viernes, 21 de marzo de 2008

101. Cuando Menos lo Espero

¡Dios bendiga al mal Gobierno que estamos teniendo! ¡Dios bendiga a los Sindicantos que deciden hacer huelga y cortar las carreteras del país! ¡Estoy saltando en una pata de la emoción! Un caos nacional finalmente me beneficia en algo, porque mis padres han tomado la decisición más sorprendente del mundo: no viajar.

Mi madre se sentó, pensando que la noticia me rompería el alma en trescientas partes, y me miró con ojitos lleno de compasión.

- Te tengo una trágica noticia - comenzó su diálogo. - Las carreteras están cortadas, por lo que hoy he decidido que no viajaremos. La buena noticia es que tendrás todo el fin de semana para pasarlo con tus amigos.

Intenté mostrar tristeza hacia el asunto, pero en realidad no me afectaba en lo más mínimo. Pero como parecía que para la familia eso era algo importante, tuve que evitar sonreír, aunque en ese momento mi corazón estaba bailando de la alegría.

Momentos más tarde me encontraba hablando con Julieta, a quien tuve que decirle que se tranquilice, ya que no era necesario que siga buscando formas de convencer a su padre para que la dejara viajar, porque de todos modos no lo haríamos. Ella se lo tomó un poco mejor, ya que visiblemente esa contienda con su familia no la estaba ganando.

- Lo extraño - le confesé en un momento de la charla, cuando el silencio se apoderó por unos segundos de nosotros. - Realmente lo extraño.

- Lo sé, Oliver - me dijo ella, en tono tierno. - Pero si él quería encontrarte, también lo hubiera hecho.

No. No iba a perder por orgullo. No iba a dejar que las cosas siguieran así y se deterioren por algo que en el futuro sabía que me traería un punto extra en mi lista (breve lista, por cierto) de Arrepentimientos.

Así que decidí mandar un mensaje:

"Necesito que me digas si pensamos superar esto o no. Porque puedo acostumbrarme a tu ausencia, pero no lo voy a hacer si es que piensas volver. Por eso decide si vas a superarlo, porque esta situación me está molestando un poco. Te extraño."

Por supuesto, jamás le confesaría al mundo que mandé ese "te extraño", pero en ese momento me pareció lo correcto decirlo. No pasó ni cinco minutos que recibí una respuesta.

Antes de leerla, encendí un cigarrillo. Existía la posibilidad de que me insultara y me dijera que por él estaba perfecto que me vaya acostumbrando a que no iba a estar porque no pensaba volver. Eso me partiría el alma. Junté coraje y finalmente lo abrí.

"Acabo de despertarme. Voy a cambiarme. Comer algo y luego iré para tu casa".

Suspiré tremendamente aliviado (aparte porque tenía que largar el humo del cigarrillo). Sí, finalmente todo esta mejor.

Respondí el mensaje con la mayor honestidad del mundo.

"Gracias a Dios contestaste eso, porque te mandé mi mensaje sin saber tu respuesta. Te espero."

Finalmente, todo se encontraba un poco mejor. Lucas vendría a mi casa y traería consigo un poco de alegría, que se me había esfumado cuando él se fue. Me prometí en mi cabeza no volver a pelearme tanto tiempo con él, porque realmente lo quería.

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