jueves, 6 de diciembre de 2007

31. Sexo en la Tormenta

Cristian llegó esa noche, cuando los rayos cortaban la oscuridad del cielo. Todavía no empezaba a llover, pero visiblemente una tormenta estaría a punto de azotar la ciudad. Cuando lo vi, de repente, no recordé por qué en algún momento aquella persona me había caído tan mal. Era delgado, alto pero con un trasero digno de admirar. Creo que era lo que más me gustaba de él. En ese momento, no sé por qué no recordé cómo era su personalidad.

Nos sentamos en los sillones de mi living y comenzó a hablarme. Ninguno de los dos estaba nervioso por aquél reencuentro, lo cual era bueno, porque parecía que podríamos tener una charla decente.

- ¿Y cómo marcha tu pareja? - preguntó, rompiendo el hielo.

- No marcha - respondí. - Se terminó todo hace un mes. Fue doloroso pero ahora estoy intentando seguir con mi vida.

Cristian se quedó helado. Creo que estaba esperando que yo hiciera un drama, me largara a llorar o algo así. No hice nada de eso. Simplemente le dediqué una sonrisa inocente.

- Realmente admiro como te lo estás tomando - me dijo. - Estás siendo muy optimista.

No pude evitar reírme ante lo que me había dicho.

- Optimista ahora - confesé. - Hasta hace dos días atrás ni siquiera quería salir a la calle. Todo me salía mal. Estaba en un callejón sin salida. Fue horrible.

- No es para menos - contestó, y creo que mi respuesta calmó un poco la frialdad con la que yo le estaba hablando. Se fregó las manos, y me dirigió una mirada. - Escucha, quiero hacer algo, con un amigo, y te necesito como cerebro de operación. Él y yo viajamos mucho por temas de trabajo y entonces tengo ganas de dormirlo y poder jugar con él mientras duerme.

- Hermosa forma de decir que quieres violarlo - contesté, cruzándome de brazos. - No irás a hacer algo así, ¿verdad?

- Es que él me vuelve loco, Oliver - me dijo, exasperado. - Es un bombón. Me babeo cada vez que lo tengo cerca. Pero él dice ser homofóbico. ¿Qué me recomiendas?

- No sé - respondí. - No soy un experto en drogar a la gente para violarla.

- Sólo quiero mamársela - me confesó, como si yo lo estuviera viendo como a un monstruo. - Sería muy evidente si intento hacerle otra cosa. Sólo quiero mamarla. ¿Sabes qué creo? Que a mi amigo le gusta mi cola. Creo que lo he pillado algunas veces mirándomela. Otras veces, "sin querer", nos rozamos y me apoya. Le he sentido.

- Es que tú tienes un buen trasero - dije, casi sin meditar mis palabras.

- ¿De verdad lo crees? - me preguntó.

Cristian se levantó y se paró delante mío dándome la espalda. Su trasero quedaba justo delante de mi cara. Bien formado, grande, casi esponjoso. La sola idea me estaba excitando y yo sabía que eso es lo que él quería llegar.

- Sí, tienes buena cola - respondí, más tímido.

- Entonces no lo estoy imaginando - respondió, volviéndose a sentar. - A él le debe gustar mi cola - se me acercó, como si estuviera a punto de contarme el secreto más importante de su vida. - Te cuento algo muy emocionante. Varias veces hemos dormidos juntos en una cama grande. Así que sigilosamente me acercaba a él y, entre sueños, me abrazaba. Esa noche, comenzó a lamer mi cuello suavemente, hasta meterme la lengua en el oído...

- Escucha, me estás excitando - confesé. - Ten en cuenta que no tengo sexo hace más de un mes.

- Luego me apoyó muy suavemente y llevó mi mano hacia su bulto - continuó Cristian, como si yo jamás lo hubiera interrumpido. - Luego, esa misma mano la llevó a mi boca para que yo comience a chuparle los dedos. Así habrá estado cinco minutos, cuando se dio vuelta y siguió durmiendo.

Con aquella hermosa historia yo ya me encontraba totalmente excitado. No sabía si Cristian pensaba dar el primer paso o si debería hacerlo yo, pero antes de que pudiera reaccionar, él continuó hablando.

- Al día siguiente fingió que nada sucedió - continuó Cristian. - Pero me dijo que tuvo un sueño erónico con una mujer que tenía una cola descomunal. Así que creo que es mi cola. ¿Quieres verla?

Al fin estaba la pregunta que estaba esperando. Sonríe complicemente y me levanté del sillón. Le hice señas para que me siguiera e ingresa a mi habitación. Entró detrás de mí y cerró la puerta. Yo ya me encontraba tirado en mi cama cuando le dije "Apaga la luz". Cristian lo hizo, y la habitación quedó a oscuras. Afuera, una tormenta comenzaba a estallar. Adentro, una tormenta sexual estaba a punto de envolverme.

2 Culpables:

markitoxxx dijo...

Que buena historia!!!! ahhh sexo en la tormenta... que lindo es!!! jeje me trajiste muchos lindos recuerdos!!! abrazo!

Unknown dijo...

Siempre es bueno pasar de esa forma un dia con lluvia... jejeje
parece que las cosas ya estan volviendo al buen camino...
saludos