viernes, 28 de marzo de 2008

111. No Estar Preparado

Por supuesto, ante la negativa de Lucas, no agregué más comentarios hacia lo que me estaba sucediendo. De repente, el drama no fue tan importante. Pero creo que Lucas no comprendió que ya no tenía ganas de hablarlo, porque se molestó y volvió a encender la computadora para comenzar a jugar al PKR.

- Puedes hablarme mientras juego - me dijo en un momento.

- No voy a ser tu entretenimiento mientras las cartas se reparten en el juego - respondí.

Y por la siguiente hora y media, no dije ninguna palabra. Ahí fue cuando me comencé a sentir como un estúpido por atender en mi casa a una persona que lo único que hizo fue quedarse mirando un juego virtual por Internet y no usar ese tiempo para tener sexo con Hugo.

Pude haberlo echado, pero comenzó una torrencial lluvia que impidió que mis deseos puedan más que mi amistad por él. Aparte, tampoco sería muy humano echarlo en medio de un diluvio sólo por saciar mis ansias de sexo (frustrado con él, claro). Porque bien sabía yo que después de Hugo, el problema con Lucas seguiría existiendo, más allá de que este sería un sexo más transcedental.

Entonces, cuando finalmente Lucas se dignó a darse cuenta de que yo existía, comenzó una nueva e interminable charla. Sólo que esta vez, trajo consigo una conclusión inesperada. La respuesta al problema.

- La verdad es que tu forma de ser choca tanto con la mía que no me permite ser yo - dije, iniciando la conversación. - Cada vez que intento contarte algo importante, siempre rebajar el drama y eso causa que yo pierda emoción a la hora de decírtelo.

- Pero tienes que darte cuenta que a pesar de que yo diga lo que diga, a mí me interesa tu vida - me respondió. - ¿Por qué eres tan suceptible a esos comentarios?

- Porque si los dijera otra persona, no me molestarían - respondí. - Porque yo confío en ti, pese a que me cuesta horrores, pero tu reacción me va a perjudicar mucho más que la reacción que tenga otra persona, porque espero que seas codecendiente conmigo.

La conversación fue larga, dura, sin sentido. Una nueva guerra constante donde sacamos muchos trapos al sol (como la pelea en el TEG cuando se puso insoportable hacia mi persona, que resultó ser mi culpa porque yo lo estuve molestando durante todo el juego; y como la pelea cuando estuvieron en mi casa junto con Sebastián, que resultó ser su culpa y descubrió que yo recordaba absolutamente todo nada más que nunca se los quise decir).

Finalmente, llegó la conclusión. La más dura de todas. Lo que quizá hubiera sido preferible que no la dijera. La verdad que estaba oculta. Un golpe directo al corazón.

- Sé cuál es el problema - dijo, de repente. - Y la verdad es que tú... no estás preparado para tener un amigo.

De repente, todo el mundo se me nubló. La mente se me llenó de recuerdos. De esos malos recuerdos que te invaden en el momento menos esperado. Recordé absolutamente todo. Y mientras Lucas continuaba con un monólogo sobre por qué dijo lo que dijo, yo caí en un abismo profundo en mi mente. Comencé a irme. Comencé a morir lentamente.

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