lunes, 17 de diciembre de 2007

41. Llegar a la Realidad

Podemos estar una semana lejos de todos los problemas. Escapando del drama adolescentes. Viviendo en un mundo paralelo donde nadie te conoce y hacer lo que hace mucho tiempo no hacías: sonreír.

Pero todos esos sueños tienen que tener un despertar. Y no hay peor sueño que el de llegar a la realidad de tu ciudad y ver que, si bien tú estuviste ausente durante una semana, las cosas allí no cambiaron. Siguen igual. Siguen vigente. Siguen allí.

Cuando me acosté a dormir ese domingo por la noche, lo hice en la misma cama de siempre. Ya no me encontraba con Julieta y su bella casa. Ya no tenía a nadie que me hiciera reír antes de dormir. Ya no estaban sus mascotas jugando por mi cama. Estaba solamente yo y mi soledad, otra vez.

Esa noche tuve un sueño horrible. Era la repetición de la noche del sábado. Julieta, su novio Ernesto, Clara, su amiga, y yo, estábamos en una plaza. Teníamos vasos de bebida alcohólica en nuestras manos y reíamos entre nosotros. De repente, de una esquina, un sujeto de remera blanca aparecía caminando. Sin mirarnos, como hablando para otra persona. Ese chico era Juan.

Desperté. Fue un sueño raro. Era la primera vez que yo soñaba con Juan. Y el sueño llegó en el peor momento, cuando, después de una semana de pura diversión y enredos nuevos, yo pensé que lo había olvidado.

Mi celular me dijo que tenía un mensaje de texto nuevo. Lo leí. Era de Gladis, la molesta compañera de facultad, quien me escribía preguntándome si me encontraba en la ciudad, debido a que esa noche teníamos una fiesta. ¿Lunes? ¿Una fiesta?

Me quedé sin saber qué responder. Si faltaba a aquella fiesta, no sería la primera vez que le fallaba a Gladis, que podría ser un asco de persona, pero me tenía en cuenta. Pero si aparecía en ese lugar, sería indicarles a todo el mundo que ya me encontraba de nuevo en la ciudad. Y tampoco tenía ganas de que eso suceda.

Decidí asistir. Conocía a algunos de los allegados a Gladis, por lo que no me encontraría totalmente solo en aquella fiesta. E iría, al menos por unas horas.

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