lunes, 10 de diciembre de 2007

34. Tal vez sea la Única Vez

Mi beso con Fernando se estaba haciendo eterno. Nuestras lenguas se entrelazaban para formar una. Nuestras manos acarician nuestros cuerpos. Me sentía cómodo, tranquilo y quería que aquél momento nunca terminara.

De pronto detuvo su beso y nos quedamos mirando. Nos sonreímos y nos volvimos a besar.

- Pensé que nunca pasaríamos a esto - confesé.

- Me encanta improvisar - dijo. - Aparte, tengo que confesarte algo. Alguien ya me había hablado de ti, y sabía que tú ibas a estar en la fiesta de Maya.

Me quedé paralizado cuando dijo eso. No sabía si el chico quería sonar romántico, pero con lo que había dicho, no fue lo más tierno que pudo escuchar. ¿Alguien le habló de mí? ¿Quién? ¿Por qué? Tal vez se dio cuenta de la expresión de mi rostro, por lo que comprendió que nunca debió haber abierto la boca.

- ¿Quién te ha hablado de mí? - pregunté.

- No te lo diré - me contestó. - Puede que te duela.

Abrí los ojos intentando creer que me estaba haciendo un chiste. Mi cabeza subió hacia un punto de paranoia que por un momento se me cruzó la idea de que tal vez Juan y él se conocían. Pero no podía ser posible.

Fernando me volvió a besar y respondí. Su mano comenzó a bajar por mi estómago y descendía. Se la quité con una sonrisa.

- No pasaremos a segunda base sin que me digas quién te dio mi dirección - contesté, sonriendo de forma cínica.

- Oh, vamos, no es importante - dijo y volvió a besarme. - Tenemos pocos días, yo el 20 de diciembre dejo la ciudad y volveré recién el año próximo.

- Pues tenemos menos de esos días porque el martes yo viajaré y no volveré hasta antes de Navidad - comenté. - Así que sólo tendríamos domingo y lunes.

Los dos nos quedamos en silencio por un segundo. Tuvimos todo el año para conocernos y justo a días de que nuestras vidas se separen, estábamos los dos en aquella cama. Parecía injusto, pero era real.

- Está bien, haré esto - dijo, finalmente. - Le preguntaré a la persona que me habló de ti si puedo contártelo, porque me pidió que no diga nada.

- Pero... ¿quién es? - pregunté, totalmente asustado. - ¿Por qué habría un problema en que yo me entere quién te habló de mí? ¿Acaso esa persona me odia o algo así?

- No, me dijo que habla bien contigo y todo - respondió. - Lo siento, pero tengo que guardar el secreto.

- Y lo siento más - respondí. - Pero no va a pasar nada hasta que me digas quién fue.

Me levanté y comencé a andar hacia la puerta. Fernando pensó que le hice un chiste, pero tampoco se molestó por mi decisión. Mientras me acompañaba hacia la puerta, no podía dejar de pensar en quién había sido el que habló de mí. Si realmente había sido Juan o era una idea muy rebuscada y absurda. Lucio jamás habría podido ser porque él se enteró sobre mí antes después de la fiesta de Maya, así que tuvo que ser alguien relacionado con mi pasado.

Sería Juan o sería otra persona. Y después de todo, ¿realmente me dolería si me enteraba quién fue?

Antes de abrir la puerta, Fernando volvió a darme un beso. Quedamos en volver a vernos, y el MSN se encargaría de concretar la siguiente cita. De todos modos, ese beso largo y profundo, fue una de las mejores cosas que me pasaron desde que con Juan todo terminó. Ahora finalmente me encontraba de nuevo en el mercado.

1 Culpables:

Anónimo dijo...

Buena gente. Uno, sabe guardar los compromisos de la palabra dada; el otro no quiere utilizarlo, como si de una marca más en la empuñadura se tratara, y no avanza mientras pueda haber un secreto que separe.