miércoles, 2 de abril de 2008

123. Sin una Promesa

Dos horas más tarde, Leo, Ana, su madre y yo, ya nos encontrábamos totalmente predispuestos a jugar. El problema es que los minutos pasaban y ni Guillermina ni Lucas daban alguna señal de vida. La madre de Ana, tomó la palabra para explicar sobre la incómoda situación que podría haberse dado si es que éramos más jugadores de lo usual.

- Yo le dije a Ana que si estaban todos los jugadores, que yo no iba a jugar, que no importaba - dijo, haciendo que todo el resto nos sintamos un poco incómodos por la culpa que nos generaba ese hermoso sacrificio. - Total, ¿qué importaba que yo me haya pasado horas y horas buscando este juego debajo del rayo del Sol? ¿Qué importaba que me haya salido un gran dineral? Si lo único que buscaba es la felicidad de mi hija y la de sus amigos.

La culpa se fue al instante, claro está.

Finalmente Guillermina llegó y mientras todos la felicitábamos por ya tener un título universitario, nos pusimos a pensar en la posibilidad de que tal vez el partido de voley de Lucas se haya extendido más de la cuenta y eso haría inevitable su ausencia en el juego. Pero entonces recibo una llamada suya.

- ¿Hay alguien que tenga alguna forma de venir a buscarme? - me preguntó Lucas. - Acabo de terminar el partido y no puedo caminar por el dolor que tengo. Si está Guillermina, dile que venga aquí o que contaré su secreto.

Una vez que dije eso en público, Guillermina se levantó como si nada (y sin quejarse, lo cual era raro) para ir a buscar a Lucas.

- ¿Qué secreto sabe Lucas? - pregunté, totalmente asombrado.

- Le va a contar a Julieta que yo di le di su estúpido número - se quejó la chica, y salió diciendo cosas sobre Lucas que me niego a reproducir aquí.

Así que una vez que estuvimos todos, con un gran entusiasmo, comenzó el juego de TEG. A las dos horas, Lucas ya había ganado la mitad del juego y todos estábamos perdiendo como los mejores, por lo cual nuestras caras reflejaban una gran frustración y aburrimiento.

Lucas consiguió eliminar del juego a Guillermina y a Leo, algo que hasta ahora nunca antes habíamos hecho. Ya que la misión no es eliminar a la competencia, sino cumplir un objetivo secreto y propio, pero parece que los dados estaban del lado de mi querido amigo, porque todos perdíamos contra él.

Así fue como cuatro horas más tarde de iniciado la partida, todos estuvimos felices de que Lucas nos ganara. No porque seamos adorables y buenos amigos, sino porque ya el juego no tenía sentido y todos queríamos irnos a dormir. Sobretodo Ana, que en un momento se aburrió tanto, que se puso a leer un libro.

A la hora de despedirnos, pasó algo raro. Lucas comentó que se iría a su casa... y sin decir nada más, ¡se fue!

Puedo estar confundido, pero era raro que ni siquiera nos hayamos hecho la promesa de "hablamos mañana" o cosas por el estilo. Aquella reacción esquiva y desconcertante me paralizó por un momento.

Tal vez estaba exagerando, pero era la primera vez que no teníamos esa promesa en el aire, independientemente de si se cumplía o no. Y cuando volvía a casa, lo único que hacía era pensar en lo peor de todo. Que tal vez Lucas había conseguido descubrir que había vida detrás de las paredes de mi habitación. Y tal vez había descubierto que ese mundo, esa vida, le agradaba.

Cada vez sentía que se estaba alejando, con cada detalle que dejaba de aparecer. Cosas que antes no se apreciaban, ahora tenían una importancia abismal.

Más allá de si al día siguiente nos veríamos o no, a esa noche tan tranquila y donde todos fuimos perdedores por parte de Lucas, lo único que le faltó fue... esa promesa.

0 Culpables: