jueves, 13 de marzo de 2008

81. Solución Desesperada

Bien, la situación era la siguiente: descubrí que comencé a sentir algo (es decir, ver como ente sexual) a mi mejor amigo; a su vez, me pidió que yo hablara con su ex novia para ver si él podía ir el fin de semana a la casa de ella en otra ciudad y quedarse allí un par de días (no es necesario imaginar qué cosas están implícita en las reglas de convivencia de ellos dos).

Con todo este detalle encima, no cuesta mucho imaginar por qué esta noche decidí esquivarlo e inventar una muy poco creíble excusa sobre por qué no podía venir a mi casa. Parece ser que el hecho de decirle que tenía un virus muy extraño pero que era muy contagioso y producía una rara enfermedad de la que él jamás ha escuchado nombrar, suena a excusa. Noté que no me creyó cuando me mandó un mensaje de regreso diciéndome que me suicide.

En fin, me encontraba totalmente aburrido en la soledad de mi cuarto. Lo peor de todo es que no me arrepentía de haberme negado a estar con Lucas porque de todos modos, el sentimiento no iba a cambiar mucho. Estando con él o sin él, la soledad que en ese momento me invadía iba a ser la misma.

Entonces el MSN me trajo a una persona con quien pasar un buen rato. Lucio, el mejor amigo de mi ex y con quien ya tuve tres veces relaciones brutales en estos meses, se conectó.

LUCIO: Que raro verte conectado. Hace días que no te veo.

YO: Es que hoy tengo un respiro de toda la gente que me rodea. No sé. Necesitaba buscarme a mí mismo y saber qué es lo que quiero de la vida.

LUCIO: A mí me pasa a cada segundo. Pero a veces la vida te sorprende.

YO: Lo que necesito es algo de magia. Algo que me haga creer que la vida tiene sentido y que no estoy viviendo porque el aire es gratis. Quisiera... una buena noticia para variar.

LUCIO: A mí suele sucederme seguido. También es el problema con la vida, que es así.

YO: No me gusta que sea así, así que pienso cambiarla. ¿Quieres que estemos juntos? Ya sabes a lo que voy si es que voy a verte.

Pasaron cinco minutos en donde no hubo respuesta del otro lado. Por raro que suene, ni siquiera me molesto que no la hubiera, debido a que si me rechazaba no me iba a perjudicar la existencia. Total, la noche ya estaba perdida.

LUCIO: Ven.

Diez minutos después me encontraba en su habitación, desnudándonos mutuamente y teniendo el mismo sexo brutal de siempre por más de dos horas. Por supuesto que no quitaba el problema real, pero era un escape que, por lo menos, me hacía feliz. Como una droga, pero más divertido.

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