jueves, 17 de abril de 2008

144. Decidir qué Cocinar

Laura llegó a la casa de Karen media hora después de nuestro arribo con Lucas. También, como saliendo de la facultad, se encuentraba con sus cuadernos en sus brazos.

- No encontré a Candela - anunció a su prima. - Creo que te equivocaste de día y de materia. Ayer sí estuvimos juntas pero hoy no.

- Genial, entonces es muy posible que se encuentre perdida buscándote - anunció Karen, nuevamente dando señales muy grandes de su estupidez. - Le mandaré un mensaje diciéndole que venga directamente para aquí.

Estuve a punto de preguntar "¿vale la pena?", pero nuevamente sería como hacer una escena en un lugar inapropiado. De todos modos, Karen sabía que no debía someterme a un encuentro con Candela, mucho menos, sin prepararme psicológicamente antes.

De hecho, en el mensaje que me había mandado el día anterior me había advertido que también tendría otros invitados, pero siempre imaginé que se refería a los idiotas de sus amigos (que realmente se necesita preparación psicológica para aceptarlos) y no que eso incluía una rama de mis relaciones. Maldita semántica.

- Por otro lado, tenemos que decidir qué es lo que quieren comer - sugirió Karen. - Porque tenemos que comprar comida. Cocinar y Oliver sólo se queda hasta las cuatro de la tarde, por lo que cual tenemos que hacer esto lo más rápido posible.

Estábamos acercándonos al mediodía y ya algo me decía que iba a pasar un poco de hambre. Candela llegó veinte minutos después de la llegada de Laura. Nos saludamos como si fuéramos amigos de toda la vida y, pese a que me dolía en el alma reconocerlo, una parte de mí tenía que admitir que la muchacha estaba terriblemente hermosa.

- Hace cuánto que no te veo - me dijo, sonriendo. - Creo que la última vez que nos vimos estábamos en esa suerte de reunión que habíamos organizado entre todos los que fuimos al secundario.

- De eso ya hace... más de un año - recordé. - Pasa muy rápido el tiempo.

- Sí - reconoció. - Bien, ¿cómo estás? ¿Qué quieres comer?

No sabía muy bien cómo seguir reaccionando. Aquello me trajo un leve recuerdo de historias y momentos no olvidados. Era como estar nuevamente teniendo 15 años y querer quedarme en esa edad. Creo que Candela también lo hubiera preferido.

- Hay animales en la casa del vecino por si alguien quiere ir a cazarlos para comer - propuso Karen, distrayéndome de mis pensamientos. - Pero si nadie quiere hacerlo, ¡entonces comencemos a solucionar qué es lo que vamos a comer!

Finalmente, Candela y Karen fueron a comprar lo que ellas querían y luego el resto le devolvería la parte del dinero. Lucas y yo sacamos un tablero de ajedrez mientras éramos observados por Laura. Y en el living, Sofía recibía la compañía de Roberto, y pese a que tenía mucho para estudiar y estaba a horas del exámen, tuvo que hacerse un tiempo para llenar de caricias y besos al muchacho que la hacía feliz desde hace un mes.

Así que tres partidos después, Lucas me había ganado... 3 a 0 (dos partidos de los cuales perdí en menos de tres movimientos, por lo que voy a tener que empezar a jugar más seguido ese juego si no quiero pasar vergüenza en público; también está la opción de dejar de jugarlo, claro). Karen vino a pedir que pongamos la mesa mientras las mujeres se encargaban de cocinar (Sofía tenía inmunidad porque tenía que rendir), así que Lucas y yo la arreglamos en menos de cinco minutos y el resto del tiempo lo dedicamos a sacar fotos por celulares y a molestar mientras cocinaban.

Increíblemente, la estaba pasando bien. Lo mejor de todo, es que yo no era el único.

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