martes, 11 de marzo de 2008

75. El Drama de las 3 Noches (5º Parte)

La charla a Pablo le interesó más de lo esperado, tanto que empezó a hondar en preguntas muy detallistas. Irónicamente a lo que es mi costumbre, esta vez estuve deshinibido. Hablé, conté cosas sobre la hora del sexo que jamás antes se me ocurrió contar, e inclusive los relatos se iban poniendo cada vez más calurosos. Pablo me estaba excitando y logré divisar que en él obtuve la misma respuesta. Ahora lo que faltaba era el siguiente paso, pero desafortunadamente, no llegó a más de eso. Yo no iba a avanzar y visiblemente él tampoco lo iba a hacer.

Pero de todos modos, una vez que se marchó de mi casa, hubo una nueva duda que saltó en mi cabeza. ¿Cómo era posible que en una noche, yo me haya abierto más con Pablo de lo que lo hice en todo un mes con Lucas? Odiaba hacer esa comparación en mi cabeza, debido a que era cruel e infundada, pero podía ser cierta. Y el hecho de que mi nuevo mejor amigo no tenga el interés de conocerme, era algo que comenzó a afectarme demasiado.

- Seguramente Lucas se habrá enterado que yo estuve contigo - me dijo Pablo antes de marcharse. - Yo lo conozco. Sé que ahora va a entrar a victimizarse y a decir cosas con cara de pena como "ya se aburrió de mí, no me quiere más... no pienso volver a hablarle". Así que si quieres volver a hablar con él, te aconsejo que des el primer paso, porque después de que lo hayas echado esta noche, dudo que él quiera volver por sus propios medios.

Así fue como al día siguiente decidí dejar mi orgullo y molestia de lado y mandarle un mensaje.

"¿Cómo estás? Espero que no te hayas ofendido por lo de anoche."

Cinco minutos después me llegó su respuesta.

"Para nada. Estoy trabajando. ¿Qué harás tú más tarde?"

"Estaré en casa. Si quieres venir, ven."

Cinco minutos más tarde, nuevamente su respuesta.

"Luego te avisaré. Tengo una fiesta y tal vez vaya."

De acuerdo. Ahora me sentía un estúpido. Había dado el brazo a torcer y mandado un mensaje cuando era la víctima de la historia, para ser rechazado por una fiesta. Vale, estoy exagerando, pero en ese momento no supe si su respuesta fue por el hecho de hacerme daño, de hacerme creer que tenía una vida social activa o por el simple hecho de que realmente tenía una fiesta (que también era la opción más lógica, pero mi forma de buscar desesperadamente el drama hace que yo tenga en cuenta las otras alternativas).

Aún así, ya resignado a pasar la noche en soledad, Lucas llegó nuevamente a mi casa. Por un segundo me sentí feliz. Había llegado el momento de exponer mis ideales, de escuchar los suyos y terminar con estas peleas e histeriqueos sin sentidos. Había llegado el momento de cruzar la línea.

0 Culpables: