sábado, 8 de marzo de 2008

72. El Drama de las 3 Noches (2º Parte)

Dentro del auto de Lucas, cuando íbamos en Misión Rescate por el tío atropellado de Tobías, los roles estaban bien marcados. Cada quién cumplía una misión distinta, aunque jamás lo dijimos en voz alta. En primer lugar estaba Lucas, quien manejaba a gran velocidad, no por su desesperación por encontrar a la víctima del accidente, sino porque en realidad tenía una fiesta a la que quería asistir pero este acontecimiento inesperado le estaba robando demasiado tiempo. A su lado iba Tobías, totalmente preocupado por intentar encontrar a su tío, sacando la cabeza por la ventanilla y mirando por los costados de la ruta. En la parte de atrás del auto, estábamos Marcelo y yo. Marcelo, alegre como siempre, iba muy emocionado diciéndome "vámos a ver sangre, vamos a ver órganos, vamos a ver muerte". Mientras que mi función, era intentar que Marcelo dejara sus chistes morbosos de lado antes de que Tobías se de media vuelta y le pegue. No porque me preocupe que los amigos empiecen una guerra, sino porque me preocupaba salir lastimado entre medio de los golpes.

Lo más impactante del tema es que no sabíamos bien en qué locación se hallaba el tío de Tobías, por lo que vagábamos por las desiertas rutas intentando encontrarlo. Finalmente, muy en la oscuridad de la noche, pudimos lograr verlo. Tobías y Marcelo bajaron rápidamente mientras que yo esperé a que lo hiciera Lucas para hacerlo yo.

En la escena no había nadie más que aquél hombre mayor. Sea lo que fuere con lo que había chocado, arrancó y se marchó. Tan típico.

- Fue una moto - comentó el hombre, que estaba consciente pero tirado en el piso. - No tenía luz. No me vio y me chocó. Cayó en el piso, pero así como cayó, se levantó y se fugó. No vi quién era ni tampoco tuvo la descencia de mirarme a mí.

Tobías se dispuso a llamar a la policía o que viniera una ambulancia para tratar de llevárselo al hombre, quien a simple vista no tenía heridas pero le dolía mucho el cuerpo por lo cual tenían miedo de que se haya roto una costilla. Mientras tanto Lucas miraba impacientemente el reloj en su celular.

- Fue un gesto muy amable el de traernos - le comenté. - Sé que estabas ocupado, así que fue muy bueno de tu parte perder tiempo aquí, cuando sabemos que tranquilamente nos podíamos haber arreglado sin ti.

- No es nada - dijo él, aunque sabía que yo no se lo había pedido. - Sólo quisiera apurarme porque de veras tengo otras cosas que hacer.

Diez minutos más tarde, la policía y la ambulancia habían llegado. Fue un momento como el final de serie norteamericana. Luces en plena oscuridad más una música que sonaba lentamente. Si la situación no hubiera sido tan trágica, posiblemente lo hubiera comentado en voz alta, pero a esas alturas tenía miedo de terminar golpeado si mi imaginación se iba por las nubes.

De todos modos, fue una noche distinta. Volví muy sonriente a mi hogar. Finalmente me dormí cuando recibí un mensaje de Marcelo, contándome que el hombre se hallaba fuera de peligro.

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