viernes, 28 de marzo de 2008

112. Lo Intenté

Tal vez es cierto. Uno sale de un vínculo y se mete rápidamente en otro, esperando encontrar y recuperar todo el tiempo perdido. No hace la disosiación de personas. No comprende que no todos son iguales. No comprende del tiempo, porque intenta revivir aquello que perdió como si nunca se hubiera ido.

- Realmente lo intenté - le dije a Lucas, una vez que pude recuperar la voz. - Intenté ser tu amigo.

- Sé que hiciste tu mejor esfuerzo - me respondió, con un tono que se notaba que era sobreactuado.

Si hubiera sido otro momento, me hubiera reído por ver que Lucas se metió en un pozo sin fondo. Visiblemente no midió la gravedad que iba a causar sus palabras.

- El caso es que tú no estás listo para ser amigo de nadie - continuó. - Porque un amigo no es alguien a quien les cuentas los peores temores de su vida. Es algo que se nace, que no se busca, que no se piensa. Y tú siempre lo piensas. Tú todavía tienes miedo. Y el cambio tiene que venir de ti.

- No hace falta un psiquiatra para saber por qué tengo miedo - respondí.

- No, no es por todo el dolor del pasado - contestó, como si yo me hubiera referido a ese tema. - Porque yo en algún momento puedo llegar a encontrar una novia, por más que no haya superado el dolor de mi última relación. Puede que no esté listo, puede que no me sienta seguro. Pero sé que podré. Esto no es por tus amistades fracasadas. Esto es por ti.

En ese momento hubiera deseado tener el valor de decir la verdad. Cuando hice referencia a "no hace falta un psiquiatra para entender por qué", no hablaba de amistades fracasadas. Hablaba de que él y yo no éramos amigos, por el simple hecho de que yo no lo veía como tal. Lo veía como algo más. Algo imposible. Algo que estaba tácito en nuestro vínculo pero que en mí existía, en contra de mi voluntad.

No pude evitar odiarme a mí mismo. No pude evitar maldecirme por dentro.

- De veras intenté ser tu amigo - dije, nuevamente desde una perspectiva que sabía que él no entendería. - Realmente hice un gran esfuerzo. Pero entenderás que ahora necesito un... un tiempo.

- Lo sé - respondió, incorporándose para marcharse. - Eso no hacía falta ni que lo digas.

Y así fue como lo dejé partir. Fue un momento muy irónico, porque por dentro sentía que el mundo se derrumbaba, nuevamente, pero por fuera dibujé una sonrisa llena de alegría y esperanza a que todo esto sea un etapa a superar pronto.

Cuando mi habitación quedó solamente conmigo, no pude evitar meditar en una escena del final de la tercera temporada de Grey's Anatomy, cuando Cristina es dejada en el altar y vuelve a ver que Burke se llevó todas sus cosas de la casa.

Lo único que se me vino a la cabeza fue la frase: "Soy... libre. ¡Diablos!"

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