domingo, 16 de marzo de 2008

87. Charla con Pablo

- La verdad es que sí, Luis es bastante lindo - dijo Pablo a mi comentario sobre al dueño de la casa. - Pero no solamente eso, además de ser lindo es agradable. Si yo fuera una mujer, lo más probable es que estaría totalmente enamorado de él.

En ese momento mi cabeza tuvo dos teorías: que Pablo quería ser codescendiente conmigo y por eso lanzaba ese comentario o que Luis realmente era bastante atractivo que hasta los heterosexuales se daban cuenta.

Estábamos andando en su moto a unas cuadras de donde el joven iría a comprar comida. La teoría en realidad era que desea tener el estómago lleno para poder beber tranquilamente y así no le afectara tanto lo que ingiera esa noche. Pero en ese momento, un ruido extraño se produjo en la moto. Un clavo se adhirió a la rueda de atrás.

- Esto es grandioso - contestó, enojado, mientras miraba su rueda perforada. - No encontraremos ningún lugar abierto a estas horas que nos quede cerca para ir a arreglarlo.

Eso era una verdad bastante cierta. Estábamos muy lejos del centro y ya eran casi las dos de la mañana. Los posibles lugares donde pudieran arreglar su moto estaban bastante lejos de nosotros, por lo cual había que resignarse que por esa noche nos quedamos en el medio de la nada y a pie.

- ¿Cuáles son las alternativas? - pregunté, como siempre, apresurado para encontrar una solución.

- Podemos ir a dejar mi moto en tu casa - contestó. - Luego llamaremos a Sebastián para que nos vaya a buscar o volveremos a la fiesta caminando.

En contra de lo que cualquier persona en mi lugar pensaría, aquello no me molestaba en lo absoluto. Después de todo, la noche estaba convirtiéndose en más divertida de lo que hubiera imaginado, aunque no sé si era porque yo me encontraba inexplicablemente feliz o por el hecho de que el poco alcohol que tomé me convirtió en una sonrisa andante.

El caso es que tengo muy poco estómago para el alcohol, por lo que siempre pasa que con la mínima cantidad me baste para que yo pueda disfrutar de la vida como si no existieran los problemas. Por supuesto, nunca llegué al punto de quedar tan ebrio de terminar en una cuneta o en la cama de algún desconocido, pero si bien no soy de los que les gustan beber a cada rato, aquella noche era para pasarla super.

- Antes de ir por tu casa, tenemos que pasar por una farmacia - me indicó Pablo.

- ¿Estás por comprar anti-ácidos para que te asiente bien la comida que nunca compramos?

- No - respondió. - Necesito comprar unos profilácticos.

Momento de silencio de mi parte. No sabía si responder con un chiste o con interés sobre lo que iba a hacer. Si era un chiste, podría decir "pero si quieres estar conmigo, yo tengo en mi casa", pero Pablo tal vez se lo podía tomar a mal (era de conocimiento público de que no tiene muchas luces para captar los chistes). Pero si fingía (y se entiende bien que dije "fingía") interés, también podía molestarle ya que yo nunca soy de hacer preguntas privadas de los demás.

Me di cuenta que para no herir la suceptibilidad de Pablo tenía que recurrir a oraciones muy bien armadas.

Parece que el joven que llevaba su moto a su lado se dio cuenta de mi silencio, o que por lo menos yo no agregué nada, porque siguió con su historia como si ese lapsus nunca hubiera existido.

- Estaba cenando con unos amigos antes de ir a tu casa a buscarlos - contó. - Entre esos amigos está una ex novia. Estábamos charlando de lo más bonito cuando me preguntó qué es lo que hacía esta noche. Le respondí que tenía una cumpleaños y entonces dijo "bueno, luego de eso, eres mío". Y luego de ese diálogo seguimos la conversación de lo más normal.

Me pregunté cómo justamente Pablo seguiría una conversación normal después de escuchar lo que una mujer le dijo. Conociéndolo, seguramente se habrá sentido tan incómodo que tuvo que salir corriendo de allí sin siquiera probar bocado. Lo cual explicaría por qué aún tenía hambre. Tengo que dejar de justificar la glotonería de este muchacho.

- Así que mi plan es ir a tomar alcohol, aunque no demasiado, para luego de allí poder estar bien a tono para lo que sigue luego - continuó con el relato.

- Pero seguro que esto te recarga de energías - dije, como comentario que venía a la ocasión. - Por ejemplo, el miércoles fue un día donde no quería ver a Lucas...

- Tú siempre tienes estas historias de trampas - me interrumpió.

- ¿Cómo piensas que mi historia tendrá algo que ver con sexo? - pregunté.

- Porque en ningún momento dijiste "cambiamos de tema" - dedujo.

- Está bien, tiene que ver con sexo - respondí, sonriendo. - El miércoles le dije a Lucas que no quería verlo, debido a que no me sentía de humor para que nos encontremos...

- Le dijiste a Lucas que no te fuera a visitar - me volvió a interrumpir Pablo, (me estaba desesperando que no me deje ni terminar las oraciones). - ¿Qué me hubieras respondido si ese día yo te hubiera dicho que quería ir a verte?

Vaya. Si había algo que Pablo parecía saber muy bien, era cómo incomodar a las personas con esa clase de preguntas.

0 Culpables: