miércoles, 2 de abril de 2008

122. Más de 6

Después de la partida de Marcelo de mi casa, mi estómago me estaba matando por dentro. Es más, sentía que mis órganos estaban teniendo una guerra y se estaban apuñalando, porque no podía pasar ni un momento sin que la acidez me atacara. Malditas pastillas.

Sin pensarlo, me recosté un rato en mi cama y me dormí por completo. Fue un sueño profundo y sin sentido, debido a que no estaba en mis planes hacerlo, pero parecía que Morfeo no me dio otra opción.

Me despierto sobresaltado por una llamada de Ana a mi celular.

- Escucha, quisiera saber si me vas a confirmar que esta noche vendremos a jugar - me dijo Ana.

El día anterior hubo un cambio de planes. En realidad, todo estaba programado para juntarnos a jugar en la casa de Leo, dado que es el que vive solo y de paso podríamos comer algo, para complacer a Pablo. Pero como la madre de Ana no quería quedarse afuera del juego, tuvimos que modificar el lugar de encuentro, lo que nos presentaba un nuevo problema: ¿quién de los seis jugadores quedaba fuera?

- Sí, iremos - dije.

- Bueno, porque hablé con mi madre - continuó Ana. - Ella se siente culpable por sacar a uno de los chicos, así que dijo que si están todos, ella no jugará.

- Seguramente alguno faltará - dije, sin creerlo, porque en realidad era poco probable. - Y si estamos todos... Bueno, tú y Leo pueden jugar juntos. Ya que ustedes dos fueron los que nos ganaron la vez pasada.

- No me hace gracia ese chiste - comentó, enojada. - Pero podemos hacerlo. No jugaré con Leo, jugaré contigo.

- De acuerdo, ahora déjame dormir - supliqué, y corté la comunicación.

Diez minutos más tardes, me llegaron mensajes de Guillermina, contándome muy feliz que había aprobado una materia final y ya se había recibido en su carrera. Además de una invitación grupal de todo el mundo de celebrarlo en un bar. Mi estómago y mi gripe apenas marchada, me dijeron que la rechazara.

Por otro lado, Lucas me escribió diciéndome que se iba a ir a jugar al voley y que luego iría para lo de Ana, mientras que Pablo comentó que tenía un partido de póker y que si no le iba bien allí, pasaría por lo de Ana a ayudarnos (?).

Bien, ya sin Pablo en el conteo general, los seis estábamos completos. Entre esos mensajes que no me dejaron dormir, finalmente me desperté ya entrada la noche. Había un juego por delante y muchas incertidumbres en la vida.

Preferí concentrarme en el juego. Era más fácil de resolver, por el momento.

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