sábado, 22 de marzo de 2008

105. Una Buena Acción

El día anterior a este nos habíamos reunido a la tarde a jugar al TEG (Técnicas y Estrategias de Guerra) en la casa de Ana. La madre se lo había compado de su último viaje y ahora todos estábamos entretenidos con ese juego. Inclusive, habíamos jugado todos al juego con la madre de Ana, quien ganó, para dolor de cabeza de hija que estaba intentando hacer un complot en contra la madre para que no volvamos a jugar con ella.

Por eso, cuando me enteré que yo no podía viajar, decidí llamarla a Ana para saber si ella lo había hecho, mientras Lucas se entretenía con un juego de computadoras.

- Quería saber si viajaste, porque yo no pude hacerlo - le comenté, apenas atendió. - Así que si estás en la ciudad, podemos vernos.

- Viajé por una ruta alternativa, lo cual casi provoca la muerte de mi padre y mi hermano, pero como era un viaje del cual no podíamos escapar, tuvimos que hacerlo - me comentó, en un tono muy disgustado; como si su viaje era algo de lo que quiso, pero no pudo evitar. - Pero si me llamas porque quieres jugar al TEG, puedes ir a jugar con mi madre.

La madre de Ana y su padre recién se estaban divorciando, por lo cual era sensato que tal vez aquél era la primera Semana Santa que la familia pasaba disuelta. Me dio una especie de pena al meditar todo aquello.

- ¿De veras? - pregunté, alegrándome por la oferta.

- ¿De veras me estás preguntando "de veras"? - preguntó, al instante. - ¡No puedo creer que hayas considerado que la oferta era cierta!

Oh, oh.

- Pero es que como tu madre quedó sola... En Semana Santa... Pascuas... Sola - atiné a decir, desesperado para que no se enfade. - Pensé que lo habías lanzado como oferta, ya que lo hablé con Leo y Julieta y ellos parecieron encantados de...

- ¿Qué clases de amigos tengo que prefieren jugar con mi madre en lugar de conmigo? - interrumpió, completamente histérica.

- No es que la prefiramos a ella - dije, ahogándome más y más en la conversación sin salida. - Es que simplemente está sola...

- ¿Pero cómo puedes pensar siquiera en ir a jugar con mi madre? - me preguntó, aquella definitivamente ya no tenía salida. - ¿Sabes? Cuando regreso iré a jugar dominó con tu madre. Y más le conviene tener un juego de dominó.

- De acuerdo - acepté.

- Diablos, ¡te ha encantado la idea! - gritó. - ¡Se suponía que te tenías que oponer! - luego tomó aire y juntó fuerzas. - De acuerdo, de acuerdo. Llamaré a mi madre y si a ella le gusta la idea, te llamaré para contártelo, ¿vale?

- Está bien - respondí, y cortamos la comunicación.

Diez minutos después, mientras le explicaba a Lucas por qué me estuve riendo como un loco al teléfono durante toda la conversación, mi celular volvió a sonar.

- Mi madre está encantada con la idea - reconoció, visiblemente muy a su pesar. - Si puedes organizar con Julieta y Leo algo para ir, ella los va a recibir.

Perfecto. Tenía una buena acción por delante y, una parte de mí, se alegraba muchísimo. Así que esa noche rechacé la invitación de Lucas de ir a jugar al póker a lo de Tobías (después de todo, todos sus amigos pensaban que yo era un trastornado) y me dediqué a pensar en que por suerte, había recuperado algo perdido, aunque visiblemente mi dignidad no era.

0 Culpables: