martes, 18 de marzo de 2008

98. Identificar lo Importante

Julieta y yo nos quedamos paralizados. ¿Qué diablos se dice en situaciones así? De repente todo eso le dio una nueva perspectiva al mundo de los conflictos adolescentes, porque era un problema real.

Alguien tenía que decir algo, pero ninguno de los tres hablaba. Tengo la leve sospecha que Leo, pese al dolor de la noticia, disfrutaba interiormente el dejarnos sin palabras.

- Pero entonces... ¿el gato está bien? - pregunté, sin saber qué decir, para cortar el hielo.

Leo comenzó a explicarnos que descubrieron un tumor en su madre pero que ya la habían operado y se encontraba bien. Como él vive solo y su madre en otra ciudad, la familia no quiso preocuparlo y no se lo comentó hasta pasada la operación, debido a que sabía que desde la distancia sólo lograrían perjudicarlo. También confesó sentirse solo y sin saber qué actitudes tomar. Lo cual justamente no fue a parar a buen puerto para pedir ayuda.

Pero de todos modos pidió que hablemos de nuestras cosas porque no había mucho que podamos hacer, así que Julieta y yo hicimos lo que mejor nos sale. Distraer a las personas con nuestros problemas, que a fin de cuenta y en comparación, no eran tan dramáticos como hace unas horas.

Así fue cómo comencé a contarle sobre la noche donde eché a muchas personas de mi casa. Leo me escuchó y comprendió todo lo que le decía. Lo cual era raro, porque era una persona que siempre me juzgaba por mis actitudes dramáticas. Se notaba que realmente estaba mal.

Lo interesante fue que hizo incapié en el tema que yo catalogaba como el menos importante de todos: "Luk".

- Entiendo por qué estás molesto - dijo, de pronto. - Es tu Derecho de Propiedad. Lo mismo le pasa a los duendes en Harry Potter.

Era impresionante como Leo tenía esa capacidad de creer que hasta el cuento más fantasioso de todos, eran metáforas del mundo real.

- ¿Por qué estás comparando a Oliver con un duende? - preguntó Julieta, sin entender la metáfora.

- Según el libro, para el mundo de los duendes, el creador de un objeto era su dueño de por vida - explicó Leo. - Cosa que para los humanos, no. Porque los humanos pueden pasarse las cosas e ir prestándosela, que no habría ningún problema. Sin embargo, los duendes son distintos. Ellos piensan que cuando la persona que les compró ese objeto creado muere, por derecho, tiene que volver a su creador. Sin embargo los humanos se la van pasando como si les perteneciera, mientras que los duendes ven que era un préstamo que el ser humano lo tenía mientras le durara la vida, y que el nuevo dueño tiene que volver a pagar por poseerlo.

Julieta y yo nos miramos. La metáfora se entendía perfectamente, pero me resultaba difícil de entender la facilidad que Leo también tenía para irse a otro extremo del mundo, cuando podía haber explicado lo mismo de una forma más sencilla.

- Así que entiendo tu disgusto al ver el "Luk" de nick - continuó, como si se hubiera acordado de dejar de hablar de Harry Potter. - Porque es algo que tú creaste para él, y justo dio la casualidad de que cuando se pelearon, él lo utilizó. Es obvio que lo está haciendo a propósito.

El término de la noche fue igual que su inicio. No había resuelto nada mi vida, pero me propuse no dejar atravesar solo a Leo esta etapa donde no sabía para dónde salir corriendo. Porque yo, mejor que nadie, sabía lo que era sentirse solo.

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