martes, 25 de diciembre de 2007

59. Blanca Navidad

De acuerdo, en el lugar del mundo donde yo vivo no nieva para estas fechas. De hecho, hace que sienta pena por todos aquellos que deben disfrazarse de Papá Noel, que seguramente odiarán ser un invento norteamericano creado para las fechas donde por allí es invierno. Aún así, la Navidad no es de mi agrado. Es decir, obliga a que elabore una salida, a que tenga vínculos con las personas sin excusas y cuando la noche de Navidad entró en sus primeras horas yo me encontraba agotado.

Y si de planes obligados se trataba, en aquella noche tenía dos opciones, a las cuales o tendría que dividirme o tendría que convinarlas. Opté por la segunda interesante opción.

La primera persona que he visto ha sido Maya.

- Hablé con Lucio - me comentó la muchacha. - Le dije que lo encontraríamos cerca de las 2 de la mañana, en una plaza cerca de aquí. Pero ha presentado un problema.

Me quedé mirando a Maya esperando que dijera algo más sobre la historia, pero cayó como queriendo que yo lo adivinara. Y no costó mucho esfuerzo. Tenía un nombre aquél problema, y se llamaba Juan.

- No es muy seguro que se encuentre con Juan - se defendió la chica, al ver mi rostro. - Pero dijo que existe la posibilidad, debido a que él hoy no trabaja.

- Trabaja en un puesto de comidas - dije, quejándome. - Todo el mundo come en Navidad, ¿por qué se le ocurrió no escuchar a sus clientes?

- Tal vez porque no deben tener clientes - bromeó Maya. - De todos modos iremos un rato, saludaremos y luego, si quieres, nos vamos.

Después de esa breve charla introductoria a la interesante noche que Navidad me traería, decidí vincular a Maya, mi Plan A, con Julieta, mi plan B.

Julieta se encontraba con toda una multitud de personas, a los cuales ya conocía de otras ocasiones, y con los cuales no me costaba sociabilizar. Maya y Julieta también se cayeron bien al instante, por lo que por mis adentros pensé que tal vez sería más divertido si solamente nos quedáramos allí.

- Pero no podemos dejarlo a Lucio solo - alegó Maya, al escuchar mi egoísta idea. - Puede que no haya salido con Juan. Puede que esté solo y esperándonos.

- Tienes razón - dije, y se me ocurrió una idea, así que le extendí mi celular. - Llámalo para asegurarte de que esté solo. Si se encuentra sin nadie, iremos a verlo.

Maya agarró mi celular e inició una llamada con Lucio que no pude escuchar, debido a que se apartó de la multitud que estaba a los gritos, ya casi ebrios, festejando las primeras horas de aquél día que sólo era un motivo más para reunirnos entre semana sin sentir culpas. Al instante volvió.

- Está acompañado - dijo, entregándome mi teléfono. - Pero sólo por Patricio y como él está enojado contigo por mi culpa, sería lindo que fuéramos a verlo también.

Nuevamente tenía razón. Después de todo era Navidad y Patricio no podía odiarme en aquella fecha. Inexplicablemente, le había encontrado otro sentido a la Navidad también.

Pero no fue hasta cuando partimos de lo de Julieta, en el auto de Maya, que me enteré que la Navidad, pese a que es todo lo que expliqué anteriormente, también puede tener mentiras y engaños ocultos.

- Está bien si está con Patricio - dije, alegando.

- Sí, y además está con Juan también - dijo la chica, sonriendo. - Pero si te lo decía antes de arrancar, no ibas a querer subir.

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