sábado, 22 de marzo de 2008

107. Criticas Hacia Mí

Lucas era un buen jugador de TEG. O por lo menos demostró estar bastante orientado al ganarnos a la madre de Ana, a mí y a Leo de una forma verdaderamente sorprendete. También descubrimos que Ana nos había mentido con las reglas del juego, por lo cual era como ser unos principiantes (junto con la madre, insultamos a Ana por teléfono por aquello).

Nos encontramos fumando un cigarrillo en el exterior de la casa, en esas pausas que hacíamos antes de comenzar la próxima ronda.

- ¿Tú sientes que te debo una disculpa? - le pregunté. - Sebastián me lo dijo hoy por MSN.

- Realmente creo que sí - dijo, el muy víctima. - Porque tu mensaje me golpeó bastante.

- De acuerdo, lamento haberlo hecho - mentí, descaradamente. - Prométeme que no volveremos a estar peleados tanto tiempo como esta vez.

Ahí fue donde sucede algo novelístico. En plena vereda, justo pasa delante de nosotros, la persona que estuvo intercediendo para que aquello suceda. Sebastián pasa en su moto y se detiene al vernos. Se lo veía bastante nervioso, y a lo cual yo disfrutaba mi felicidad que no se haya enterado antes de su vana charla que Lucas y yo habíamos vuelto a hablar.

- ¿Qué... es lo que harán esta noche? - preguntó Sebastián.

- Seguramente estaré en casa de él - dijo Lucas, señalándome.

- Tal vez vaya - dijo, y luego se giró a mirarme. - Aunque, claro, te llamaré antes para preguntarte si puedo hacerlo.

- Tal vez te diga que sí - le dije, sonriendo cínicamente.

Horas más tarde, Lucas y yo pasamos otra velada de no hacer absolutamente nada, salvo mirar un par de películas y hablar brevemente. Y finalmente se dio la conversación buscada de su parte.
- Si te volví a hablar tan pronto fue por lo del viaje - le reconocí.

- Sé que te hirió eso - respondió. - Lo hice para que te duela.

- Eres un amor.

- A mí también me dolió - reconoció, entre risas. - Pero tu mensaje fue muy desubicado, porque yo seguía sin entender por qué me mandaste eso. Quería hacerte sufrir. Y pude haberte hecho sufrir mucho tiempo más, a pesar de que me mandaste ese ultimatum. Pero después me di cuenta que no soy de histeriquear, por lo que decidí que era momento de superarlo. Y si me mandaste ese mensaje fue porque te sentías culpable.

- No me sentía culpable - respondí, siendo sincero. - Pero necesitaba saber si era momento de comenzar con la etapa del duelo por tu pérdida o qué pensabas hacer con respecto a nosotros. Porque me iba a doler tu pérdida, pero me iba a morir por dentro que no te lo iba a reconocer.

- Es que yo quiero que entiendas que más allá de que tú también tienes cosas molestas, yo también te quiero - dijo. - Yo quiero pasar tiempo contigo, pero también quiero estar con mis amigos.

En ese momento me reí, porque no era posible que me haga ese planteo. Me sentía que me llevaba a poner en el papel de la novia celosa que no quiere que su novio salga de fiesta con sus amigos por miedo a la infidelidad. Debo reconocer que me encantó que lo hiciera.

- Creo que tú buscas en mí alguien que no soy - deduje. - No soy como tus amigos ni soy la persona que estás esperando que sea. Tal vez si te tomaras la molestia de aceptarme cómo soy en lugar de querer cambiarme constantemente para hacerme a tu imagen y semejanza, nos podríamos ahorrar muchos problemas.

Lucas abrió la boca enfurecido. Parecía que había dicho algo que no debí. De veras, tengo que aprender a cerrar la boca. ¡No es tan difícil!

Pero fui salvado por la campana, de hecho, por Sebastián, que nunca me alegró tanto su llegada como esa noche, al hacer sonar mi celular y preguntarme si todavía nos encontrábamos allí.

- De acuerdo, no sigamos hablando del tema porque volverían a ser dos contra uno - le pedí a Lucas, ante la llegada de su amigo. - Terminaremos este debate en otra oportunidad. Porque sé que te vas a morir de ganas de que alguien defienda tus hipótesis.

- No lo haré - me mintió.

Y supe que me mintió, porque diez minutos más tarde, me enfrentaba a una discusión de dos contra uno. De nuevo.

0 Culpables: