miércoles, 5 de marzo de 2008

68. Una Excelente Amistad

- Lo que no entiendo es por qué nunca puedes decir las cosas de forma frontal y siempre esperas a que los demás lean entre subtítulos tus líneas - me sentensió Lucas.

De algún modo extraño y absurdo, habíamos salido de la cena a la cual había aceptado ir por su propia voluntad. La cual pasó sin pena ni gloria, pero lo interesante de haber asistido era esa clase de debates que teníamos después.

- Si sé que no te gusta venir a cenar a este lugar porque es mortalmente aburrido - continuó Lucas. - Pero si tantas ganas tenías de que te acompañara, era más simple si me lo pedías. Yo hubiera aceptado sin necesidad de hacerte creer que no te había entendido.

Lucas era otra de las personas que se quejaba por mi poca capacidad de comunicarme y expresar mis deseos, anteponiendo siempre los de los demás. Si bien era cierto que esas cenas eran totalmente aburridas, y puede ser uno de los motivos por el cual mis padres me pidieron que lo lleve a él, ya que esos seres, después de tantos años, se habrán dado cuenta que quizás cenar en familia no era algo de lo que más me entrenenía.

- Lo que quiero que entiendas es que no necesitaba que me rescates de esto - le dije, totalmente sincero. - No tenía necesidad porque he sobrevivido, aunque con grandes heridas internas, a esta clase de reuniones familiares. Que vengas o no vengas tú no hacía mi diferencia.

- Entonces, ¿por qué el drama? - me preguntó, totalmente confundido.

- No es para que me rescates - dije. - Era porque fue una idea propuesta por mis padres a la cual me gustó mucho. Porque me agrada pasar tiempo contigo, por más que dedique energías en demostrar lo contrario la mayoría de las veces.

Lucas no supo que contestarme y se sentó a mi lado, como esperando encontrar las palabras para continuar la conversación. Por supuesto, hacía tiempo que yo había dejado el orgullo de lado. No me importaba demostrarme fuerte e inalcanzable delante de una persona con la que compartía tanto tiempo. Por más que siempre cubra todo con drama, había llegado el momento de dejarlo. Era tiempo de ser sincero.

- Siempre que tú me necesites, yo estaré ahí - prometió, como si fuera algo que yo estaba esperando escuchar. - Lo que no me gusta, es sentirme usado. Porque veo que te esmeras en hacer que pasen estas cosas, pero no veo mucho interés, por ejemplo, cuando me dices que yo vaya a verte.

- No lo hago, porque inconscientemente tengo la seguridad de que lo vas a hacer - dije, sin pausas. - Me da la seguridad de que en algún momento del día vas a dar alguna señal de vida. Me malacostumbraste a eso.

Habíamos tenido un nuevo debate existencialista, del cual, por supuesto, no nos llevaba a ningún puerto. Pero había algo de seguridad en esta historia. Puede que no pase a mayores, puede que ni mis sentimientos ni los suyos se confundan. Pero algo era seguro: había conseguido tener un amigo fiel. Alguien que me produce dolores de cabeza, no lo niego, pero una excelente amistad. Y así será... mientras me dure.

1 Culpables:

Unknown dijo...

siempre viene bn tener buenos amigos en los que confiar...

saludos!!