martes, 22 de abril de 2008

154. Las Cien Preguntas

Leo, Pablo, Ana y yo nos envolvimos esa noche de sábado jugando al TEG. La madre de Ana, que siempre era nuestra compañera de juego, esta vez brilló por su ausencia, ya que se encontraba de viaje, por lo que solamente éramos nosotros cuatro.

Pablo estaba apresurado por jugar para luego poder ir al cumpleaños de Cristobal (ese que me trajo tantos problemas). Leo acababa de salir del trabajo por lo que llevó su propia comida para cenar mientras empezábamos a jugar. Ana, por su parte, en tres rondas ya había perdido la mitad de los países y en medio del juego se puso a estudiar por una materia ya que no le interesaba seguir con el desafío. Y en cuanto a mí, quizá por la ausencia de Lucas, gané toda Oceanía, América del Norte y América Central.

¡Fue mi mejor juego! Jugué como nunca... perdí como siempre, porque Pablo consiguió su objetivo primero.

Al día siguiente, Lucas y Ana vinieron a mi casa donde hicimos nuestra segunda Tarde de Series. Pero esta vez yo les preparé un pequeño juego que se me había ocurrido cuando regresé por la noche: "Cien Pequeñas Preguntas Acerca de lo que Sabían de Mí".

Pese a la sorpresa, fue un juego que visiblemente estaban encantados por hacer, debido a que yo era la única persona que haría semejante cosa a sus amigos. Me llamaron egocéntrico y demás cosas, pero tengo que admitir que fue divertido. Para mi sorpresa, Ana respondió a 46 preguntas y media de forma correcta, mientras que Lucas respondió a 45, lo cual para Ana terminó resultando casi una ofensa, dado que ella me conocía hace casi dos años, mientras que mi amigo solamente lo hacía desde hace tres meses.

Finalmente, después del capítulo 3 y 4 de Lost, y del 3, 4 y 5 de Naruto, dimos por terminada nuestra segunda reunión y Ana se marchó.

- Si te vas a quedar me voy a acostar un rato - le dije a Lucas, finalmente. - Despiértame en unas horas.

- Yo me quedaré jugando en la computadora - me dijo, encogiéndose en hombros. - Tengo ganas de jugar al póker o al Soldat.

Y me fui a dormir por un rato, sin darme cuenta que al despertar, sería las últimas horas de esas dos semanas donde todo se encontraría bien, porque, verán, quizá la falta del sueño o quizá la suma de las situaciones hará que de repente... todo gire. Todo cambie. Porque a veces, una sola palabra, puede hacer que todo se desmorone.

0 Culpables: