martes, 18 de diciembre de 2007

45. Sin Confrontación

Mi celular comenzó a sonar en los primeros minutos del martes, despertándome de una rara siesta de dos horas. Ya era medianoche y había olvidado por completo sobre ir a la fiesta de Gladis. Seguramente sería ella para gritarme por no haber asistido. Mientras corría para agarrar el celular, recordé a Maya gritándole a Lucio por no haber ido a la suya. Tuve miedo de que eso me llegara a pasar a mí, pero cuando finalmente vi de quién se trataba, me calmé. Era Leo.

- ¡Hola! - saludó. - ¿Cómo estás?

- Bien, Leo, ¿cómo te encuentras tú? - respondí, algo dormido.

- Bien, acabo de llegar a mi casa después de un agitado día de trabajo - me comentó. - Así que me estaba cocinando algo y pensé en llamarte para saber cómo la estabas pasando con tu amiga Julieta.

- Leo, ya me encuentro en la ciudad - le conté.

- ¿De verdad? - preguntó, desilusionado. - ¿Sabes a dónde te puedes ir, cierto?

- Es que llegué ayer y no tenía ganas de que nadie se enterara que estoy en la ciudad - confesé.

- Y siempre hay un imbécil que te arruina los planes - concluyó Leo.

- En este caso se te adelantaron - respondí. - Gladis me dijo que hacía una fiesta. Dije que iría pero me dormí. Así que ahora debe estar odiándome.

- ¿Una fiesta? - dijo retóricamente Leo. - No sabía que Gladis hacía una fiesta hoy.

- No te habrá invitado - comenté, como si no hubiera sido obvio. - De todos modos creo que la fiesta la iba a dar el viernes, pero me enteré que se suspendió por lluvia.

Recordé que Gladis me había invitado hacía ya dos semanas a esa fiesta, a la que rechacé ir porque le informé que me encontraría lejos de la ciudad. No pudo reprocharme nada, pero que su fiesta se haya postergado era algo totalmente inesperado para mí, a lo cual no me quedaron excusas para faltar. Aunque, el dormirme, no era un excusa, era algo que realmente había pasado. Independientemente de si Gladis me perdonara o no por ello.

- Sí, aquí llovió - contestó el chico.

- ¿Y tú en qué andas? - pregunté.

- Bueno, yo estoy estudiando para una materia, a la que ni tú ni Ana se quieren presentar a rendir - dijo, subrayando la falta de imporancia que mi amiga y yo le dábamos a la carrera. - Así que salgo del trabajo y vengo a estudiar. El viernes la rindo así que hasta ese día estaré ocupado.

- De acuerdo, cualquier cosa, si quieres que nos veamos antes, sólo mándame un mensaje - dije.

Y corté la comunicación. Tenía que mandar un pedido de disculpas a Gladis y preferí hacerlo por la forma en la que menos me sometería a una confrontación. Usé el e-mail.

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