lunes, 31 de marzo de 2008

118. Besos por Celular

Cuando me desperté esa mañana, había sucedido algo gracioso. Parece ser que la noticia sobre Lucas y su cambio de celular había recorrido a todo el grupo, y todo el mundo recibió el mensaje donde él confirmaba cual era... todos menos yo.

En el MSN, Julieta me habla, totalmente enojada.

JULIETA: ¿Acaso eres idiota? ¿Por qué le diste mi número de teléfono a Lucas?

YO: ¡Pero si yo no le di tu número!

Julieta y Lucas se conocen desde hace mucho tiempo, pero siempre que se deben encontrar (salvo el último fin de semana) lo hacen por medio de mí. Por ende, ninguno de los dos estaba en la obligación de darle su teléfono al otro.

JULIETA: Sé que fuiste tú, porque el muy desgraciado me envió un mensaje diciéndome "Te escribo desde mi nuevo celular. Es un Motorola Z6. Es justo el que tú querías. Luego te lo presto para que lo acaricies y sepas qué se siente tener uno."

No pude evitar reírme del otro lado de la computadora por ese comentario. Sólo mi amigo Lucas era capaz de sacar tanto sufrimiento de la envidia ajena y hacerlo algo cómico. Por un lado, tuve suerte que Julieta no me lo dijera hablándome, porque posiblemente también me hubiera reído en su cara.

YO: Yo no se lo di. Y no puedo creer que te haya dado su nuevo número cuando yo todavía no lo tengo.

La pregunta sobre por qué Lucas no me había dado su nuevo número quedó dando vueltas en mi cabeza un par de minutos más, pero con la llegada de Guillermina a mi casa, me olvidé completamente. La chica buscaba mi ayuda para poder editar un video que tenía que presentar en su facultad.

- Oliver - me dijo, apenas llegó. - Acabo de hacer algo terrible.

Su cara daba gracia. Parecía que acaba de asesinar a alguien y venía a pedir mi ayuda para poder esconder los restos en algún callejón. Por un segundo me pregunté si había traído descuartizada a la persona en el baúl de su moto.

Ojalá que sí, porque no me encontraba en condiciones de abandonar mi casa para ir a enterrar a alguien con aquél frío. Apenas me estaba recuperando de mi gripe.

- Hice algo horrible y tienes que prometerme no decírselo a nadie - me pidió Guillermina, ya casi hablándome en susurro, como si las paredes de mi casa pudieran ser poco confiables.

- Déjame adivinar - dije, deteniendo el misterio. - Le diste el número de Julieta a Lucas, ¿verdad?

- Y le di la idea para que la torture con el tema del celular que ella quería - terminó, confesándome.

Si había algo que Guillermina hacía muy bien, era tirar la piedra y esconder la mano. O al menos, sentirse responsable por la mano que escondía.

Y si bien el conflicto era muy digno de una comedia, había una duda que todavía no terminaba de cuadrar. ¿Por qué era el único de todo el grupo que no había recibido el nuevo número de Lucas?

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