sábado, 19 de abril de 2008

149. Sinceros

YO: Acabo de leer tu e-mail.

Se lo dije a Candela a quien vi on-line, después de que ella iniciara la conversación con un "ya no me saludas más". Aquello, realmente, era muy, muy extraño. Más allá del modo de cómo ha sido iniciada la charla, era más rara la mini-conversación que tuve anteriormente con Karen, cuando la estaba culpando por habernos vuelto a reunir después de todo lo que pasó entre nosotros. Ella me dijo "Oliver, las cosas entre ustedes no funcionaron hace tres años, no significa que no puedan funcionar ahora".

¿Y eso? ¿Por qué diablos la gente tiende a hablar indirectamente? ¡Se pueden confundir los mensajes, por Dios!

YO: ¿Qué estás haciendo?

CANDELA: Nada. Estoy aburrida y sola. ¿Tú sales hoy?

YO: No lo sé. Tal vez lo haga más tarde. O tal vez sólo vaya al kiosco a comprarme cigarrillos. Pero si te quedas on line, vuelvo para que hablemos un rato.

CANDELA: No tengo sueño, así que me quedaré conectada un rato más.

De acuerdo. Es un hecho realmente estúpido volver a ver a Candela un día y ya sacrificar un viernes por la noche con el simple objetivo de quedarme a hacer compañía cibernética, pero de todos modos, en ese momento sentí que era el único lugar donde quería estar, por lo que salí a comprar cigarrillos y volví en menos de diez minutos.

YO: Tu vida ha sido un misterio para mí en estos últimos años.

CANDELA: Es que en mi vida no hay mucho interesante.

YO: Entonces, ¿qué estás esperando de ella?

CANDELA: Sinceramente, no sé. Estoy como estancada. Sin mucha proyección a futuro, creo que no puedo superar el pasado.

YO: ¿Qué quedó en el pasado para superar?

CANDELA: Que ya no soy la chica a la que le iba bien y que siempre estaba rodeada de gente. Extraño ser la que era antes.

YO: Es raro. Nunca te vi como la clase de persona que iba a tratar de recuperar a quien fue en el secundario.

CANDELA: Antes no me importaba lo que los demás piensen de mí. Yo estaba conforme con lo que era. En cambio, desde que me comenzó a ir mal en la facultad me alejé de todo mi grupo y dejé de salir. Me empecé a acomplejar demasiado con mi aspecto físico. Vivía amargada y deprimida, y no quería que la gente me viera así.

YO: Veo que entraste en una etapa de depresión importante.

CANDELA: Tuve trastornos en la forma de comer. Había épocas en las que no comía nada y había épocas en las que comía demasiado. Pero todo era un problema mío. Un lío que yo sola me generé porque nadie me despreció o se burló por cómo me iba.

YO: Te autoexigiste demasiado y te defraudaste a ti misma.

CANDELA: Todo el tiempo estuve pensando que estuve fallando a mi familia, pero ellos me dijeron que no, que lo único que querían era verme bien y que estaban orgullosos de mí.

YO: Es que eres alguien por quien uno podría estar orgulloso.

CANDELA: Gracias.

YO: ¿Y ahora, cómo estás con respecto a eso?

CANDELA: Tratando de salir adelante. Creo que voy a comenzar a ver un psicólogo porque sola no puedo. Después te aviso si tienes que ir a verme a un psiquiátrico.

YO: No creo que estés loca. Yo me siento así un millón de veces al año. Sé que hay momentos en donde todo es oscuro y cada cosa que pasa es peor a la anterior.

CANDELA: Cuando decidí salir del pozo en el que yo misma había decidido entrar, me paré y me di cuenta que no todo era negro. Desde ahí fue que las cosas comenzaron a salir bien. Vaya, ¿quién iba a pensar que tendríamos estas charlas tan profundas?

YO: Digamos que ya no somos los de antes, eso es lógico. Pero por algún motivo, cuando hablo contigo, vuelvo a tener 15 años.

CANDELA: Es porque nos abrimos y contamos cosas que nos pasan interiormente. Con eso, volvemos a quedar expuestos. Pero me saqué todo mi peso de encima contigo, en esta noche. Gracias.

YO: No, gracias a ti... por seguir de pie.

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