miércoles, 19 de diciembre de 2007

48. El Análisis de un Sueño

Cuando volvía de la casa de Iván, después de quedar pegado al recuerdo de Jose, de quien no sabía si alguna vez me volvería a llamar, cometí el usual error de pasar por la casa de Lucio. No fue hasta estar en esa esquina que me di cuenta, así que ya fue demasiado tarde para dar media vuelta y salir corriendo. Lucio, nuevamente y para variar, estaba en su vereda.

Me acerqué a saludarlo y me sonrío. Era la primera vez que nos veíamos a la cara después de las insinuaciones que tuvimos para comenzar a tener sexo. Fue un raro encuentro, pero al menos los dos estábamos actuando con naturalidad. Como si aquella insinuación jamás hubiera pasado.

- ¿Hace cuánto que has regresado? - me preguntó.

- Hace unos días - respondí, sin saber bien cómo establecer el diálogo. - Y ayer recibí una llamada de Walter.

Lucio hizo una indudable mueca reprobatoria. Me pregunté si la separación entre los dos hermanos había quedado en buen estado o si la partida de Walter hacia una nueva casa había sido por una discusión.

- ¿Y ahora qué quiere? - preguntó. - Porque cada vez que te llama es para pedirte algo.

- Eso no es verdad - respondí, intentando defenderlo. - Bueno, no del todo. Pero esta vez no fue por un objetivo subliminar. Simplemente me llamó para saludar y que nos juntemos a vernos algún día.

Lucio visiblemente no lo aprobaba, así que antes de que comenzara un sermón en contra de Walter, preferí que sería más sensato comenzar a contarle sobre el sueño que tuve la primer noche que estuve en la ciudad. Después de todo y pese a lo que habíamos dicho entre Lucio y yo, él era un gran analista sobre estas cosas.

- Tuve un sueño rarísimo - confesé. - Me encontraba en una plaza, con unos amigos, y desde una esquina vi a Juan. No recuerdo si él me logró ver, pero simplemente recuerdo que pasó. Y me desperté al instante.

- Muy simple y claro - dijo, como si yo acabara de decir la obviedad más grande del mundo. - Reprimido. Fue un deseo reprimido que habita en tu inconsciente y que la barrera de la censura se cansó de protegerlo. Por eso salió a flote en tu sueño.

Sea cierto o no lo que decía, tenía mucha lógica.

- Tu sueño es la necesidad de verlo a Juan - continuó, como si yo estuviera esperando explicaciones. - Y por lo tanto, es un deseo reprimido que se incuba en tu inconsciente.

- Mientras siga siendo un deseo reprimido, creo que sobreviviré - concluí, meditando un poco.

En ese momento, mi celular sonó. Un mensaje de texto había llegado. Era de Gladis. Antes de leerlo, me pregunté si ella había leído mi e-mail donde le pedía disculpas por no haber asistido a su fiesta. Pero su mensaje me hablaba de un tema totalmente distinto. Un tema que era peor que un insulto por no haber asistido a su fiesta.

"Mañana tenemos una reunión con el grupo donde debes ir sí o sí."

Interesante. Una reunión sobre estas adorables personas donde también pertenecía Juan. No sé si si nuevo empleo le permitiría asistir, pero ¿me arriesgaría? Era mejor que no. Tenía que inventar una excusa para poder hacer valer mi inasistencia, pero para ello, tenía más de 24 horas para meditarlo.

1 Culpables:

Unknown dijo...

Lo vas a evitar eternamente??
algún día habra que enfrentarse, no?
bueno, si tu estas bien... esa situacion tambien puede esperar...
saludos