lunes, 10 de marzo de 2008

74. El Drama de las 3 Noches (4º Parte)

Completamente decidido a esquivar a Lucas, llegué a mi casa. Me preguntaba si se habría ofendido al haberle dicho que no tenía fuerzas para volverlo a ver, pero por el momento no me preocupaba. Finalmente me encontraba en paz, en mi hogar, con mi computadora, mi televisor y todo lo que era mío y fue compartido todas estas últimas noches.

Pero la tranquilidad no duró mucho. Alguien de mi presente arribó a mi hogar, sin previo aviso y sin invitación. Un hermoso joven que me había llamado salvajemente la atención por su encanto físico. Su nombre era Pablo.

- ¿Estás solo? - preguntó, desde la acera.

- Sí - respondí.

- ¿Quieres seguir así o aceptas mi compañía?

- Claro, pasa - dije, sonriendo.

Pablo también formaba parte del grupo de amigos, aunque era con el que menos me había involucrado. Practicamente nuestras conversaciones eran superficiales y jamás ahondamos en temas personales, debido a que la mayor parte del tiempo estábamos entretenidos en alguna actividad que lo impedía. Visiblemente no parecía ser muy inteligente ni tampoco tener el encanto de llevar una charla, pero que era hermoso, nadie podía negármelo. Y estábamos solos, en mi casa, gracias a que había echado a Lucas. Vaya, la cosa parecía más emocionante de lo que realmente fue. ¿Señal del destino? Por favor, hace tiempo dejé de creer en esas cosas.

- Pasa que Lucas siempre fue así - reconoció Pablo, una vez que le conté lo molesto que me puso su amigo durante todo el día. - Es una persona con poca autoestima, mucho orgullo y eso hace que su personalidad sea deslineal. Su negatividad es absoluta. Nada le viene bien. Y sin contar cuando comienza a atacar a las otras personas.

Lo más divertido de todo es que Pablo era el amigo/rival de Lucas. Se llevaban bien, pero todo el tiempo era una competencia para ver "quién la tenía más grande". Por supuesto, esto es todo una metáfora. Ojalá fuera el juez de la competencia literal, pero no sucede así. El hecho es que cuando Lucas se enterara de que yo, en lugar de recibirlo a él, recibí a Pablo, podría enfrentarme a una situación bastante divertida. Mejor dicho: a un problema bastante serio.

Pero la conversación con Pablo fue adquiriendo otros matices. Matices bastante extraños. Tan raros, que terminé confesando algo que nunca pensé que se lo diría. Nuevamente, una frase ya utilizada.

- Soy bisexual.

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