miércoles, 12 de marzo de 2008

77. Intentos Fallidos

No sé por qué tiene esa obsesión por sacarme al hábitad social. Soy o puedo ser considerado como practicamente un hermitaño. Vivo en mi propia burbuja, que si bien es cierto, no es lo más recomendable del mundo, pero eso me libera de soportar situaciones de las cuales aún no me encuentro capacitado para sobrellevar. Se lo habré explicado a Lucas un millón y medio de veces. Jamás me entendió.

Las dos noches siguientes, Lucas estuvo intentando por todos los medios arrastrarme hacia las afuera de mi cuarto y hacerme ver gente. Por supuesto, fue todo un fracaso.

Estábamos en la noche previa al gran viaje que tanto había tenido ganas de ir y lo organizamos con semanas de anterioridad. Lucas confesó sus pocas intenciones de salir (finalmente decidió no hacerlo), por lo que sólo se quería quedar a esperar a que amaneciera para poder viajar. Por mi parte, la idea no me parecía mala. Por supuesto, los planes cambian.
Jose había propuesto que todos nos reunamos, por medio de un mensaje en general que nos llegó al móvil a Lucas y a mí al mismo tiempo (como si en algún momento estuviéramos separados). A su vez, Leonel me llama con intenciones de que nos reunamos a ver unas películas o jugar al ajedrez. Mientras que Lucas intentaba rechazar los planes de Tobías. Habíamos acordado no salir ni hacer nada. Teníamos que seguir el plan al pie de la letra.
Por eso es que resultó terriblemente extraño que media hora después yo me encontrara jugando al ajedrez con Leonel, mientras que Lucas decidía dónde ir con Tobías y Jose. Todos estábamos custodiados por las paredes de mi habitación.
Jose me trató de forma extraña cuando llegó. Puede que, como siempre, yo me encontrara muy paranoico, pero lo noté cabizbajo. Tal vez le sucedía algo, por lo que no me lo tomé personal, debido a que trató así a todo el mundo, como si no tuviera sentido la vida humana. Yo, conocedor de ese sentimiento (que generalmente lo experimento dos o tres veces por días) me sentía capaz de reconocerlo en otra persona. Luego averiguaré.
- Bien, decidamos qué es lo que vamos a hacer - dijo, finalmente Tobías, viendo que ninguno tenía idea de hacia dónde ir. - Leo, Oliver, ¿ustedes vienen con nosotros?
- Yo no - dije, sonriendo.
- No, yo no puedo - respondió Leo. - Mañana tengo que trabajar temprano.
Era la tercer noche consecutiva en donde Lucas salía al mismo lugar y yo, su fiel amigo, decidía no acompañarlo. Esperaba que eso no me trajera problemas, porque al marcharse (yéndose todo el mundo en sí), noté cierta mirada de su parte. Como si estuviera enojándose por nunca querer salir con él.
Recordé que mencionó el detalle de decirme: "No podemos vivir toda la vida encerrados en las paredes de tu habitación", lo cual me hizo pensar mucho. Si había algo que yo no iba a cambiar era eso. Salir de mi casa cuando no tenía ganas de hacerlo. Y las ganas de hacerlo generalmente eran una o dos veces por mes. Lucas no tardaría en cansarse de ese detalle.
- Mañana vendré temprano y dejaré mi auto en tu garaje - me dijo, al despedirse.
- De acuerdo, te espero - respondí.
Y nos despedimos. Mientras estaba a punto de dormirme, tuve un extraño presentimiento. Algo que me había sucedido hace unos meses atrás, cuando mi relación con Juan comenzaba a naufragar.
Hubo una vez que habíamos organizado un viaje durante toda una semana. Patricio, el hermano de Juan, y yo esperábamos por él para poder salir, pero Juan nunca apareció. Se había quedado a dormir en la casa de Lucio y no se pudo despertar de la resaca que tenía.

Tuve, por un momento, miedo de que eso volviera a suceder. Sé que Lucas no parece del tipo de persona que me haría una cosa así, pero teniendo en cuenta que tenía que contar conque él apareciera, el miedo volvió a invadirme. De todos modos, dentro de unas horas, resolvería el enigma.

0 Culpables: