sábado, 8 de marzo de 2008

71. El Drama de las 3 Noches (1º Parte)

Esa misma noche, después de mi charla con Maya, pensé en disfrutar de una hermosa velada conmigo mismo cuando Lucas nuevamente quería verme. Ya se había hecho una costumbre para ambos el vernos todo el tiempo. Lo peor del caso es que se me había vuelto una necesidad diaria, por más que a los cinco minutos de estar allí quiera correrlo.

- Marcelo y Tobías quieren venir a verte - me comentó. - Es más, están viniendo para aquí.

Marcelo era un conocido mío, e irónicamente también de Lucas. En realidad, Marcelo era un gran amigo de Leonel, mi compañero de la facultad. Supe que Marcelo no llevaba una vida fácil ya que un par de meses vivió en la casa de Leo cuando sus padres lo echaron. Según tengo entendido, no sé si era culpa de los padres, porque un día Leo también terminó echándolo, aunque nunca me dijo el por qué. De todos modos, mientras no tenga intenciones de venir a vivir conmigo, podría sobrevivir a una noche con aquél sujeto, que dejando estos detalles de la convivencia de lado, era una persona muy agradable que siempre sabía cómo hacerme reír.

Tobías, por otro lado, tenía una historia más trágica que la de Marcelo. Resulta ser que, actualmente, el muchacho estaba solo en el mundo. El gran amor de su vida, una muchacha unos años menor que él, lo había dejado de un día para el otro sin darle muchas explicaciones, y se fue de su vida. Federico, su mejor amigo y quien lo estaba ayudando a sobrellevar la pérdida, tuvo que irse a estudiar a otra ciudad, por lo que también se alejó de su vida. Lucas me contó que su perro también se había ido de su casa y se había alejado de su vida, pero no sé si eso fue un chiste que vino a la ocasión o si fue algo que realmente pasó.

De todos modos, estos dos personajes con quien tenía poco vínculo, tenían el honor de hacerme una visita.

- ¡Acabo de terminar el colegio! - me gritó Tobías, completamente emocionado, cuando llegó a mi puerta.

Me alegraba mucho por él, aunque no tenía idea de por qué me tiró el título en la cara y me lo contó como si yo hubiera apostado que nunca lo lograría, porque, para empezar, ni siquiera sabía que no había terminado el colegio.

Pero me alegraba que ese chico me contara una buena noticia. Últimamente todos mis aledaños parecen estar condenados a no ser felices, porque a nadie parecía pasarle nada bueno, así que definitivamente esto rompía todos los esquemas de mis amistades.

Por supuesto que pensé eso muy velozmente, porque diez minutos después una llamada llegó al teléfono del muchacho con título, que le informaba que su tío había tenido un accidente y que se encontraba en algún lugar de la ruta, a las afuera de la ciudad. En conclusión: este grupo de personas tenía que ir a su rescate.

Y mientras íbamos en el auto de Lucas a buscar algún rastro del tío accidentado, en lo único que podía pensar es en que tal vez Tobías se había alegrado demasiado rápido por haber terminado el secundario.

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