lunes, 10 de diciembre de 2007

37. El Chico que se Marchaba

Ese domingo desperté por el ruido de mi celular. Alguien me estaba llamando. Quise ver mi reloj de pulsera, pero los ojos me jugaron una mala pasada. Agarré el celular y vi que era una llamada de Julieta. La idea de que el viaje ha sido cancelado se me vino a la mente de pronto. Atendí.

- ¿Hola? - dije, sin ocultar mi voz de dormido.

- Hola, Oliver - saludó ella. - Lamento despertarte, pero tengo que contarte algo terrible.

Sin dudas, mi escapada a la libertad de un mundo sin Juan estaba por ser cancelada.

- Ernesto se muda a otra ciudad, ¿puedes creerlo? - me dijo la chica, descolocándome por completo. - ¿Puedes creerlo? No lo voy a ver más. Me lo dijo anoche.

- ¿Qué? - pregunté, asombrado. - ¿Qué sucedió? ¿Qué pasa?

- Su madre le dijo que se vuelva a su ciudad porque aquí no estaba estudiando nada - respondió ella, con voz deprimida pero nada quebrada. - Y hoy se lo lleva. Encima anoche casi ni hablamos, porque a los dos nos afectó la noticia. Sólo me dijo que quería dormir. Así que anoche dormimos hasta recién. Dijo que vendría el jueves, pero parece faltar tanto tiempo.

No supe qué decir. Jamás hubiera creído que mi amiga Julieta tuviera que enfrentarse a una nueva desilución. Parecía que ese romance sería eterno, como en los cuentos de hadas.

- Es imposible, tú te quedabas una semana más allí y podrías estar con él... ¡y él se va antes! - atiné a decir.

- Exacto. Pero ahora siento que lo voy a extrañar mucho - continuó la muchacha, luego suspiró con voz de resignación. - Era demasiado bueno para que me esté pasando a mí.

- Pero... ¿es definitivo? - pregunté. - ¿No pudo oponerse o algo así?

- Y no, son los padres - respondió Julieta, como diciéndome "¿acaso no crees que si existía la pobilidad se hubiera quedado?". - Encima ni sexo de despedida pudimos tener.

- Lo siento mucho - dije, algo contrariado.

- Está bien - respondió. - Esta noche mi vecina me invitó a tomar alcohol, así que me emborracharé para olvidar las penas.

- Por lo menos te mantendrás ocupada - comenté, encontrándole cada vez menos sentido a la conversación.

- Sólo espero salir bien mañana, en mi exámen - dijo. - Porque sino, me tiraré por el balcón.

En ese momento escuché que un ruido en mi teléfono. En el momento en que estaba conversando, un mensaje de texto me había llegado.

- Pero él irá a verte el próximo jueves - atiné a ver un poco el lado positivo. - ¿Vuelve y se irá el mismo día?

- Sí, o como mucho el viernes por la mañana - contestó. - Pero no quiero que venga y se vaya, no quiero pasar por eso de nuevo. Anoche fue horrible. Nos abrazamos solamente sin decir nada. Me dijo que iba a ser un buen recuerdo en su vida y que lo disculpe por todo esto. Encima, cuando nos conocimos, él salía de un noviazgo y yo estaba atormentada por mi ex también.

- Fueron como dos almas que se reencontraban para vivir unos días de sexo, locura... y sexo.

- Y también sexo - dijo, lanzando una risa.

- ¿Se entendió lo del sexo? - pregunté.

- Bueno, eso era todo lo que quería contarte - dijo. - Gracias por escucharme.

- Juro que esta vez no se lo contaré a Lucio.

- Te espero el martes. Adiós.

Cortamos la charla. Me quedé preocupado por ella. Parecía tan injusto que el cuento de hadas se le terminara. Pero la realidad era así y era cruel.

Revisé el mensaje de texto y era de Fernando.

"Esta tarde también estaré solo, ¿quieres volver?".

No respondí al instante. Seguramente iría, por el momento, mi pensamiento sólo estaban preocupados por Julieta. Lo sentía mucho por ella. Esperaba poder reanimarla cuando nos encontremos.

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