viernes, 30 de noviembre de 2007

13. Quien Vuelve

Patricio y yo teníamos una amistad demasiado morbosa. Él, pese a ser dos años menor que yo, era una persona tremendamente madura, con la que podía entenderme y con la que podía tener buenas conversaciones.

Pero tampoco podía negar que era una persona infantil. De todos modos, por el único motivo que me servía Patricio, es porque odiaba en secreto a su propio hermano. Y debido a que yo necesitaba que alguien cercano a Juan esté en su contra, juntarme con él se había vuelto en una charla de ayuda para el alma. Desafortunadamente, lo que menos hicimos fue hablar de Juan, de quien en ese momento era de quien más quería saber. Así que esa conversación pasó absolutamente sin pena ni gloria.

Por la tarde, decidí ir a estudiar a la casa de Ana. Sabíamos que Leo se encontraba trabajando, así que sólo seríamos ella y yo.

Cuando llegué, se encontraba tremendamente histérica, como nunca antes la había visto.

- Ayer tuve una llamada de Hugo - comentó, entrelazando sus manos.

- ¿Quién es Hugo? - pregunté, por no decir "¿otro chico más?".

- Hugo es mi gran relación de hace tres años - confesó. - Nos conocimos en el secundario. Él empezó a averiguar por mí y yo estuve interesada. Estuvimos juntos un par de veces pero cuando parecía que lo nuestro iba a ser oficial, él dijo que no se sentía listo para una relación, que lo espere un tiempo, como un mes. Bueno, han pasado tres años desde que lo estuve esperando, debido a que al final nunca se decidió.

Miré a Ana, sin mencionarle que justamente había caído en manos equivocadas si quería que yo intente solucionar un problema sobre una persona que reaparece de la nada.

- Pero entonces ayer me llamó - continuó. - Me dijo que me había visto cuando fui a mi ciudad y que me veía hermosa. No supe que decirle. Es injusto. Yo ya lo tenía completamente olvidado y ahora él vuelve, aparece, y cambia todo mi modo de ver la vida.

- Espera, si te pones así porque él apareció, significa que nunca lo habías olvidado por completo - razoné. - Es decir, si te pones tan histérica por una simple llamada de una persona que había desaparecido de tu existencia, significa que jamás lograste llegar a la indiferencia.

- Pero es un cretino por volver a aparecer - dijo ella, furiosa.

- No es su culpa por querer aparecer - contesté. - Es tu culpa por haberlo dejado volver a entrar.

En el momento que sonaron mis palabras, me puse a pensar en Juan. Tal vez no era culpa de Juan el haberme hecho tanto daño. Tal vez era mi culpa el haberle permitido que me lo hiciera. Después de todo, él jamás me obligó a confiar en él. Él jamás me hizo una promesa de amor eterno. Él, simplemente se fue. Y yo tengo que tener las defensas bien altas para que nunca pueda volver a entrar en mi mundo.

2 Culpables:

markitoxxx dijo...

buenas!! la verdad es que me encanta leerte jaja me engancho como una novela.

Abrazo

Unknown dijo...

podría volver a entrar aunque sin derrumbarlo?
saludos