domingo, 16 de marzo de 2008

89. La Campera Perdida

Todo el mundo en la fiesta se dio por enterado que la moto y la campera de Pablo no habían tenido una buena suerte. Por mi parte, fui a sentarme con Guillermina y con Jessica, que estaban esperándome desde hace tiempo.

- ¿Y tú cómo te sientes por la pérdida de Lucas? - me preguntó Jessica, sonriendo como una estúpida. - ¿Como tomas el hecho de que tal vez él se encuentre allá con Betiana?

Desde hace un par de días, Jessica tenía la costumbre de torturarme hablandome de Lucas. Desde que él y yo estábamos todo el tiempo juntos, empezó a lanzar chistes y comentarios sutiles sobre un supuesto romance entre él y yo. Si bien sólo le seguía la corriente (porque siendo honesto, la idea no me molestaba del todo), en la fiesta parecía una fuente inagotable de estupidez. Cualquier cosa o actitud que yo tenía esa noche, ella lo relacionaba a mi falta de amor por Lucas, o a mis celos porque Lucas se fue con Betiana, por más que yo simplemente esté hablando de que tenía ganas de tirarme en la piscina que había en la casa (eso era porque quería ahogarme porque Lucas no estaba conmigo, según Jessica).

Pero volviendo al problema central de la campera perdida, Pablo vino a sentarse junto con nosotros. En la mesa seguían jugando al póker y él había perdido absolutamente todo su dinero en los primeros cinco minutos, por lo que era un jugador fracasado y frustrado.

- Oye, estába diciéndole a los chicos - dijo Jessica - que tenía ganas de ir dentro de la casa. No sé qué piensas tú, pero yo estoy sintiendo frío.

Guillermina y yo reímos por ese comentario, debido a que lo dijo exclusivamente por la pérdida de la campera.

- Es que en estos momentos no tengo frío - dijo él, captando el chiste. - Todavía estoy cansado de arrastrar la moto hasta la casa de Oliver, donde por supuesto Oliver me ayudó llevándola unos sesenta metros (es cierto, Pablo hizo el 98% del trabajo, pero el 2% que hice yo, lo hice con la mejor predisposición). De todos modos cuando se seque mi transpiración, posiblemente comience a sentir el frío. Además sigo sosteniendo que la campera debe seguir en el auto. Tal vez no la busqué bien por la oscuridad que había.

- Pero puede que esté en la calle - dije, intentando que capte mis indirectas. - Creo que es mejor si vas a buscarla ahora y te fijas si no quedó tirada.

- Es muy poco probable - me contestó, haciendo que yo quiero golpearme la cabeza contra la pared. - Lo más seguro es que en algún momento haya quedado en el local.

- Pero, ¿qué tal si quedó en la calle?

- No creo - volvió a responder. - Ya te dije, mañana iré a buscarla...

- ¡Yo tenía tu maldita campera usándola de almohada cuando te bajaste! - grité, desesperado, ante el asombro de los tres. - La dejé del lado de tu puerta, así que es muy posible que cuando subiste al auto, se haya caído.

Me sentí completamente liberado de poder decir una cosa así, pese a que los tres se quedaron mirándome con la boca abierta.

- ¿Y por qué no lo dijiste cuando Luis se estaba ofreciendo para llevarme a buscarla? - pregunté.

- Porque es mejor quedar como estúpido delante de ti, que ya me conoces, a quedar como un estúpido delante de dos desconocidos - contesté, totalmente molesto.

Pablo se levantó en seguida y fue hacia donde se encontraba Sebastián. Al parecer, Luis nuevamente iba a llevarlo a Pablo. Había hablado a tiempo. Eso ya era algo bueno.

Guillermina y Jessica me miraban sin saber bien qué reacción tomar hacia conmigo. Aquello parecía una noche sacada de alguna sitcom norteamericana.

- ¿Acaso estás haciendo estas cosas para llamar la atención por la ausencia de Lucas? - preguntó Jessica, volviendo a sonreír.

Una sitcom escrita directamente para mí.

0 Culpables: