miércoles, 12 de marzo de 2008

79. Mariposas (1º Parte)

Entonces, cuando todo era color de rosas y el mundo era un lugar casi perfecto, sucedió que la noche me demostró lo peor que pudo. Un rostro algo predecible. Pero de lo posible a lo ya realizado hay un gran trecho. El tema es cuando se cruza. ¿Acaso hay vuelta atrás?

Lucas me hizo lo peor que pudo haber hecho. Quizá hubiera sido mejor una traición. Una puñalada trapera. Algo que me causara un dolor instantáneo y provocado la muerte de nuestra gran amistad, pero no lo que sucedió. Simplemente, jamás estuve listo para enfrentarlo, pero pasó y ahora ya es real. Lucas me hizo sentir mariposas en el estómago.

Nunca fui de los que creen en esas cosas. Es decir, lo de Juan, por ejemplo, fue bellísimo, toda la faceta de enamorarnos, liarnos y destruirnos mutuamente (Nota: buscar el significado de la palabra "bellísimo"), pero esta sensación era algo extraña. Era como si todos los músculos de mi estómago se contraían y me hacían retorcerme de un dolor inexplicable (a lo que realmente ya no sabía si era por Lucas o si algo en la cena me había caído mal).

Todo esa noche comenzó con una charla. Esta vez Lucas y yo tocamos un tema del que nunca habíamos hablado: sexo.

- Cuando estoy con las mujeres - dije, como iniciando el debate - me es difícil ser una persona totalmente brutal. Es como que a las tengo que tratar con respeto. No me sale ser bruzco y cruel. En cambio los hombres son otra cosa. Son para jugar a cumplir fantasías. Son para hacer lo que yo quiera que hagan.

- Mira, fíjate - dijo, meditando qué acotar. - A mí, por ejemplo, lo que más me gusta de las mujeres es su trasero. Es lo primero que me llama la atención de una mujer. Por ende, mujer con la que estoy, mujer que tengo que convencer que me deje jugar por allí.

Una imaginación perversa se me vino a la cabeza, pero intenté apartarla de mis pensamientos. Estaba excitándome con las simples palabras de Lucas. Definitivamente necesitaba tener sexo pronto para que esto no siga sucediendo. Con Lucas o con otra persona, claro.

- Pese a que no me veas así, yo suelo ser muy sexópata - confesó. - Por ejemplo, con mi primera relación amorosa, que duré dos años y tres meses tuvimos sexo alrededor de...

Se detuvo un minuto para meditar. Aquello podía ser realmente grave. Me iba a decir una cifra de la cual no sé si estaba preparado para saber.

- No me acuerdo bien si la cifra terminaba en 4 o en 5 - contestó. - Pero si no me equivoco, serían 1135.

De acuerdo, no estaba para nada preparado para saberlo.

1135.

¿QUÉ?

Lo habrán hecho más de una vez por día en todo el tiempo que salieron. Inclusive lo hicieron más veces que Ross y Rachel en las diez temporadas que duró Friends. ¡Increíble! Creo que notó mi cara de contestarnación en ese momento, porque me miró sonriendo.

- ¿Qué sucede? - preguntó.

- En estos momentos te odio porque no eres gay - dije, en forma de un chiste que escondía un subtítulo con resentimiento muy real.

- Lo sé - dijo, riéndose. - Encima la tengo grande. Pregúntale a Jessica si no me crees.

¿Era necesario que sobretodo esto se siga publicitando?

Jessica era también mi amiga y en el pasado tuvieron una relación amorosa, de la cual no pasó a mayores. Simplemente eran "amigos con privilegios". De todos modos, me causaba gracia ir hacia Jessica y preguntarle "Jessi, ¿Lucas la tiene grande?". Eso hizo que me riera, tal vez de nervios, durante el resto de la noche.

Pero las mariposas no fueron por ese detalle. Fueron por Betiana.

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