lunes, 7 de abril de 2008

131. Planes de Cupido

¿Acaso tengo aspecto de andar en pañales y tener alitas que me hacen volar y llenar de amor la vida de las personas? ¿Justamente en estos días en donde tengo un odio descomunal hacia el mundo?

Pero como antes de responder, Eleonora comenzó a hablarme sobre lo maravilloso que es estar cerca de Tobías, que la volvía loca desde hace ya tres años y que daría su vida por un segundo en sus brazos, mi suceptibilidad hizo que se me hablande el corazón y casi me quiebre en mil pedazos. No podía decirle que no.

YO: ¿De veras quieres que yo interceda?

ELEONORA: No lo decido todavía. Dame un ejemplo de lo que podrías hacer.

YO: ¿Sinceramente? ¿La primera imagen que se me viene a la cabeza a la hora de hablarle?

ELEONORA: Sí.

YO: Bueno, iría hasta su trabajo y esperaría a que no esté atendiendo. Entonces me acercaría y le hablaría sin oportunidad de que me interrumpiera, diciéndole: "¡Tobías! Sé que esto va a sonar rarísimo, y puede que no tenga mucha lógica. Pero, vamos, hombre, ¿qué tiene lógica en estos tiempos? La cosa es que la noche que me escapé de la fiesta de Guillermina me encontré a Eleonora conectada en el MSN y nos pusimos a hablar de la vida. La cuestión es que está desesperadamente enamorada de ti... Lo sé, lo sé, yo también me asombré, cierra la boca... ¿Por qué me estoy metiendo en el medio? Porque la pobre va a morir de angustia y soledad si sigue ocultando sus emociones y, créeme, a la altura de nuestras vidas perturbadas, necesitamos un final feliz o, por lo menos, avanzar en nuestras existencias y no quedarnos tanto tiempo estancados... Así que ahí está, te lo dije, no le digas que te lo conté porque me matará... Así que ahora que ya eres mi mejor amigo, cuéntame tú, ¿qué sientes por ella?".

Realmente ese discurso era mi mejor manera de interceder, ya que no disfruto intrometiéndome en la vida de las personas. Bueno, por lo menos, no de este modo.

ELEONORA: Me encantó. ¿Realmente crees que funcione?

YO: Honestamente, no lo sé, pero es lo mejor que puedo hacer para que uno de nosotros tenga un final feliz.

Por otro lado, después de esa alegre conversación, por lo menos tenía un plan yo mismo para intentar arreglar mi vida. Había una sola persona a la que quería comentarle lo perdido que me encontraba. Y al día siguiente, en algún intento desesperado por no morir en mi agonía, le escribiría un mensaje a Lucas.

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