martes, 4 de diciembre de 2007

26. No fue la Intención

Ya había pasado media hora desde que Lucio y yo estábamos teniendo aquella conversación en mi habitación, después de aquél gran desastre que había armado con Julieta, luego de que por mi culpa se enterara de una pequeña mentira de su parte. Lucio la insultó y se sentía herido y traicionado, así que lo que ahora acechaba mi mente era cuando él descubriera lo que realmente era yo.

- Espero que puedas arreglar este desastre que he armado - dijo él. - Yo no puedo hablar más con ella, porque seguramente no querrá ni verme en una fotografía. El hecho de que esto que hice altere nuestra amistad, será el resultado de mis actos, y tendré que lidiar con eso porque es la consecuencia que tengo que pegar.

Miré a Lucio y evité, por todos los medios, empezar a reírme del dramatismo que le estaba poniendo a una situación ya dramática de por sí.

- Esto no afectará nuestra amistad - comenté, intentando que termine todo este asunto. - Lo que sí, jamás te presentaré a ninguno de mis amigos porque todos... - estuve a punto de utilizar la palabra "somos", pero preferí cambiarla por el momento - son así, de contar sólo la mitad de las cosas. Pero son cosas que no vemos importante, porque aceptamos que son detalles que se quieren guardar para ellos. O acepto que tengo amigos que prefieren contarle sus cosas a otras personas en lugar de a mí, pero eso no afecta nuestra amistad porque yo no puedo ir exigiéndoles que me tomen como su cura de confesión.

- De acuerdo, ¿tienes alguna otra indirecta para mí?

- Ah, ahora sabes captar indirectas - comenté, sonriendo. - Sólo quiero decirte que te apresuraste a juzgar a alguien que valía la pena conocer, por el simple motivo de que no quiso comentarte un hecho grave de su vida.

- Entiendo - dijo. - He cometido un grave error. Un gran error.

- No soy quién para juzgarte - continué. - Sólo quiero que sepas que hay personas que no por contarte algo significa que no son buenas personas. Hay personas que te parecen sinceras, agradables y simpáticas, y hasta te hacen creer que siempre estarán con vos, y de un momento para otro, te sacan de sus vidas sin ninguna advertencia.

No entiendo cómo hice para que una situación donde intentaba defender a las personas que pensaban como yo, se convirtiera en una indirecta por la traición de Juan. De todos modos, Lucio interpretó el mensaje. El muchacho estaba hecho un maestro para captar indirectas esa noche.

- Sí, como Juan - dijo, sonriendo. - Pero de todos modos sigo siendo yo el problema.

- Sólo intento indicarte que no todo lo que brilla es oro - dije, concluyendo con aquella vieja frase trillada. - Y no porque alguien te de una mala impresión, significa que sea una mala persona.

- Entiendo todo esto que dices - dijo Lucio, mirando hacia el piso y sin levantar la mirada. - Traté mal a tu amiga y saliste víctima por error.

- Sí, - dije - digamos que no ha sido una de las tácticas que más beneficios nos ha traído.

- Perdóname por todo este desastre - murmuró. - Realmente no fue mi intención causarte problemas.

- Sé que no fue tu intención - dije, sonriendo. - Si pensara que lo hiciste sabiendo qué pasaría, no estaríamos hablando en este momento.

Sonriendo, di por terminada el pedido de disculpas de Lucio. Quedaba en el aire dos preguntas grandes. Una era Julieta, que no respondía mis mensajes y me desesperaba. La otra razón era Lucio. Si algún día se enteraba de la verdad. De lo que realmente pasó entre Juan y yo, ¿cómo reaccionaría?

0 Culpables: