jueves, 17 de abril de 2008

143. Karen y Laura

Al día siguiente apenas había conseguido dormir de la emoción que me generaba ir a la casa de Karen. Es una de esas personas que solamente puedes ver unas pocas veces por año, debido a la distancia y a la toma de caminos distintos.

Karen y Lucas tuvieron la oportunidad de conocerse hace un mes atrás, y se llevaron muy bien, porque lo típico de cuando presento a dos personas que no se conocen, para romper el hielo, tienen que hablar mal de mí... ¡delante mío! Y si bien eso representaba un dolor de cabeza, por lo menos me alegraba que fueran sociables.

También, Karen había hecho grandes amigos por su cuenta, los cuales unidos eran un grupo verdaderamente insoportable, por lo que tuvo la cortesía de advertirme que vendrían y estarían almorzando junto con nosotros. La buena noticia es que según Karen desde que Roberto y Sofía se habían puesto de novios (entre ellos) estaban más decentes. Bueno, unas horas después descubriríamos que estaba algo equivocada.

El viaje estuvo tranquilo. Lucas, aprovechando la compra de su celular, se puso los auriculares y se aisló de mi música. Lo cual era mejor tenerlo entretenido antes que someternos a una conversación a tan primeras horas de la mañana.

Al llegar, Karen nos atendió con una sonrisa y nos invitó a pasar. Ya se encontraba Sofía con ella, quien tenía entre sus brazos unos cuatro libros fotocopiados.

- Juntaré mis cosas y estaré estudiando en el living - nos anunció oficialmente. - Tengo que dar una examen esta tarde, así que disculpen si hoy no estoy muy sociable.

- Generalmente nunca eres sociable - le reprochó Karen, como si Sofía hubiera dicho una mentira.

Sofía ignoró a Karen y fue hacia el living, donde sobre una pequeña mesa desordenó todos sus libros. Abrió uno y continuó leyendo.

- El novio de Sofía - dijo Karen, en referencia a Roberto, mientras Lucas y yo prendíamos el primer cigarrillo de la mañana - tiene que venir a hablar con mi padre en cualquier momento, pero no es una persona muy puntual que digamos. En teoría se citaron hace dos horas atrás. De todos modos hoy es un día muy especial para ellos porque cumplen su primer mes de novios.

Vaya, ya había pasado un mes desde que me dieron aquella noticia de la cual los dos mejores amigos del mundo (Sofía y Roberto) descubrieron que tenían un amor mutuo. Que ironía de la vida, porque yo hace un mes atrás me sentía... exactamente igual que ahora. Mi vida no había avanzado en nada.

- Laura va a venir después de que saliera de la facultad - le anuncié a Karen, que no sabía si estaba enterada de que su prima también nos acompañaría en ese ya multitudinario almuerzo.

- Genial, puedes decirle que venga para aquí con Candela - me comentó, como si la noticia fuera cualquier cosa que se dice. - Creo que están cursando la misma materia en este momento, así que ya que están en el mismo sitio y vienen al mismo lugar, ¡pueden llegar juntas!

Me quedé observando a Karen con los ojos abiertos. Un escalofríos recorrió mi espalda.

- ¿Candela está invitada a venir? - pregunté, intentando aparentar normalidad, por lo menos ante Lucas.

- Sí, claro, ¿no te lo mencioné? - preguntó, y una leve pregunta acerca del grado intelectual de mi amiga me invadió el cerebro.

Candela fue de esos amores interrumpidos (bien al estilo de Ross y Rachel) que duró lo que duran los cinco años de secundarios. De esas parejas que todo el mundo espera que al final terminaran juntos comiendo perdices y demás, pero que desiluciona a todos los espectadores al ver que en el final, cada uno decide seguir su camino. Yo, como actor principal, también estuve desilucionado un buen tiempo por ese guión.

- No se ven hace, ¿cuánto? Dos años - dijo, sacando cálculos. - Bueno, volverán a reencontrarse hoy.

Genial. Parece que este era un mes de grandes reencuentros. De grandes personas que pasaron por mi vida y se pierden en la mitad del camino. Lo único bueno, es que al menos podría soportarlo con grandes personas que actualmente parecen no querer irse de mi existencia... por un buen tiempo.

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