suerte.


Cuando regresé a mi habitación Lucas ya había recibido una propuesta sexual de parte de la ex novia de Iván, una invitación de Tobías para salir a tomar algo más una llamada de Sebastián que había regresado a la ciudad y quería que se junten a perder el tiempo. Así que apenas dos minutos después, Lucas ya se estaba marchando.


Intenté, nuevamente, que mi cara no demuestre que aquello parecía no tener fin, porque lo único que deseaba era que se marchara para que yo pueda llorar tranquilo.


- ¿Tú dices que está mal? - me preguntó, antes de irse. - Ya sabes... lo de la ex de Iván. Ellos no están juntos hace mucho y ella tiene intenciones subliminares conmigo, así que tal vez mañana nosotros podamos...


- No creo... - dije, sin saber bien qué diablos quería que le responda.


- Gracias, eso quería escuchar - contestó, sonriendo, y se marchó.


Me quedé en mi habitación a solas, nuevamente, sin poder creer todo lo que acababa de suceder. En menos de veinte minutos se me esfumó toda la breve alegría que poseía.


Por un segundo, mi alma salió de mi habitación y fue detrás de Lucas para pedirle a gritos que no se vaya, que lo necesitaba porque lo quería, que lo quería más de lo que se debe querer a un amigo. Que se moría de celos por Betiana, por la ex novia de Iván y hasta por Sebastián, que ahora aparecía y todo el mundo tenía que detenerse.


La parte de mí que se fue detrás de Lucas, le lloraba a Lucas que se me eligiera, que decida amarme, que yo era la persona que podría llegar a dar su vida por él. Que estuve todo el tiempo intentando ahogar estos sentimientos, pero que eran más fuertes que yo. Que siempre lo vi claro, pero nunca se lo demostré porque ya sabía la respuesta.


Y entonces, comencé a asfixiarme. Una mano invisible comenzó a extrangularme lentamente, y lo único que quería era un poco de paz. Un vago equilibrio que me dejara escapar de aquellas situaciones que no podía controlar. Estaba cargado de emociones propias y ajenas, que no tenía un quiebre entre tanta tragedia.


Necesitaba una mano que me ayudara a salir de allí. Y por como venían las cosas, no estaba a la vista.

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