lunes, 17 de diciembre de 2007

43. La Amiga de Julieta

Viaje. Día 1.

- Ahora tengo que salir un segundo a la facultad - dijo Julieta, una vez que acomodamos mis cosas en un cuarto. - Voy a encontrarme con Débora y Pedro. De paso arreglaremos qué haremos en estos días que estarás aquí.

Débora era una amiga de Julieta, a la que yo había llegado a conocer gracias a la cantidad de veces con las que iba a su ciudad a visitarla, y me quedaba por unos días. Era una chica agradable, simpática y entendía mis códigos. Pedro era su "peor es nada". Me enteré que se habían puestos de novios hace unos meses, pero que en realidad él siempre estuvo enamorado de ella, desde que se conocieron, hace unos años. Yo conocí a Pedro la última vez que visité a Julieta. Él era un muchacho agradable, visiblemente sin muchas luces y algo introvertido. También habíamos hablado un par de veces más por MSN después de pasarnos nuestras direcciones, pero pasó a ser esa gran parte de contactos con los que sólo hablas una vez en la vida y después te olvidas de que existieron por más que los veas conectado.

- ¿Quieres que te acompañe? - dije, aunque en realidad me moría del sueño.

- ¡No! - exclamó Julieta, y noté un dejo de desesperación en su respuesta.

No comenté nada sobre el tema y me acosté a dormir. Ella me despertaría una vez que volviera. Pero ese "¡no!" tendría su explicación ya entrada la noche de mi primer día de visita y como si fuera un comentario al azar.

- Ernesto dijo que vendrá el jueves a la ciudad - comentó Julieta, en referencia a su novio que sorpresivamente la semana pasada se había marchado. - Y luego yo volveré contigo y no nos veremos hasta el año entrante... si es que nos vemos.

- Hay posibilidades de que vuelvan a encontrarse - dije, intentando alentar esperanza.

- Sí, pero es mejor resignarnos a que tal vez no regrese - comentó la chica. - De todos modos, estos días son para que estemos juntos tú y yo.

- ¿Y Débora y Pedro? - pregunté. - ¿Vendrán?

- Es que tuve un problema con ellos en la facultad hoy cuando fui a verlos - confesó Julieta. - Te contaré la historia. Débora tuvo un ataque, que no sé de dónde salió, y comenzó a fastidiar a Pedro y a mí diciéndonos que la dejaríamos por estar contigo. Eso molestó a Pedro y comenzaron a pelearse y yo también me enojé con ella.

- ¿Qué? - dije, sin encontrarle lógica a la historia. - ¿Qué diablos le sucedió a Débora?

- No lo sé - respondió Julieta. - Parece que por medio del chat, tú intentaste seducir a Pedro.

- ¡Eso es mentira! - me defendí. - Por Dios, eso no es cierto. Y ahora, ¿tú y Débora están peleadas por mi culpa? Me siento responsable.

- Salté a defenderte - dijo Julieta. - Ella no pudo soportarlo.

En ese momento caí en la cuenta de que hacía tiempo que no veía a Pedro conectado. En la computadora de la chica, inicié sesión y gracias al Plus del MSN pude ver que Pedro ya no me tenía entre sus contactos. ¿Quién sabe hace cuánto tiempo que esto sucedía y yo jamás me había enterado?

Era grandioso. Podría estar a miles de kilómetros intentando escapar de Juan, pero mi parte fantasma homosexual me perseguía donde quiera que yo vaya.

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