lunes, 31 de diciembre de 2007

65. Malhumor

Lo malo de estas fechas es que te encuentras con todo el mundo que creías que habías encerrado en un cajón y de donde nunca pensabas que saldrían. Así que sin aún poder creer haber sido testigo del regreso de Pamela, me crucé con otra persona inesperada en un kiosco. ¿A cuántos más iba a encontrarme aquella noche antes de regresar a mi casa?

Esta vez se trataba de Hugo, el hombre con quien estuve por primera vez. Hugo tenía 4 años más que yo. Era muy sensual, pero lo que tenía de hermoso lo tenía de despreciable y, conmigo, era una de las personas con las que más mostraba esa faceta.

Lo vi comprando unos cigarrillos y me observó. Simuló una falsa sonrisa a la que yo respondí. Luego ambos salimos de ese local, y la acera fue testigo de una vana conversación.

- Así que estás en la ciudad - dije. - ¿Hasta cuándo?

- Hasta los primeros días de enero - respondió. - Luego me iré. Tengo que seguir estudiando.

- ¿Qué harás para recibir el año?

- Posiblemente vaya a una disco - dijo, prendiendo un cigarrillo. - Por lo menos esa es la idea. En Navidad intentamos llegar a una pero estaba tan repleta y había tanta fila que decidimos ir a otro sitio, donde con mis amigos tomamos champagña hasta las 9 de la mañana.

Así era Hugo, siempre queriendo hacerse ver por su dinero. Siempre queriendo demostrar que su vida social era perfecta. El chico que jamás tenía fallas. Tan arrogante, que el simple recuerdo hizo que recordara por qué lo aborrecía tanto.

- ¿Tú qué hiciste en Navidad? - me preguntó.

- Lo de siempre - dije. - Fui a ver unos amigos y nos quedamos tomando hasta el amanecer.

- ¿Siempre son así de divertidas tus Navidades? - preguntó, irónicamente.

- Vaya - dije. - No demoraste ni cinco minutos en demostrar cuán despreciable puedes llegar a ser.

Hugo se río con mucho sarcasmo, como celebrando el hecho de que pudo hacerme enojar. No le costaba demasiado.

- Me aburriste - dijo, una vez terminada su risotada. - Te deseo un feliz año, porque seguro no te veré.

- No, no creo que tengas esa suerte - retruqué.

Y dándome media vuelta, seguí mi camino hacia mi hogar. Esta vez fui con la cabeza agachas. No quería correr el riesgo de encontrarme a alguien más por el camino.

2 Culpables:

Anónimo dijo...

No me explico cómo puede haber gente así en esta vida. Pero no hay más remedio que aguantarlas, yo mismo lo hago bastante a menudo, aunque cada vez paso más de ellos. Un saludo

Kev dijo...

Que repulsivo el tipo ese che, pero bueno por lo menos no te lo cruzas seguido..la próxima seguí de largo y ni lo saludes.
Un besote